Antivacunas vs. científicos: se enciende la batalla

jeringa war capas web 1

Después de más de una década recluidos en redes sociales, los antivacunas chilenos decidieron hacerse notar. Hoy contratan abogados, se organizan en regiones y piden citas con parlamentarios. Del otro lado, científicos y autoridades encienden alarmas. Las autoridades prenden alarmas: "Para nosotros, estos grupos antivacunas son una preocupación", dice Paula Daza, subsecretaria de Salud Pública.


Columna de Patricio de la Paz, Editor de Tendencias de La Tercera | La portada que molesta: Lo que hicimos mal, lo que quisimos decir

Ocurrió hace un mes y medio en la oficina del periódico de medicina alternativa El Guardián de la Salud. Allí, en calle Diagonal Paraguay, ocho personas se reunieron con un objetivo común: coordinarse para enfrentar dos proyectos de ley presentados en mayo y junio en el Congreso que buscan endurecer la normativa de vacunación en Chile. En esta cita en el centro de Santiago, eso se leyó de una única manera: que los están obligando a vacunar a sus hijos.

Todos en esa reunión pertenecían al grupo de Facebook "Libertad de vacunación para un Chile Democrático", que cuenta con 12 mil seguidores y que hace unas semanas pasó a ser secreto: hoy la única forma de que alguien lo encuentre y lea sus mensajes es a través de la invitación de un miembro.

"Ya no somos foro de debate y opiniones, ése tiempo ya pasó. Es hora de organizarse y de luchar", escribió uno de sus administradores, antes de borrar su propia cuenta Facebook. La ofensiva antivacuna había comenzado.

"Lamentablemente, por cómo se dan las políticas hoy, vamos a tener que entrar a jugar un poco más frontal contra el poder coercitivo del Estado. Ya no sirve mantenerse en las sombras, tenemos que mostrar quiénes somos, cómo estamos conformados, qué queremos", dice Patricio Maruri, 46 años, ex carabinero, actual soldador, asistente a la reunión en El Guardián de la Salud y declarado antivacunas.

Maruri cuenta que crearon otro grupo de Facebook, también secreto y más exclusivo: 160 miembros que califica como "la élite antivacunas de Chile". Explica que tienen reuniones semanales por videoconferencia, que trabajan con abogados para constituirse legalmente como corporación y que ya empezaron a pedir reuniones con diputados. La primera se solicitó hace más de un mes con Andrés Celis, autor de uno de los proyectos de ley, quien rechazó el encuentro.

"No somos un movimiento, simplemente somos un grupo de padres preocupados por la salud de sus hijos y que buscan las mejores alternativas para ellos", explica Maruri sobre el grupo. Agrega que ya hay gente trabajando en regiones y que han tenido reuniones en Santiago, La Serena, Antofagasta, Iquique y Temuco.

Desde el gobierno reconocen su incomodidad. "Para nosotros estos grupos antivacunas son una preocupación", señala Paula Daza, subsecretaria de Salud Pública. Un sentimiento que es compartido por los médicos. Como la infectóloga pediátrica Katia Abarca, de la Red de Salud UC Christus, quien comenta: "Me parece preocupante que los grupos antivacunas estén creciendo y organizándose porque en muchas ocasiones ponen en peligro una herramienta de salud pública de gran eficacia y generan muchas dudas en la población".

María Paz Bertoglia, vicepresidenta de la Sociedad Chilena de Epidemiología y académica de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, reitera que las vacunas son seguras y que la promoción de miedos infundados sobre ellas es una de las causas de la disminución de coberturas de vacunación en varios países y de la reaparición de enfermedades que estaban controladas. Un ejemplo, dice, es el sarampión: según la OMS, en 2016 había desaparecido en América, pero hoy está presente en 12 países de la región, incluido Chile. "Una pequeña disminución de coberturas de vacunación tiene como consecuencia la rápida reaparición de casos y de fallecidos", explica.

