El sur también existe


Para muchos lectores este título evocará un poema de Mario Benedetti, para otros el mismo poema cantado por Joan Manuel Serrat. Lamento desilusionarlos, pero esta es una columna más sobre coronavirus, donde sí, el sur también existe, desde dos perspectivas diferentes y complementarias.

Primero estamos nosotros, como país, al sur del mundo. Hoy en día esto podría ser una ventaja comparativa, porque podemos mirar hacia el hemisferio norte y ver que han hecho bien y mal los países del norte y aprender de ellos. Pongamos como ejemplo a España, Italia, Francia y Alemania, países del viejo mundo con los que nos podemos sentir más o menos representados.

Al 15 de abril de 2020, se han reportado en el mundo 2.041.553 pacientes infectados por este nuevo coronavirus, llamado científicamente SARS-CoV-2, sumando ya una cifra de 130.982 fallecidos. Los cinco países con más personas infectadas son Estados Unidos, España, Italia, Francia, Alemania e Inglaterra, superando en número a lo informado por China, que ocupa hoy el séptimo lugar (82.295 pacientes).

Más allá del número absoluto de casos en estos cinco países, hay una diferencia significativa de letalidad, vale decir del número de personas que mueren de entre las que tienen el diagnóstico de Covid-19, sigla con la que se conoce la enfermedad causada por este virus. La letalidad va de 12,7% en Italia y 10% en España y Francia, a 2% en Alemania.

¿Qué han hecho distinto en Alemania? Han hecho un cierre precoz de colegios, hogares de ancianos y fronteras. Sobre eso han hecho un diagnóstico poblacional masivo y a eso han sumado medidas serias de distanciamiento social para los positivos y sus contactos, con rigurosidad de la población en acatar las instrucciones sanitarias.

En segundo lugar, volviendo al verso de “El sur también existe” está nuestro sur, el de Chile, que alberga desde la región de la Araucanía hasta la de Magallanes menos del 14% de la población total del país y que sin embargo acumula el 23% de los casos totales de pacientes diagnosticados y aún más preocupante, el 35% de los fallecidos, con una letalidad comparativamente más alta en La Araucanía y Magallanes que en resto del territorio nacional.

Que aguantemos esta pandemia con el menor dolor posible depende de que seamos capaces de entender a qué país del norte del mundo nos queremos parecer y qué vamos a hacer con las regiones del sur de Chile. Las preguntas clave son: ¿Cuánto queremos invertir en prevención y en diagnóstico? ¿Cuán rigurosos queremos ser con las medidas sanitarias? ¿Cómo vamos a proteger a nuestro sur? ¿Cómo nos vamos a asegurar de tener la equidad necesaria en el acceso a la prevención, al diagnóstico y particularmente importante, a las Unidades de cuidado intensivo en cada región y ciudad de Chile?

La capacidad de las regiones de la Araucanía, Los Ríos, Los Lagos, Aysén y Magallanes de hacerse cargo del manejo de su alto número de pacientes depende particularmente del acceso al diagnóstico y de la disponibilidad de acceso a unidades de paciente crítico y a ventilación mecánica para los pacientes graves.

Más allá de la imaginación necesaria para interpretar el verso que inspira esta columna, necesitamos mayor imaginación aún para visualizar a este enemigo invisible, versátil, capaz de provocar distintas manifestaciones clínicas, capaz de afectar desde recién nacidos a ancianos, que lentamente se está llevando a nuestros abuelos.

La prevención depende de ti, que estás leyendo esta columna y de todos aquellos que no la están leyendo, de niños, adultos y viejos, de gente de derecha y de izquierda, de pobres y de ricos. El virus no discrimina, el acceso a la salud sí lo hace. Está en nuestras manos, como sociedad, comportarnos a la altura de las circunstancias, cómo un solo país, buscando la equidad en la prevención, en la oportunidad diagnóstica, en la atención de salud y en el acceso a Unidades de cuidado intensivo a lo largo de todo el país.

* Pediatra Infectóloga. Profesor Titular Facultad de Medicina Universidad de Chile.

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