Boric, el gran damnificado de las primarias
Los resultados de la primaria oficialista de este domingo estuvieron lejos de los pronósticos de La Moneda y del propio mandatario frenteamplista, quien apostó a una alta participación que asegurara un colchón de votos para su sector en las elecciones de noviembre. La derrota del FA en la contienda de ayer también es un golpe para su gobierno.

No hubo celebraciones en La Moneda. Los resultados del Servicio Electoral, con el amplio triunfo de Jeannette Jara, quien lleva al PC a un sitial histórico, chocaron -por primera vez- con un Palacio de Gobierno a oscuras, casi vacío y sin la presencia del Presidente Gabriel Boric -por fuero paternal.
El mandatario frenteamplista sufrió anoche una derrota tan estrepitosa como la que enfrentó la exministra del Interior, Carolina Tohá, al ser superada ampliamente por la exministra del Trabajo.
Boric apostó inicialmente a que la militante PPD podría ser la continuadora de su legado político y encabezar la coalición única progresista que él siempre ha promovido.
Pero el resultado de la primaria oficialista de ayer evidenció en primer lugar el bajo interés de la ciudadanía por participar de la competencia oficialista, lo que puso cuesta arriba la posibilidad de superar a la derecha en las elecciones de noviembre.
Adicionalmente, este domingo su partido, el Frente Amplio, sufrió un revés sin matices. que a través de Gonzalo Winter quedó en tercer lugar y consiguió sólo un 9% de las preferencias.
En los nueve meses que restan de su gobierno, el Presidente Boric -el mismo que en 2021 logró llevar a La Moneda a una nueva generación de dirigentes- deberá administrar una coalición tensionada, cuyo futuro quedó en suspenso e inmersa en una división que podría repercutir en la contienda parlamentaria.
El Jefe del Estado había sido uno de los primeros en votar en Magallanes. A las 9.15 estampó su sufragio en la mesa 96 del Liceo Industrial Armando Quezada Acharán de Punta Arenas, su ciudad natal, apostando a la unidad de sus partidos base, tras un proceso que no fue fácil.
“El progresismo estará unido detrás de quien resulte ganador de estas primarias”, afirmó.
En las últimas semanas los datos internos del Palacio de Gobierno ya advertían que las cifras se inclinaban a favor de la exministra del Trabajo.
Aunque la primaria fue impulsada por el Jefe del Estado con la ilusión de tener el control de agenda por varios meses y apuntar a las divisiones de la derecha, durante el proceso se comenzaron a notar las críticas oficialistas a su gestión. Prueba de ello es que la figura del mandatario estuvo prácticamente ausente en las campañas de los cuatro candidatos y salvo, Winter, ninguno de los competidores buscó mostrarse como continuadores de su gestión.
Ayer, con los resultados en mano, se acrecentó la duda sobre las posibilidades de Jara para imponerse a una derecha, representada por José Antonio Kast y Evelyn Matthei, ambos absortos en una fuerte competencia por el pase al balotaje y por la disputa por la hegemonía del sector.
Una derrota de la ex ministra en noviembre, podría convertir a Boric como la principal figura de la oposición a partir de 2026.
La Moneda -sin el Presidente- ayer fue una casa llena de fantasmas. Solo estuvieron los ministros del Interior, Álvaro Elizalde, y la vocera (s) Aisén Etcheverry.
Clave para el Palacio de gobierno es la unidad, a la que apostó el mandatario y que se desmoronó especialmente en la última fase de la campaña, por fuertes rencillas entre los candidatos y comandos. No solo por hechos puntuales, normales en contiendas como estas, sino que también por visiones ideológicas profundas.

La primaria a la que apostó
En La Moneda comentan que hasta febrero nadie tenía intenciones de levantar una primaria en el oficialismo. La mirada -incluso del PC- estaba puesta en ese momento en la exPresidenta Michelle Bachelet, a pesar de sus reiterados “no” a esa posibilidad, que repetían casi como un mantra también los integrantes de su círculo más cercano.
El diseño de Boric -comentan- siempre fue levantar una primaria realmente competitiva, para tener opciones ante una derecha que se perfilaba como vencedora en ese momento con Evelyn Matthei.
Por lo anterior, en reserva tuvo conversaciones con Carolina Tohá (PPD) y con Jeannette Jara (PC), consciente que sus ministras eran miradas por sus partidos como cartas para la presidencial.
La decisión primaria del Jefe del Estado era una salida pactada, en la que ambas debían abandonar juntas el gabinete.
Pero su idea no prosperó.
Presionada por la baja en las encuestas, debido a los costos por el caso Monsalve y, sobre todo, por el ultimátum dado por Bachelet en orden a que iba a dar a conocer su posición definitiva la primera semana de marzo, Tohá optó por adelantar su dimisión.
Boric habló el asunto con Jara. Pero la ministra del Trabajo le hizo ver la inconveniencia que significaba para ella abandonar el barco el 4 de marzo, día en que dimitió Tohá, dado que ello la dejaría fuera de la promulgación de la reforma previsional, uno de los éxitos más relevantes de su gestión. Tampoco podía saltarse las instancias partidarias, especialmente convulsas ante un Daniel Jadue que reclamaba su mejor derecho.
El Presidente asintió. Y el 21 de marzo, junto a Jara firmó la promulgación de la enmienda de pensiones y el 8 de abril encabezó la ceremonia de salida de la exministra del Trabajo, en términos similares a los de Tohá.
El boceto apuntó a enviar una señal de ecuanimidad a sus partidos base. Esto, porque se había instalado la idea de que la ministra del Interior era su favorita y la continuadora de su legado. Y sentía que estaba en falta no solo con el PC, sino que también con el FA.
El Presidente también apostada a que un buen colchón de votos en la primaria aseguraba un buen desempeño del sector en la primera vuelta de noviembre.
Pero el diseño se enredó. Primero por la resistencia del PS a apoyar a Tohá, partido que hasta proclamó a Paulina Vodanovic por un corto periodo. Y, luego, por las dificultades para que el Frente Amplio levantara un candidato, desafío que rechazó el alcalde de Maipú, Tomás Vodanovic y que al final terminó aceptando Gonzalo Winter -después de varias negativas, porque no quería ser el Plan B-, tras una propuesta del propio Presidente.
Lo más grave, sin embargo, vendría en mayo. A mediados de ese mes la agenda se la tomó Procultura y la filtración de las conversaciones telefónicas entre el Presidente y la psiquiatra Josefina Huneeus.
Con ello, la primaria se invisibilizó. Y se empezó a instalar en todos los comandos la idea de que no había ambiente para esa contienda; surgió el nerviosismo y también la presión por diferenciarse, con lo que la idea primigenia de unidad planteada por La Moneda el Presidente se desplomó.
Boric en el papel apostó a la prescindencia. Y, si bien en la campaña no hubo críticas extremas de los candidatos a su gobierno, con el objetivo de diferenciarse, tampoco hubo intentos por reforzar su continuidad.
Las aspiración del Presidente de una coalición unida terminó derrumbándose con la franja, en la que Winter optó por el camino de la crítica directa a la Concertación, lo que tensionó al comando de Tohá. Luego vinieron las críticas de Jara a la gestión de la exministra del Interior en seguridad; y la declaración de Tohá en orden a que no quería que el PC llegara a gobernar Chile.
Preocupado, el propio mandatario -se confidencia en los comandos- llamó por teléfono a los candidatos urgiendo a la unidad. Pero las reyertas ya estaban desatadas.
Ayer, el Presidente cerró su jornada con un mensaje en redes felicitando a Jara por su triunfo.
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