El peso de internet

María Paz Bertoglia dice que en Chile los antivacunas comenzaron a verse de forma aislada en los 2000. Con los años fueron creciendo. El primer caso mediático ocurrió en 2012, cuando Desiree Becerra no quiso vacunar a su hija y el Servicio de Salud de Talcahuano interpuso un recurso de protección a favor de la niña de cinco meses: finalmente, la Corte Suprema confirmó que la debía vacunar. En 2014, el grupo reapareció a propósito del proyecto de ley que buscaba prohibir el timerosal en las vacunas: se reunieron con parlamentarios y expusieron en las comisiones de Salud de ambas cámaras; pero cuando la ley iba a ser promulgada tuvo veto presidencial tras recibir fuertes críticas de la comunidad médica. En 2016, los antivacunas estuvieron con los padres que presentaron recursos de protección para evitar la vacunación de adolescentes contra el Virus del Papiloma Humano (VPH)

Excepto estas apariciones públicas, todo el resto de sus movimientos han sido a través de sus redes sociales, siempre parapetados. Clave en esto fue el grupo de Facebook "Libertad de vacunación por un Chile democrático", creado en 2012.

"Acá todos tienen hijos. Somos gente educada, instruida, correcta", cuenta Consuelo Silva, 41 años, vendedora, madre de cuatro hijos y participante de la reunión en El Guardián de la Salud. Explica que en el grupo hay hombres y mujeres, de distintas edades, en su mayoría profesionales o técnicos.

Buscan y comparten información por Facebook. Son activos en eso. Se envían noticias sobre reacciones adversas a vacunas, videos, trabajos, entrevistas a personajes como Robert De Niro -famoso antivacuna- y ensayos que denuncian los efectos que, según ellos, la industria farmacéutica busca ocultar. Silva dice que la mayoría de la información que ella comparte la extrae de PubMed, un motor de búsqueda en internet de libre acceso a artículos médicos, y de la página del Departamento de Salud de Estados Unidos. "También pertenezco a grupos de Facebook antivacunas de enfermeros, médicos, investigadores y periodistas en distintos países", agrega.

[caption id="attachment_109301" align="aligncenter" width="612"]

Foto: Agenciauno[/caption]

Bertoglia explica que, aunque lo anterior puede parecer una acción muy masiva, no necesariamente es así: las redes sociales, que son las principales aliadas de estos grupos, amplifican su mensaje y los hacen parecer más grandes de lo que son.

"Nosotros entregamos información por redes sociales, porque las noticias ya no son un centro objetivo de información, lamentablemente", se defiende Patricio Maruri. "Hay bastante información en YouTube, aunque han retirado mucho material".

Al respecto, distintos organismos médicos han denunciado la gran cantidad de noticias falsas que hay sobre vacunación en internet. En marzo, por ejemplo, la Academia Americana de Pediatría les exigió a Facebook, Google y Pinterest que detuviera la información falsa sobre el tema.

"Al final, internet es un arma extraordinariamente poderosa; y se puede usar para el bien y para el mal. Para bien, se puede llegar en cinco minutos a artículos médicos originales. Pero en el otro sentido, dos personas pueden decir que las vacunas son malas basadas en información falsa", dice Ricardo Espinoza, infectólogo de la Clínica Las Condes. "Una pareja joven u otra que ha tenido problemas para tener un hijo, leen esos artículos sin fundamentos científicos y tienen miedo. ¿Cuál es el arma más poderosa de los antivacunas? El miedo a que lo que más quieres en la vida, como es un hijo, lo hieras. Por eso se decide no vacunar".

En un quiosco

Otro ingrediente de la ofensiva antivacuna son las visitas internacionales. En el grupo están haciendo gestiones para traer a la doctora y homeópata argentina Concepción "Chinda" Brandolino; y al técnico en emergencias Matías Díaz, creador de la página "Argentina sin vacunas" y promotor de la derogación de la ley que establece la obligatoriedad de vacunación. Ambos vendrían este año.

