Luis Eduardo Escobar y derrota de Guillier: "La falta de coordinación entre los técnicos y el candidato dañó la confianza"

Luis Eduardo Escobar.
Luis Eduardo Escobar. 22/06/2017 Martin Thomas/Photosport

Economista realizó una introspección respecto de la candidatura de Alejandro Guillier y señaló que hubo una cierta ambivalencia. Afirmó que en algunas ocasiones el candidato "cambió de opinión y titubeó y eso dio una sensación de falta solidez y de coherencia interna".




Luego de más de dos semanas de la segunda vuelta presidencial, el ex asesor económico de Alejandro Guillier, Luis Eduardo Escobar, realizó una autocrítica al desarrollo de la campaña del ex candidato. El también jefe de Estudios del Consejo de Política de Infraestructura y director del Centro de Estudios del Desarrollo reconoció que hubo momentos de desacuerdo entre los integrantes y Guillier, lo que afectó la confianza de los ciudadanos hacia la candidatura y que como comando no fueron capaces de dejar clara la visión que tenían y su capacidad de conducir al país. "Hubo ocasiones en las cuáles daba la sensación que no había acuerdo entre los equipos técnicos y el candidato presidencial y eso erosionó la confianza", precisó. Esto, a juicio de Escobar, se debió a que en varias ocasiones "el candidato cambió de opinión. Como fue en el caso del CAE. Cuando se le preguntó por este tema, él cambió de opinión y titubeó. Esto dio una sensación de falta solidez y de coherencia interna". En cuanto a la candidatura de Sebastián Piñera, criticó su modo de actuar, acusando que se le hizo un daño serio al país, principalmente al sistema electoral e institucional.

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A más de dos semanas de las elecciones ¿cómo toma el resultado? ¿Lo ve como un golpe?

-Fue un golpe contundente, nueve puntos de diferencia es sustantivo. Ahora estamos viendo cómo se recompone una posición política de centro izquierda. Es raro lo que nos pasó, porque si le preguntas a la gente si le gustaría que Chile fuera un país como Alemania u Holanda, la gente prefiere eso a un sistema como el que tenemos ahora. Creo que no hemos sido capaces de comunicar esa visión y que se entienda bien. Creo que la gente pensó que al país y a ellos mismos les iba a ir mejor con Piñera que con Guillier. Lamentablemente estamos cayendo en que lo que nos va a sacar del problema, es una persona, no una propuesta de gobernabilidad.

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¿Qué visión tendrían que haber entregado entonces? ¿Qué le faltó a la campaña de Alejandro Guillier?

-Muchas cosas, pero fundamentalmente que nosotros no fuimos capaces de proyectar una visión de país que entusiasmara y tampoco fuimos capaces de generar confianza de que teníamos la capacidad de administrar lo que hay. Lo que hizo Sebastián Piñera fue dar confianza de que él y su gente son capaces de administrar lo que existe. Es bien notable que no propongan ningún cambio, porque fue una candidatura presidencial que no ofrece cambios.

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Durante la campaña, en varias ocasiones hubo desacuerdos entre el candidato y sus asesores, ¿cree que esto los perjudicó?

-Ese fue uno de los elementos que no ayudó a generar confianza de que éramos capaces de administrar el país. Hubo ocasiones en las cuáles daba la sensación de que no había acuerdo entre los equipos técnicos y el candidato presidencial y eso erosionó la confianza. En cambio, el equipo de Sebastián Piñera fue sumamente consistente y repetían en todas partes las mismas frases, entonces se dio un sentido de coherencia muy superior al nuestro. La falta de coordinación interna entre los técnicos y el candidato dañó la confianza, pero a eso se suma toda la campaña de desinformación.

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¿Y por qué se originó?

-Básicamente ocurrió porque genuinamente hubo ocasiones en las cuales el candidato Alejandro Guillier cambió de opinión. Como fue en el caso del CAE. Cuando se le preguntó por este tema, él cambió de opinión y titubeó. Esto dio una sensación de falta solidez y de coherencia interna. Además, hubo un trato diferenciado de la prensa hacia la candidatura de Guillier y la de Piñera. A Piñera nadie le cuestionó como iba a financiar su programa, que por lo demás era más caro que el nuestro. El tratamiento de la prensa fue bien desequilibrado.

¿Pero no cree que faltó que ustedes explicar mejor el financiamiento de su programa ante los cuestionamientos del equipo económico de Piñera?

