RockTruck es mi copiloto

Conoció el rubro de los camiones y del traslado de carga desde abajo, acompañando a su papá en los trayectos por las carreteras. Ya como profesional, Eduardo Segovia decidió abandonar su puesto en una empresa y crear una startup que ayudara a los transportistas. En cuatro meses logró facturar su primer millón de dólares. Este año, proyecta US$8,3 millones y ya tiene un ojo en el extranjero.


El aroma y la humedad del puerto. Eduardo Segovia (34) aún tiene vívidas esas sensaciones de cuando acompañaba a su papá -que es transportista- a San Antonio o Valparaíso para mover contenedores. A veces iba escondido en la litera de la cabina. En otras ocasiones conversaban animadamente durante el trayecto y, cuando se podía, recogían personas que hacían dedo.

“Desde niño conozco este mundo y me encanta. Pero siempre lo vi un poco desordenado y muy informal. Además, frecuentemente escuchaba sobre asaltos y otros problemas”, dice. Hoy, su padre trabaja para su startup: RockTruck, una plataforma tecnológica que agiliza varios aspectos de este rubro. El año pasado facturaron US$5 millones y este año proyectan alcanzar los US$8,3 millones.

Pero retrocedamos a 2005. Eduardo entró a estudiar ingeniería industrial a la Usach y una vez titulado, “por cosas del destino” (como él mismo reconoce), entró a trabajar al área logística en la industria del transporte. Y claro… tenía algo de experiencia. Se desempeñó en varias empresas del ramo e, incluso, llegó a ser subgerente de Transportes de Salcobrand. “Tengo la mirada de lo que es un transportista tradicional y de lo que es un generador de carga”, indica.

En julio de 2018 estaba trabajando en un operador logístico y decidió salirse para crear un emprendimiento que tenía como objetivo algo muy simple: mejorar el ecosistema de los transportistas. A fines de agosto estaba facturando y operando con dos camiones(en ese mes comienza la temporada alta del transporte de carga). En diciembre del mismo año ya contaba con 100 camiones, logrando su primer millón de dólares de facturación. En marzo de 2019 esta empresa logró el punto de equilibrio.

RockTruck es una especie de Cornershop, pero de la industria del transporte. Donde, a diferencia de ese tipo de plataformas, ellos ayudan a pagar cotizaciones, aseguran ingresos mínimos, pagan seguros e incluso, apoyan a los transportistas a comprar su camión, entre otros servicios. Tiene un componente tecnológico basado en plataformas digitales y una parte importante de gestión.

Eduardo lo explica con cifras en mano: “Según los últimos datos del INE (2017) con respecto a la industria de carga por carretera, hay cerca de 20.000 empresas de transportes en Chile. O sea, una oferta muy atomizada. El 91% de esas empresas son microempresas o pymes, donde el dueño es el mismo conductor. Además, se estima que el 70% del sector trabaja sin contrato de prestación de servicios y tienen problemas para administrar su negocio. En conclusión, es una industria muy informal. Para ellos no es fácil vender y dar un servicio constante y dedicado”.

Y más rápido que un elevator pitch en Silicon Valley, concluye: “RockTruck profesionaliza toda esa actividad del transportista a través de una asociación colaborativa. Somos el único punto focal de la industria, ya que los grandes generadores de carga, como por ejemplo retailers o empresas de alimentos, prefieren un servicio más profesional y con un cierto estándar”. Hoy ya son más de 600 camiones asociados a esta plataforma y 250 que están efectivamente sobre las carreteras.

En este rubro, explica Eduardo, existen tres procesos: el primero es el de “la primera milla”, relacionado con el movimiento de grandes volúmenes de una ciudad a otra. Luego viene el secundario, camiones más pequeños que hacen distribución a las mismas empresas (por ejemplo, traslado entre bodegas o a la tienda de un retail). Ambos llegan al segmento B2B. Finalmente, está la “última milla”, dado básicamente por el e-commerce. “En este último, cobramos por entrega en función de la distancia y tamaño de carga. Pero es un modelo completamente diferente a los dos primeros, donde realizamos un trato personalizado con los transportistas y nos fijamos en sus condiciones de trabajo. Así logramos también la fidelización de los clientes”, comenta Eduardo.

Reconoce que tanto el estallido social como la pandemia han sido “la tormenta perfecta” (pero en positivo) para la rentabilidad de su startup, especialmente por el aumento del comercio electrónico, donde trabajan con otra startup chilena - Simpliroute- como partner en la última milla. “Ahora estamos pensando en desarrollar más el área TI y buscar inversionistas con mucha hambre para romperla en Chile y expandirnos para afuera el 2021”, manifiesta, aunque prefiere no decir dónde.

De hecho, sería algo nuevo para RockTruck, que nunca ha tenido inversionistas o postulado a un fondo de Corfo. Solo venta orgánica. Y el objetivo es levantar una ronda de inversión cercana a los US$6 millones en un mes más. “Pero en el extranjero, porque en Chile es muy difícil”, indica el CEO de esta startup.

Eduardo reconoce que este éxito en tan poco tiempo no ha sido gratuito. Los siete primeros meses de RockTruck no recibió sueldo, algo muy difícil para quien estaba acostumbrado a un tranquilo salario en una gran compañía. “Ha sido una historia de sacrificio, donde también se vio impactada mi familia. Hoy ya está todo ok y tenemos dos hijas”, cuenta.

Incluso, al principio, era tan exigente estar a la cabeza de su startup, que reprobó tres ramos del MBA que estaba cursando en la Universidad de Chile. Casi lo pierde. Recién esta semana pudo titularse.

Actualmente su padre sigue siendo un transportista tradicional y trabaja para RockTruck en una operación específica: cubriendo el área de San Felipe-Los Andes para PepsiCo. “Incluso, mi papá ha podido adquirir una flota y tiene una muy buena tarifa preferencial”, dice riendo Eduardo y agrega: “Está feliz, porque vive en esa zona y yo, también estoy contento porque le genera mucha rentabilidad a RockTruck”.

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