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OCDE advierte por baja densidad de cotizaciones en pensiones en Chile

El principal desafío en la política de pensiones para la mayoría de los países en Latinoamérica es la baja cobertura del sistema formal de pensiones, tanto en términos de proporción de trabajadores que participan en estos esquemas como en la proporción de los adultos mayores que reciben algún tipo de ingreso por pensiones. Esa fue una de las principales conclusiones del informe Pensions at a Glance, dado a conocer ayer por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Según el informe, la cobertura activa, es decir, las contribuciones de los trabajadores a los esquemas de pensiones obligatorios, es baja en gran parte de Latinoamérica y el Caribe. En promedio, sólo 45 de 100 trabajadores (de entre 15 y 64 años) contribuyen o están afiliados a un esquema de pensiones en los 19 países analizados, un porcentaje que no ha cambiado mucho en las últimas décadas, pese a las significativas reformas estructurales al sistema de pensiones, critica el organismo basándose en datos a 2010.

Esta situación, destaca la OCDE, es especialmente pronunciada en algunos países andinos y de Centroamérica, donde menos de 20% de la fuerza laboral total contribuye. En otro grupo de países, algunos de los cuales están entre los más dinámicos de la región (como Colombia, República Dominicana y México), sólo 30% a 40% de todos los trabajadores contribuye. Mientras, en países de mayores ingresos de la región, como Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Panamá y Uruguay, entre 50% y 70% de los trabajadores contribuye. “De todas maneras, esto es bajo para los estándares internacionales”, destaca el organismo.

Según la OCDE, las reformas estructurales al sistema en la región, tras la experiencia de Chile en 1981, no cambiaron este panorama.

Lagunas previsionales

Otro problema, a juicio de la OCDE es la densidad de las cotizaciones. “Incluso en países donde un gran porcentaje de la fuerza laboral contribuye a la pensión, las contribuciones son a menudo demasiado irregulares para financiar pensiones adecuadas para la mayoría de la población”, destaca el organismo.

En Chile, El Salvador, México y Perú, un promedio de más de 40% de la población en edad de trabajar no está afiliada a un esquema de pensiones. Esto, explica la OCDE, es impulsado por la participación significativamente menor de las mujeres en comparación con los hombres. “Los registros administrativos sugieren que las contribuciones son incluso menores y más irregulares entre los afiliados. Según estos registros, más de la mitad de los afiliados en estos cuatro países latinoamericanos contribuyen por menos de seis meses al año”. Entre las mujeres, esta cantidad de afiliados de baja densidad sube a 55%, con la mayor proporción en Chile, donde 60% de las mujeres afiliadas al sistema de pensiones han contribuido por menos de 50% del tiempo.

De todas maneras, el informe sostiene que algunos países han expandido la participación de individuos de 65 años o más que reciben beneficios de pensiones, mayormente a través de pensiones no contributivas y regímenes especiales para los empleados por cuenta propia.

“Sólo Brasil, Chile, Costa Rica y Uruguay parecen tener ahorros significativos de los empleados por cuenta propia. La afiliación voluntaria en algunos casos, la falta de supervisión pese a la afiliación obligatoria en otros, y los factores usuales detrás de los bajos ahorros en las pensiones explican esta situación desafiante”, sostiene la OCDE.

Según el informe, el bajo nivel de contribución refleja una serie de características socioeconómicas, principalmente educación, género e ingresos. En cuanto al género, el promedio de participación de la fuerza de trabajo para las mujeres en Latinoamérica y el Caribe es 56% en comparación con 83% para los hombres. La brecha de género va desde 20% en Bolivia, Chile, Jamaica y Uruguay a 40% en Guatemala, Honduras y México.

Las mujeres generalmente reportan menos años de empleo formal que los hombres debido a las interrupciones en la carrera para la crianza de los niños y otras responsabilidades similares y de ciertas políticas de pensiones que las incentivan a jubilar antes, explica la OCDE. “Estos hechos, junto con una mayor expectativa de vida, se traducen en que la mujer en promedio pasa períodos más largos en jubilación con menores pensiones, elevando la probabilidad de pobreza femenina en la vejez. Sin embargo, una comparación entre Chile y Brasil mostró que una parte significativa de las mujeres que trabaja en diferentes categorías de empleos informales en ambos países tiene una pensión “indirecta” a través de las contribuciones de sus cónyuges”.

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