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Crisis de los 40: “Uno conoce verdaderamente al otro en el momento de la separación”

Esta semana termina la historia de Catalina, que ya no soporta a su marido, pero decidió realizar un radical cambio en su vida.

Crisis de los 40: “Uno conoce verdaderamente al otro en el momento de la separación”

Esta semana se despide Catalina del diván del líder con un triunfo laboral y una incógnita matrimonial. Y es que Cata, pese a su jefe, logró conquistar al directorio de su empresa y fue elegida para asumir la gerencia general el segundo semestre. Con esta alegría llega a casa, donde su marido -al igual que su jefe- comparte a medias la buena noticia.

Sí, la relación con Ismael no pasa por el mejor momento y quizás, como sostiene el psicoanalista Luciano Lutereau, “haya algo de verdad en esa frase que dice que uno conoce verdaderamente al otro en el momento de la separación”. Pero no nos adelantemos y mejor escuchemos directamente a Catalina.

Crisis de los 40: “Uno conoce verdaderamente al otro en el momento de la separación”

Hola Sebastián. ¿Sabes una cosa? Siempre me violentó que los hombres, cuando se frustran con nosotras, nos tildan de locas, pero esta semana creo que aplica. En la pega tuve una extraordinaria semana. Mi jefe se fue de vacaciones con su nueva polola y el director ejecutivo me invitó a almorzar para anunciarme que en agosto asumiré la gerencia general.

Felicitaciones…

Por supuesto, como esto igual es un club de Toby, mi jefe ya estaba al tanto de todo. Desde Tulum me mandó sus felicitaciones y el descarado me hizo saber que él me había propuesto… Ay Sebastián, todo es muy cínico, pues en el último directorio a Fernando no le quedó más que aceptar que yo era una buena carta para sucederlo. Yo sé que él tenía a otro en mente. Así, aparte de tener que ver sus selfies con su polola en la playa, he tenido que sostener y alabar su inmensa egolatría. Básicamente mi nombramiento no hubiera ocurrido si no es por él. En fin, me tragué varios sapos y culebras, le puse corazones a sus fotos… y cuando el viernes llegué a casa con ganas de celebrar… (silencio)

¿Qué pasó?

¡Me da rabia recordar! Tu entiendes que estas cosas no se pueden comentar ni menos celebrar hasta que pasen, pero esa tarde le di de comer a las niñitas y en la sobremesa le comenté a Ismael que el director ejecutivo me había llamado para anunciarme que el segundo semestre asumía la gerencia general. ¿Cuál crees fue la reacción de Ismael?

¿Sonreír?

¡Exacto! ¡Tal como sonríe cuando le gusta un plato de comida vegano o cuando le dices que no tiene que ir a buscar a las niñitas al entrenamiento! ¡Le dio igual! Y como no pude aguantar la mirada asesina, el muy pelotudo me dijo que se alegraba por mí, pues él sabía que estas cosas me importan. ¿Puedes creerlo? ¡El desgraciado puede darse el gusto de hacer yoga y meditar todo el día sin trabajarle un peso a nadie gracias a mi pega! Pero no, él está convencido de que como ha renunciado al mundo material ya no necesita nada... Imagínate que después de vender el auto, ha vendido todas sus raquetas de tenis, sus palas de padel, su iphone y quien sabe cuantas cosas más para financiar su sueño de ser instructor de yoga. Y claro, como yo puedo pagar todo lo demás el descansa en que a mi me gusta este mundo material. Sí, me gusta ganar plata y soy prisionera de la rueda de la vida. ¿Está de patio? ¿Estoy loca? No me respondas…

Está bien…

Lo siento y con esto termino. Esa noche no hablamos más con Ismael y el sábado fui al típico almuerzo familiar donde mis papás… sin él. ¿Sorprendidos? Sí y después de vomitarles todo lo que me venía aguantando desde el año pasado, mi familia terminó defendiendo al pobre Ismael. Temía que esto pasara, pero igual confiaba en que en esta oportunidad podían ponerse en mi lugar. Una idiota. Una vez más me equivoqué.

¿En qué?

Ismael es como un hijo para mis papás y mis hermanos crecieron con él. Mis cuñadas lo aman y para todos tengo demasiada suerte de haberme casado con un hombre sensible, cariñoso y apañador. Desde que pololeábamos ha pasado siempre las vacaciones con mi familia y nunca ha reclamado. Mis hermanos aprendieron a jugar tenis con él y según mis queridos papás gracias a él me domestiqué. ¡Me odio!

