Por Paulina ReyesPablo Allard: “Si concentramos el esfuerzo en que nuestras ciudades sean más eficientes vamos a ganarle la batalla al cambio climático”
Las ciudades tienen hoy los principales desafíos climáticos y sociales, pero también las mayores oportunidades de cambio. Pablo Allard, decano de Arquitectura y Arte de la UDD, plantea que impulsar ciudades más eficientes, inclusivas y bien planificadas es clave para enfrentar el cambio climático, reducir desigualdades y mejorar la calidad de vida en el país.

En un nuevo capítulo de Hub Sustentabilidad de Radio Duna, el arquitecto y urbanista Pablo Allard, decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad del Desarrollo y experto en sostenibilidad urbana, abordó el rol que tienen las ciudades frente al cambio climático, la crisis habitacional y las demandas de justicia social, con una mirada que combina diagnóstico crítico y optimismo estratégico.
Desde el inicio, Allard puso el foco en las tres principales dimensiones de la sostenibilidad, todas igual de importantes. “Siempre se habla del triángulo, de la sostenibilidad ambiental o ecológica, la económica, para poder financiar cualquier proyecto sustentable en el tiempo, y la social, que es el capital humano. Esa tríada es invencible, porque si no se producen desbalances”, explicó, subrayando que el desarrollo sustentable “no es antidesarrollo”, sino aquel que permite satisfacer las necesidades actuales sin comprometer las de las futuras generaciones.
Uno de los puntos centrales de la entrevista fue el rol de las ciudades en la crisis climática. Para Allard, el diagnóstico es claro: “Uno de los grandes culpables del cambio climático y de la crisis ecológica que estamos viviendo ahora y también de muchas de las crisis sociales, es la ciudad”. En esta línea, asegura que las ciudades concentran el 76% del consumo energético global y emiten más del 60% de los gases de efecto invernadero. Sin embargo, el urbanista advierte que ahí mismo está la solución: “Las ciudades claramente son el problema, pero también son la solución, y eso es lo más bonito”.
El arquitecto destacó que las ciudades ocupan menos del 3% de la superficie del planeta, lo que las convierte en un “atajo” para enfrentar el cambio climático. “Si concentramos nuestro esfuerzo en que nuestras ciudades sean más eficientes en el uso de la energía, del agua, en promover economías circulares y reducir emisiones, vamos a ganarle la batalla al cambio climático”, afirmó. Más aún, considerando que la población mundial es cada vez más urbana: hoy más del 50% de la humanidad vive en ciudades, cifra que podría llegar al 70% en 2035 y al 90% hacia 2100. “Chile vive en el futuro”, remarcó Allard, recordando que cerca del 90% de los chilenos ya vive en zonas urbanas.
Durante la conversación se abordó también la relación entre ciudad y cohesión social, una temática que instala seguido en la sala de clases junto a sus estudiantes, según cuenta. “Las ciudades son fiel reflejo de una sociedad. Una sociedad fragmentada se manifiesta en ciudades fragmentadas, violentas y segregadas; una ciudad integrada y sana refleja una sociedad sana”, sostuvo. Pese al diagnóstico de segregación urbana en Chile, Allard se mostró optimista: “Hemos avanzado mucho y soy muy optimista respecto al bienestar de nuestras ciudades y también de nuestro medio ambiente”.
En esa línea, identificó tres grandes “drivers” que estarían marcando una diferencia en el camino hacia la sostenibilidad en Chile. El primero es la conservación: “Chile va a ser una gran reserva de entornos silvestres de alto valor ecológico, y eso lo tienen pocos países en el mundo”, señaló, destacando políticas públicas, donaciones privadas y nuevos sistemas de gestión de la biodiversidad.
El segundo driver es la ciudad. Pese a que reconoce la gravedad de la crisis habitacional, con cerca de 650 mil familias sin hogar y más de 120 mil viviendo en campamentos, lo que considera un desastre, Allard asegura que Chile aún tiene una ventaja comparativa: “Chile es de los pocos países del sur global que todavía le puede ganar la batalla a los campamentos y garantizar el acceso universal a la vivienda en menos de 10 años”. Con esto, destacó que el país cuenta con una institucionalidad robusta, como el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, y una trayectoria que permitió que más de 4 millones de hogares accedieran a soluciones habitacionales con apoyo del Estado.
El tercer elemento es el cambio de paradigma en los proyectos de inversión y la “mal llamada permisología”. Para Allard, más que un obstáculo, la regulación ambiental es una oportunidad para generar valor compartido. “La única manera de validarse hoy es generando confianza, no arreglando los conflictos a billetazos”, afirmó, destacando cómo la industria ha comenzado a anticipar la participación ciudadana y a diseñar proyectos que integren beneficios reales para las comunidades. “Dejaron de ser empresas de infraestructura y pasaron a ser empresas de servicios. Aquí lo más bonito es que las obras civiles ya tienen que empezar a ser obras cívicas”, indicó.
Ya hacia el final de la entrevista, Allard volvió a una idea transversal de mirar los desafíos como oportunidades. “A veces el subdesarrollo te permite dar el salto del sapo, aprovechar nuevas tecnologías más baratas y más eficientes”, señaló, aplicándolo al urbanismo, la infraestructura y la equidad territorial.
“En cada necesidad no hay un derecho, hay una oportunidad, y tenemos que educarnos, prepararnos y dar la pelea por generar soluciones, en vez de seguir discutiendo y llorando”, terminó diciendo.
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