-Nuestro programa estaba súper bien explicado. Lo que ellos hicieron fue mentir sistemáticamente. Dos semanas antes de la segunda vuelta ellos aparecieron diciendo que el programa tenía un costo total de US$40 mil millones y eso era una estupidez total, ya que nosotros habíamos puesto todos los números sobre la mesa. Fue algo de mala fe.

¿Qué opina de las críticas que se le han hecho a la Nueva Mayoría? Algunos han señalado que no fueron capaces de responder las demandas de la gente.

-Insisto en que creo que no fuimos capaces de entregar esta visión y de dar la confianza de que éramos capaces de conducir al país. Y eso se dio en todo el orden de las cosas. También en los aspectos políticos, puesto que no haber tenido elecciones primarias fue un error un garrafal. Haber tenido primarias habría sido una muy buena oportunidad para presentar distintas facetas de lo que debiera tener una visión más o menos compartida. Es decir, con los equipos técnicos prácticamente no tuvimos ninguna diferencia.

¿Quizás las propuestas no fueron lo suficientemente claras?

-También. Creo que en parte fue no perfilar las medidas suficientemente, no presentarlas con la actualidad que se requería y no ser decisivo en algunos aspectos. Había una cierta ambivalencia entre lo que considerábamos que eran avances del Gobierno de Bachelet y las cosas con las cuales podríamos haber avanzado más allá de lo que propuso la actual administración. Uno de esos fue el tema de las pensiones. Esto también fue un área en la cual hubo titubeos, hubo malos entendidos y faltó claridad en la propuesta.

¿Cómo vio la campaña de Sebastián Piñera? ¿La derecha tenía más hambre por ganar que la Nueva Mayoría?

-Fue una campaña muy bien organizada, donde hubo mucha disciplina interna. La derecha tenía la convicción que el único candidato posible era Sebastián Piñera y en eso no se perdió nadie. Esto quedó demostrado no con los niveles que a ellos les habría gustado, pero les fue bien y pasó holgadamente a la segunda vuelta, muy por encima de los otros candidatos. Después de esto, el problema ya estaba resuelto, porque los otros candidatos aceptaron la lógica política que Piñera iba a ser el candidato y tenían que apoyarlo no más.

¿Qué le parece el terror que sembró la oposición con el término Chilezuela?

-Le hace un flaco favor al país. Que Alejandro Guillier iba a convertir a Chile en Venezuela es simplemente absurdo, pero se montó una buena campaña del miedo, en este contexto de la posverdad e instalar prácticas como las de Donald Trump en Chile. De hecho, varias veces me pregunté si en realidad estaban asesorados por gente que había trabajado con Trump. Es decir, es notable el ejercicio de desinformación, donde habían cifras que no correspondían, datos que no eran y qué me dicen lo de los votos marcados. Fue una cosa realmente impresionante. En Chile tenemos un sistema electoral que es realmente una belleza, entonces desprestigiar el sistema electoral, me parece un despropósito de marca mayor.

¿Por qué cree que aumentó la participación de la gente por ir a votar en la segunda vuelta?

-Esta campaña de desinformación y de miedo, logró movilizar a mucha gente que dijo yo no quiero que Chile se convierta en Venezuela y escuché a mucha gente hablar tonteras respecto de eso. Fue la peor parte de la campaña de Piñera, le hizo un daño serio al país, porque planteó una duda sobre la capacidad de nuestro sistema electoral y de nuestro sistema institucional. Y esto ha ido creciendo con el tiempo, es una cosa de ambos lados. Con todo el cuestionamiento al INE, tanto en el primero Gobierno de Piñera y después con la Nueva Mayoría y que ahora la gente de Piñera ponga en duda el nuevo Censo, se empiezan a erosionar las instituciones y eso es muy grave.

¿Afecta la institucionalidad?

-Una de las cosas graves que puede ocurrir en un país es estar en desacuerdo sobre los hechos. Se pueden tener interpretaciones distintas sobre los números, que ocurre a cada rato, pero si se empiezan a discutir los números, es porque honestamente se cree que están malos, entonces hay un serio problema.

¿Qué conclusiones saca de este proceso?

-Esto nos obliga a replantearnos qué es lo que estamos proyectando, qué es lo que estamos proponiendo y cómo lo estamos planteando. La gente tiene la percepción de que los partidos políticos tradicionales no son capaces de cumplir con las ofertas que hacen y por eso la gente vota por personas y no por proyectos de país. Esto ha ocurrido ya tres veces. Con el primer Gobierno de Piñera, el segundo de Bachelet y ahora. Esto hace relativamente fácil que el próximo individuo pueda ser un populista que erosione aún más el sistema político e institucional y esa es mi gran preocupación.

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