Visitas que, si resultan, seguro serán cubiertas por El Guardián de la Salud, que tiene un lugar importante como fuente de información del grupo. Este periódico fue fundado en Chile hace 15 años por el australiano Ronald Modra; y hoy editan 44 mil ejemplares mensuales que se distribuyen de Arica a Punta Arenas. "Denunciamos lo que los otros medios no informan. Por eso lo de las vacunas está dentro de nuestros contenidos", explica Ruth Modra, hija del fundador, naturópata, antivacuna y editora del diario.

Fue una de sus portadas la que hizo que Patricio Maruri se transformara en antivacunas. En marzo de 2011 iba a su trabajo y lo vio en un quiosco. "Las vacunas son peligrosas y nunca deberían ser inyectadas en nadie", decía el titular de una entrevista a Suzanne Humphries, doctora estadounidense y activista antivacunas. "Ese fue el detonante. Empecé a investigar por mi cuenta y después me uní al grupo", recuerda Maruri.

En esa época, su ex mujer tenía tres meses de embarazo. "No teníamos consenso. Ella tenía una postura muy dura de vacunar y se negaba a recibir información. Una amiga me recomendó 'tocarle la fibra'", cuenta. "Entonces le mostré un video de YouTube sobre lo que le podía pasar a nuestro hijo si tenía reacciones con las vacunas. Salía una mamá con un hijo sano, al que vacunan y al día siguiente amanece ya en regresión con un autismo declarado. Eso la hizo reaccionar".

Frente a videos como ésos, evidentemente falsos, la epidemióloga Bertoglia es clara. Dice que años de evidencia científica demuestran que las vacunas son seguras y no causan autismo. Maruri contraataca: "Mi hijo hoy tiene siete años, buena salud y ninguna vacuna puesta".

El doctor Gabriel Rada, director del Programa de Salud Basada en Evidencia de la UC y presidente de la fundación Epistemonikos, también se refiere a lo del autismo: "Estos son algunos de los argumentos más recurrentes de estos movimientos. Pero todas estas asociaciones han sido descartadas por la ciencia de manera clara y categórica. A modo de ejemplo, la supuesta relación entre timerosal y el desarrollo de autismo motivó que en el Parlamento chileno se propusiera una ley que buscaba prohibir las vacunas que tuviesen este compuesto. Me tocó liderar el grupo investigador convocado por la Academia de Medicina a solicitud del Congreso y el Ministerio de Salud, y la conclusión fue categórica: el conjunto de la evidencia científica existente, que es muy voluminosa, permite descartar esta asociación".

No hay acuerdo

En Chile, el Programa Nacional de Inmunización (PNI) funciona a través de los vacunatorios públicos y privados, que están en contacto con las Seremis de Salud de cada región. Se estima que al año 1.600.000 personas son vacunadas, entre recién nacidos, niños, lactantes, adultos mayores y embarazadas. La campaña de influenza es un caso especial, con un total de 5.286.928 vacunados este año.

"La vacunación es obligatoria. Los padres no tienen derecho a decidir si van a vacunar o no, porque eso va en contra de los Derechos del Niño", explica la subsecretaria Daza. Según datos del Minsal, la tasa de rechazo a la vacunación -es decir, de padres que expresamente se niegan a vacunar a sus hijos sin certificados médicos que lo avalen- nunca ha superado el 1% entre 2012 y este año.

Consuelo Silva, por su parte, aclara que, como ella, en el grupo no todos se oponen a todas las vacunas que considera el calendario del Minsal. Este contempla la vacunación en distintos períodos de la vida de los niños: recién nacidos, a los dos, cuatro, seis, 12 y 18 meses. Después, ya en edad escolar, corresponden vacunas en primero, cuarto, quinto y octavo básico. Silva cuenta que ella opta por un sistema de vacunación "diferido": las vacunas que corresponden entre el nacimiento y los seis meses, a sus hijos se las pusieron después de los dos años. Esto lo hacen, explica, pensando en que el sistema inmunológico de niños tan pequeños aún no está preparado para las vacunas.

