
Kast vs. Matthei: lo que los une y separa en el round programático
Ambos abanderados desplegaron su oferta programática con miras a la recta final. No tocaron los temas valóricos sensibles, pero sí pusieron sobre la mesa la seguridad y la economía, como focos para conquistar el voto ciudadano y lograr –de paso– la hegemonía del sector. Matthei apostó por hacerse cargo de una crisis y Kast por echar a andar un gobierno de emergencia.

Casi anochecía el jueves 14 de agosto en la casona de Enrique Foster, en Las Condes, cuando Evelyn Matthei –abanderada de Chile Vamos, Demócratas y Amarillos– le dio la aprobación final a sus bases programáticas. Había estado recluida durante todo el día junto a su equipo, visando cada punto de las 50 páginas que difundió el martes 19.
Lo propio hizo en avenida Presidente Errázuriz el abanderado republicano, José Antonio Kast, quien el jueves, a las 21 horas, liberó el documento de 38 carillas.
Se trata del punto de partida de otro enfrentamiento –esta vez programático– entre los dos rostros fuertes de las derechas, una más liberal y otra más conservadora. No solo para llegar a La Moneda en 2026; también por un asunto más de fondo: la defensa de los proyectos políticos, de la obra histórica y la hegemonía del sector.
Había que marcar diferencias. Y estas quedaron –en la partida– estampadas en sus cartas de presentación.
Matthei apeló a la experiencia y a sus equipos, cosa que desde Chile Vamos le critican a Kast. “Quiero ser clara –sostuvo–, no vengo a administrar una crisis. Vengo a hacerme cargo. Porque sé lo que significa gobernar y sé cómo hacerlo: con orden, equipos técnicos experimentados y sentido de urgencia”.
Kast optó por poner el acento en lo político. “Las emergencias –dijo– no se enfrentan con medidas tibias. Para enfrentar estas urgencias, implementaremos un gobierno de emergencia, que se haga cargo del Estado, que se ha vuelto ineficaz (...), sin complejos”. Cita que reeditó en Chile Vamos la polémica por la “derechita cobarde” y la “derechita valiente”.

Los énfasis, en todo caso, los pusieron en dos pilares –seguridad y economía–, factores que tienen un especial peso en esta presidencial.
Ninguno ingresó a los temas valóricos sensibles.
El abanderado republicano esquivó ese ítem por el impacto negativo que estos temas tuvieron para la presidencial 2021 –cuando planteó, entre otras cosas, la eliminación del Ministerio de la Mujer– y para el segundo proceso constitucional, con el qué y quién está por nacer. Y Matthei, aunque pudo sacar ventaja, optó por no incorporarlo, por la confrontación con la abanderada del oficialismo, Jeannette Jara, que en ese espacio se mueve con mayor soltura.
Menos después de la última polémica, nuevamente por el régimen militar –que la exedil había tratado de dejar atrás– y que revivió esta semana Juan Sutil –uno de los hombres fuertes del comando– al sostener que “no es una dictadura, porque las dictaduras se perpetúan en el poder. El gobierno fue dictatorial y terminó”.
Las diferencias
Donde ambos abanderados marcan sus sellos –más que en los temas– es en la profundidad de cada uno, las cifras y tiempos.
Matthei –quien venía trabajando su programa desde hace un año con 500 integrantes, repartidos en distintos equipos encabezados por el historiador Juan Luis Ossa– optó por desplegar toda su oferta.

En seguridad, plantea una inversión histórica de US$ 2.500 millones para dotar al Estado de herramientas para combatir la delincuencia y el crimen organizado (Kast habla de aumentar el gasto anual en seguridad, pero sin mencionar números).
Y propone –entre sus medidas ícono– la construcción de cinco cárceles, tres de ellas de alta seguridad; habilitar 32 mil nuevas plazas de reclusión; expulsar a 3 mil extranjeros condenados; construir dos centros de expulsión y aumentar en 10 mil la dotación de carabineros (su contraparte no menciona cifras). Esto, junto a la implementación de una política nacional de inteligencia; crear una policía militar fronteriza; uso de cámaras, sensores y fibra óptica en esas zonas, y eliminar los privilegios a migrantes irregulares.