¿Por qué?

Por suponer que esta información iba a cambiar la manera de pensar de mi familia. Pero no, encontraron que estaba siendo dura, injusta, que seguramente Ismael estaba pasando por un mal momento y que a mi no me vendría mal relajarme un tanto, tal vez seguirlo a clase de yoga o ponerme a meditar… Quedé tan mal, que esa noche dejé a las niñitas con Ismael y me fui a tomar con unas amigas porque no podía parar de llorar. Sebastián, se suponía era una buena semana. Por primera vez una mujer va a ser gerente general en esta empresa. Fui reconocida y valorada por el directorio y hasta el pelotudo de mi jefe estuvo de acuerdo en que soy “la mujer indicada”. Todo mal con Ismael, con mi familia y mis amigas no lo hicieron mejor, pues entre líneas estaba el tema de que trabajo mucho, de que tal vez esto haya resentido la relación, que me estreso mucho, no me relajo…

¿Y tú que piensas?

Mira, lo único que me dejó tranquila es que las niñas me esperaron despiertas. Querían estar conmigo antes de acostarse y no sabes la felicidad que me dio que Ismael se fuera de la cama y me quedara con las tres acostada. Me abrazaban, me besaban, me decían que me habían echado de menos, que era la mejor mamá del mundo y que no le hiciera caso al papá, pues critica mucho y se la pasa pegado al teléfono (silencio).

¿Pasó algo?

Me da un poco de vergüenza contarte esto, pero esperé a que las niñas se durmieran para escribirle a Fernando.

¿Tu jefe?

Sí, necesitaba reunir valor, así que le conté las últimas novedades. Sin reírse ni hacer ninguno de sus típicos comentarios desatinados, me mandó el contacto de su abogado y me puso… ordena la casa… Sebastián, quedé plop, pero creo que Fernando es el único que me ve y escucha. Y después de hablar con él no pude evitar hacer lo que se supone hacemos todas las mujeres.

¿Mirar el teléfono del marido y revisar todos sus bolsillos?

Tal cual. Me sentí patética. ¡Tuve nauseas sin haber prendido el celular! En esto entra Ismael. Sebastián, no tuve que decir nada. Su cara de horror lo decía todo y ante mi silencio se empezó a hundir. No es lo que piensas Cata. Después quiso averiguar cuanto sabía… Y cuando empezó con el discurso de que había violentado su privacidad, lo fulminé con la mirada. Ahí se desarmó. Fue patético. Se puso a llorar y a pedirme perdón. Y ahí me acordé lo que me había dicho Fernando la semana pasada. Todavía no tiene una mina que lo mantenga y por eso está lloriqueando. No ha llegado esa Cata 2.0. y frente a perderlo todo se tiró al piso y me mostró el cuello. Me dio pena, rabia, pero desde entonces no hablamos. Es como si viviera con un fantasma. Ronda por ahí (silencio). ¿Te cuento una última cosa?

¿Qué?

No me da la energía para tomar una decisión. Decidí enfocarme en ser la primera gerente general y la mejor mamá. Si Ismael ayuda bien, sino también. Contraté nana puertas adentro y ahora las niñas van y vienen del colegio en liebre. ¿Resultado? Sin decir una palabra Ismael dejó el yoga, se bajó del viaje a la India y empezó a buscar pega. ¿Mis suegros? Felices. ¿Mi familia? Tranquila. ¿Mis niñas? Frágiles y asustadas, pegadas como lapa a mí. ¿Pero sabes qué? Cuando nos acostamos las cuatro en la cama estamos mejor que nunca. Tal vez, como dijo Fernando, eso sea todo. Ismael me dio tres hermosas hijas. ¿Qué más le puedo pedir? Nunca me engañó.

Para el psicoanalista Gabriel Rolón, el amor y el éxito generan situaciones engañosas para los protagonistas, ya que por instantes se sienten completos. Para este autor, tanto el éxito como el amor pueden perdurar; no así la sensación de completud, pues esta dura muy poco.

Sí, “las personas exitosas sufren y desean. También los enamorados sufren y desean” pues hay una búsqueda que no para nunca y es por eso que en su libro La Felicidad este analista argentino nos pregunta: ¿Por qué elegimos siempre mal? ¿Por qué nos quedamos en relaciones que ya no deseamos? ¿Por qué seguimos junto a personas que nos lastiman? ¿Por qué boicoteamos nuestros proyectos cuando están a punto de concretarse? ¿Por qué arriesgamos las cosas que más nos importan por otras intrascendentes?”

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