Frente a eso, la doctora Katia Abarca alerta: "Si se decide retrasar vacunas que son del primer año de vida a después de los 2 años, el niño va a estar expuesto a enfermedades que son mucho más frecuentes y graves en los lactantes pequeños. El primer año de vida es cuando hay mayor riesgo de contraer infecciones graves. Por ejemplo, si el niño no recibe la vacunación a los dos meses y lo hace después de los dos años, son dos años de riesgo de tener una meningitis por hemofilo o neumococo".

Estefanía Koscina -33 años, traductora- fue otra de las participantes de la reunión en El Guardián de la Salud. Llegó al grupo después de que el mayor de sus dos hijos desarrollara, según ella, síndrome de Asperger por el mercurio y aluminio contenidos en la vacuna de los 18 meses. "Creo que cada papá tiene derecho a informarse y que el pediatra sea sincero contigo", alega.

María Paz Bertoglia le responde. Explica que algunas vacunas contienen sales de aluminio para potenciar su efecto inmunizante hace más de 70 años y que "nunca se han registrado efectos adversos relacionados con su uso en vacunas. De hecho, la cantidad de aluminio que contienen de forma natural algunos alimentos que consumimos es mucho mayor que el que contienen las vacunas".

Como sea, Koscina anuncia que uno de los objetivos del grupo es la creación en Chile de una institucionalidad contra las reacciones adversas a las vacunas. Su referente es el Sistema para Reportar Reacciones Adversas a las Vacunas (VAERS, en inglés), el programa de Estados Unidos para vigilar la seguridad de las vacunas creado en 1990. "Vamos a exigir que si nos obligan a vacunar haya una ley de compensación", adelanta.

Desde la Subsecretaría de Salud Pública dicen que en Chile existe un sistema de farmacovigilancia desde 1995, que evalúa y registra los efectos adversos que podrían tener los medicamentos, incluidas las vacunas. Además, en 2010 se volvió obligatorio para los funcionarios de la salud notificar eventos adversos asociados a las vacunas. "La notificación es obligatoria", asegura Bertoglia.

Los efectos adversos de las vacunas es una de las banderas de lucha de sus detractores. "Si te dicen que existe un 0,2% de posibilidades de muerte con una vacuna y que en el gimnasio del colegio de tu hijo van a vacunar a 1.000 niños y que uno de ellos va a morir al azar, ¿permites que lo vacunen?", pregunta Consuelo Silva. Bertoglia contraataca: reconoce que, como toda intervención médica, las vacunas tienen algún efecto adverso, "pero este riesgo es mínimo cuando lo comparamos con el de enfermar o morir por las enfermedades que previene. Cada vacuna es estudiada en múltiples fases antes de ser incorporada en un programa, y en el centro de esas fases está la seguridad de los pacientes".

Médicos de la otra vereda

"En teoría, no te pueden obligar a vacunar a tus hijos. Nosotros tenemos un mandato constitucional que nos obliga a protegerlos. La Constitución deja expresamente claro que nuestra primera obligación como padres es defender la integridad física y síquica de nuestros hijos, incluso contra el poder del Estado", declara Patricio Maruri.

El Minsal no lo entiende así. Paula Daza explica que en el caso de padres que se niegan a vacunar, el protocolo del ministerio considera como primera medida que se les haga una consejería sobre los riesgos de no inmunizar. Luego, si persisten, deben firmar un documento responsabilizándose de las consecuencias. La última medida es que el médico o el director del servicio de atención donde esto sucede puede poner un recurso de protección a favor del niño, por vulneración de derechos, para que sea vacunado.