Como contrapartida, Kast –quien también hace más de un año viene trabajando sus propuestas con Ideas Republicanas (el think tank del partido) y lanzando sus ideas a través de distintos planes en redes sociales, entre ellos Escudo Fronterizo– planea echar a andar un gobierno de emergencia; impulsar un plan de recuperación territorial para enfrentar al crimen organizado; una política nacional de cierre fronterizo a la inmigración ilegal; renovar el sistema de inteligencia del Estado; neutralizar las finanzas del crimen organizado; implementar un sistema de tolerancia cero al comercio ilícito; construir una nueva política penitenciaria e impedir las tomas de terrenos.
Las fichas más ambiciosas las coloca Matthei en el área económica, con la creación de 1 millón de empleos, tal como lo hizo el gobierno de Sebastián Piñera cuando ella fue titular del Trabajo entre 2011 y 2013. Kast aborda el tema con el plan M&M, más y mejores empleos, pero no compromete cifras.
No es lo único.
La exedil proyecta un crecimiento económico del 4% durante el periodo; la rebaja inmediata del impuesto corporativo al 23%, con la meta de llegar al 18% en 10 años (medidas que también plantea Kast); establecer invariabilidad tributaria hasta 20 años para grandes inversiones; crear el “Pase Pyme”, para que inicien operaciones con un permiso provisorio de un año; recortar en US$ 8 mil millones en cuatro años los gastos mal asignados; congelar el empleo público; disminuir en un 50% los cargos de confianza; revisar 700 programas y reducir el número de ministerios (actualmente hay 25) a cifras promedio de la OCDE (19), a través de una propuesta que planea entregar –si llega a La Moneda– en los tres primeros meses de administración. Esto, junto a un fast track desde Presidencia para megaproyectos (sobre US$ 100 millones).
Kast plantea –igualmente– la rebaja de la tasa de impuesto corporativo del 27% al 23%, pero con un incentivo adicional para empresas que contraten trabajadores en riesgo de informalidad. Y también proyecta un aumento del crecimiento al 4%. Pero se diferencia en los plazos y cifras de la eliminación del “despilfarro” estatal, implementando un ajuste del gasto público de US$ 6 mil millones durante los primeros 18 meses de administración, junto con medidas a favor de las pymes vía mantención del impuesto del 12,5% y la mejora de los tiempos para el pago del IVA; una legislación laboral moderna, con jornadas flexibles, y el término del préstamo de las personas al Estado contenido en la reforma previsional.
Los acentos sociales
Donde los candidatos colocan sus mayores acentos es en el área social, para llegar a un electorado –con voto obligatorio– que mantiene la incógnita sobre hacia dónde va a inclinar la balanza.

