Revista Que Pasa

Cine: ¿Por qué tan serio?: Un ejemplo para todos

Nielsen se hacía el tonto, pero no lo era y supo, antes que yo, que filmes como La aventura del Poseidón eran basura cara, eran extravagancias infantiloides que provocaban risa sin quererlo.<br>

Leslie Nielsen, que falleció esta semana a la edad de 84 años, protagonizó lo que -a los 9 - fue mi película favorita, una cinta que me parecía cósmica, irrepetible y fascinante. Pocas cintas me han impresionado tanto o he visto tantas veces como La aventura del Poseidón, la superproducción que mezclaba el mito del Titanic con el género en boga en ese momento: el cine de catástrofe. Nielsen era nada menos que el capitán de la lujosa nave que está cruzando el Atlántico la noche de Año Nuevo. Pero no hay iceberg; hay una ola gigante producto -creo- de un terremoto en alguna parte. Leslie Nielsen -muy serio, canoso, con su uniforme recién planchado- ve la ola a través de sus binoculares y sabe que su vida ha llegado a su fin. Oh, my God! se dice a sí mismo. Lo que no sabía es que también su persona estaba muriendo. Nielsen, en la cinta más "importante" y costosa de su carrera, muere ahogado en el primer acto, pero su segundo acto recién estaba partiendo.

No tengo claro cómo Leslie Nielsen aceptó dejar de ser Leslie Nielsen y pasó a ser, bueno, Leslie Nielsen el ícono pop cómico de los 80, uno de los comediantes claves del siglo XX, un precursor de todo el humor paródico y posmoderno del que bebemos, pero sí tengo claro cuándo: en el primer acto de ¿Y dónde está el piloto? y el célebre monólogo del pescado envenenado que, impresionantemente, era cien por ciento apropiado del filme de aviones-en-problemas titulado La hora cero.

Nielsen se transformó de inmediato en la cara icónica y canosa de un trío (sí, un trío) de cineastas que hoy merecen estar muy arriba en la lista de genios que dejaron una huella. Me refiero a los ZAZ (Zucker, Abrahams y Zucker), los directores de clásicos (¿quedan dudas que son obras maestras?) como ¿¡ Super Secreto !? y la trilogía de las surrealistas ¿Y dónde está el policía?, construidas a partir de las torpezas de Leslie Nielsen. Todo cineasta necesita un álter ego (aunque tenga tres cabezas) y estos amigos criados con lo peor de la cultura pop televisiva y de los 35 mm desechables lo encontraron en el gran Leslie Nielsen. Lo insólito de esta historia es que Nielsen aceptó partir de cero (¿La hora cero?) y se arriesgó a arruinar su carrera. Mejor dicho: tuvo los cojones de desechar todo lo que hizo antes (o no hizo: porque nunca logró ser más que un galán de tercera) y tomar su tercera edad con humor. Hoy, fenómenos como Betty White (vejez cool) o Bill Murray (cómico pop que se vuelve actor de culto en cintas indies) no se explican sin la valentía de Nielsen que, de una, en una movida casi suicida, en una jugada tan arriesgada como maestra, optó por apostar 100% y, tal como debe ser cuando hay arte involucrado, no pensar en las consecuencias. Estaba claro que no podría volver atrás. Nunca más roles serios en cintas poco serias. Nielsen se hacía el tonto, pero no lo era y supo, antes que yo, que filmes como La aventura del Poseidón eran basura cara, eran extravagancias infantiloides que provocaban risa sin quererlo. No todas las personas logran encontrarse durante su camino con la posibilidad de cambiar y desviarse de una ruta que les parecía ya trazada; Nielsen lo hizo y ese gesto no es cómico sino más bien conmovedor.

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

Contenidos exclusivos y descuentos especiales

Digital + LT Beneficios$3.990/mes por 3 meses SUSCRÍBETE