Columna de Francisco Soto: Los efectos adversos de los plebiscitos dirimentes

FOTO: DIEGO MARTIN / AGENCIAUNO

De ahí que resulte evidente la lección para nuestra Convención: más que llevar las diferencias a la ciudadanía, polarizándola a través de plebiscitos, su misión es buscar amplios acuerdos al interior de los distintos sectores que la integran.



Los progresos realizados por la Comisión de Reglamento de la Convención pueden verse afectados con la propuesta aprobada en la Comisión de Participación, referida a introducir plebiscitos dirimentes para las materias que no logren alcanzar los dos tercios. A nuestro juicio, el problema mayor de los plebiscitos dirimentes no es sólo de constitucionalidad, que obligaría por lo demás la intervención de la Corte Suprema (a través de cinco ministros) según lo establece el artículo 136 de la Constitución, sino lo más grave, afecta a la legitimidad ciudadana de la propia Convención.

La experiencia comparada es bastante contundente en este sentido. Bolivia (2006-2009) es el ejemplo más cercano, ya que junto con establecer los 2/3 contempló el mecanismo del referéndum para resolver los conflictos al interior de la Convención. Las consecuencias fueron un proceso fuertemente polarizado y tras las sucesivas consultas, obligaron al gobierno de Evo Morales a buscar por fuera de la Convención los acuerdos que permitieran destrabar los conflictos constitucionales que se hicieron inmanejables.

De ahí que resulte evidente la lección para nuestra Convención: más que llevar las diferencias a la ciudadanía, polarizándola a través de plebiscitos, su misión es buscar amplios acuerdos al interior de los distintos sectores que la integran.

Por lo demás, el mandato por buscar acuerdos es un imperativo que la misma ciudadanía impuso en la elección de la Convención del pasado mes de mayo y que se viene reflejando en la sucesivas encuestas como la de Criteria y La Tercera, donde por casi un 80% se privilegia la búsqueda de acuerdos que sean lo más inclusivos posibles frente a la imposición de definiciones. Así en la percepción de la ciudadanía, cada vez que la Convención se ve como polarizada y sin capacidad de construir acuerdos, ella baja en su credibilidad y - por el contrario- sube si logra ponerse de acuerdo.

En definitiva, nos enfrentamos a semanas cruciales para la Convención y su forma de resolver sus diferencias; sin duda estas marcarán el destino de nuestro proceso constituyente.

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