Matthei incorpora una política habitacional de 800 mil soluciones (400 mil nuevas y 400 mil mejoras); créditos de pie cero a las primeras viviendas de familias jóvenes; la entrega de 200 mil pesos por seis meses a las mujeres que consigan un empleo formal; terminar de construir 30 nuevos hospitales (hay 26 en construcción) y dejar 30 en construcción y 30 en proceso de diseño.
Al mismo tiempo, planifica la creación de una alerta sanitaria oncológica con atención hasta las 22 horas en pabellones quirúrgicos; aplicar Aula Segura en casos de violencia; modificar el Sistema de Admisión (SAE), para permitir la selección por mérito a partir del séptimo básico, y sustituir el CAE por un crédito blando sin intermediación bancaria.
Kast mantiene uno de sus proyectos estrella: eliminar progresivamente las contribuciones para la primera vivienda (punto sobre el cual Matthei no se pronuncia); recuperar el sueño de la casa propia; fomentar la autoconstrucción y reducir los campamentos informales. Asimismo, considera declarar emergencia sanitaria por las listas de espera en salud; fortalecer la atención primaria; volver a ponerle patines a la educación (no más tómbola) e implementar una política de sala cuna universal con cargo del Estado.
Las suspicacias
Y aunque las diferencias no son tan radicales en términos programáticos –como lo reconocen en uno y otro bloque–, el temor en Chile Vamos es que el Partido Republicano reproduzca, en la derecha, lo que hizo el Frente Amplio con la Concertación. Una advertencia que no ha dudado en visibilizar públicamente la propia Matthei: “Lo peor que podemos hacer –ha dicho– es hacer lo mismo que la Concertación, que bajó el moño y se dejó arrasar“.
Una aprensión que ha hecho que esta contienda, en particular, no haya sido fácil.
El momento más tenso se registró en julio, cuando Matthei denunció una “campaña asquerosa” en su contra, que habría sido digitada por republicanos para dejarla expuesta con problemas de salud mental. Y más aún cuando la propia exedil anunció que estaba dispuesta a querellarse, lo que abrió las puertas a los descuelgues; entre ellos el del expresidente de RN Carlos Larraín y del senador Alejandro Kusanovic (RN), que fue suspendido de la colectividad. Y, esta semana, con la renuncia a la jefatura de bancada y a RN del diputado Miguel Mellado, quien –molesto con el rumbo de la campaña y al no ser nombrado como candidato a senador por La Araucanía– expresó su apoyo a Kast.
Todos episodios que han friccionado aún más la relación.

Porque, aunque Kast y Matthei nunca han sido amigos –no comparten el mismo círculo y no integran los mismos grupos de WhatsApp–, sí tienen una historia en común que les permitía conversar. De hecho, la última vez que se juntaron fue para compartir un café y unos trozos de kuchen a mediados del año pasado, por temáticas de educación y pensiones, cuando Matthei aún era alcaldesa de Providencia.
Hoy solo se saludan para los debates, aunque –desde el episodio de los bots– hasta ese contacto ha sido distante.
Un parlamentario de Chile Vamos admite que a Matthei le ha costado encontrar el tono para diferenciarse de Kast sin entrar en la confrontación. Y que a eso apuntó el publicista ecuatoriano Daniel Pérez Pallares cuando planteó la estrategia de la tensión y que esta semana –por diferencias con el rumbo de la campaña– terminó fuera del comando.
Matthei y Kast no son unos desconocidos. Cada uno sabe a quién se enfrenta. Se vieron circunstancialmente en 1988 cuando participaron en la franja del Sí, que buscaba la permanencia del general Augusto Pinochet en el poder. En ese entonces Matthei ya formaba parte de la nueva camada de RN, mientras que Kast –seguidor de las enseñanzas de Jaime Guzmán, con 22 años y cara de niño– aparecía en el espacio como un estudiante de Derecho de la Universidad Católica.
Once años después la vida los volvería a juntar en la UDI, en otro plano, cuando Kast era concejal por Buin y la exedil –tras su renuncia en 1993 a RN por los efectos del caso Piñeragate– fichó por ese partido.
Pero no tenían mayor contacto.
Un hecho, sin embargo, los unió políticamente en 2008. En mayo de ese año, Hernán Larraín decidió no repostular a la presidencia de la UDI y Kast –sin demoras– levantó su opción, la que fue apoyada por Matthei como candidata a vicepresidenta.
El contendor era el senador Juan Antonio Coloma, hoy uno de los pilares políticos del comando de la exalcaldesa. No pudieron contra el “coronel” gremialista, quien no solo ganó esa elección; también la de 2010, donde nuevamente la dupla Kast-Matthei intentó triunfar en esa interna.
Kast terminó abandonando el partido en 2016, para buscar su propio rumbo a la Presidencia.
De ahí en adelante, los caminos personales y políticos de ambos se separaron para siempre. Y hoy se enfrentan desde veredas opuestas –por primera vez– por La Moneda y por la hegemonía del sector, liderando a dos marcadas derechas.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.
3.
4.
Contenido exclusivo y análisis: suscríbete al periodismo que te ayuda a tomar mejores decisiones
Oferta Plan Digital$990/mes por 3 meses SUSCRÍBETE