En sus conversaciones en redes sociales, los miembros del grupo antivacunas se intercambian nombres de médicos proclives a sus posturas. En esa lista está una doctora de la Universidad de Chile y estudios en Estados Unidos, que pide anonimato. Atiende en Ñuñoa. "Lo primero que hago es una evaluación médica del paciente. No es que dé la indicación de no vacunar porque tengo un sesgo contra la vacuna", explica. Ella evalúa antecedentes familiares e inmunológicos de la persona y cuando encuentra algo que indique que podría provocarse una reacción adversa, propone un calendario diferenciado de vacunación o inmunizar de otras formas, como homeopatía o inmunoterapia. La doctora reconoce que, por tiempo y costo, este proceso sería imposible de implementar por el Estado, pero habla de padres preocupados: "Estos papás, contrario a lo que flota en el ambiente, no son hippies ni personas que vivan en una secta. La inmensa mayoría tuvieron un hijo o un sobrino que convulsionó después de una vacuna, y no quieren correr ese riesgo".

Su posición le ha acarreado problemas con sus colegas: "No me invitan a ciertos cumpleaños, pero me da lo mismo". Agrega que no está sola, que hay unos 50 médicos que comparten sus aprensiones hacia las vacunas. Varios de esos nombres se repiten en las recomendaciones del Facebook antivacunas.

"Hay muchos médicos que saben que hay riesgos asociados a las vacunas, pero no lo van a decir en voz alta porque es muy feo estar en esta vereda y te arriesgas a que se vea cuestionada tu integridad profesional", dice. Y recuerda el caso de la pediatra española Isabel Bellostas, a quien en junio el Colegio de Médicos de Madrid inhabilitó durante un año por plantear que las vacunas causan autismo.

"No son sólo agrupaciones en Facebook que comparten videos en YouTube o memes sobre las vacunas; en Chile incluso existen profesionales de la salud que han compartido información errada sobre la seguridad, necesidad o efectividad de las vacunas", comenta la epidemióloga Bertoglia. "Ex presidentes del Colegio Médico, autoridades y políticos que, sin reconocerse antivacunas, han expresado en medios de comunicación mensajes preocupantes que no cuentan con evidencias científicas sobre la seguridad de las vacunas".

La batalla continúa.

Orígenes

El movimiento antivacunas en el mundo nació en 1998. Ese año, el médico británico Andrew Wakefield publicó un paper donde, después de estudiar a 12 niños con autismo, establecía un vínculo entre la vacuna triple vírica -contra el sarampión, la paperas y la rubéola- y este trastorno. Años después, otros científicos quisieron confirmar la tesis con una muestra de casos más grande, pero no lo consiguieron.

Esto no evitó, sin embargo, que el trabajo de Wakefield generara un descenso en las tasas de vacunación del Reino Unido.

Ante la falta de nueva evidencia, The Lancet, la revista científica que publicó el estudio, lo retiró de sus archivos en 2010. Y el Consejo General Médico del Reino Unido le prohibió a Wakefield ejercer su profesión por lo que calificaron como una irresponsabilidad. Un año después, el British Medical Journal lo acusó a él y al centro médico donde hizo el estudio de participar de un plan para ganar dinero: desarrollaban vacunas alternativas a las supuestamente "perjudiciales".

Aún así, el movimiento antivacunas ganó seguidores. Un informe de Unicef publicado en abril calculó que entre 2010 y 2017 un total de 169 millones de niños en el mundo no recibieron la vacuna contra el sarampión. O sea, un promedio de 21,1 millones de niños por año. Según Unicef, dentro de "los países de ingresos altos" con más casos, Chile ocupa el décimo lugar (136 mil niños) en ese lapso.

Varios países han reaccionado. Italia promulgó una ley que prohíbe que los niños menores de seis años sin su calendario de vacunación al día sigan yendo a la guardería o el jardín. En Alemania se tramita una normativa, que entraría en vigencia en marzo próximo, que multa con hasta 2.500 euros a los padres de niños en edad escolar que no los quieren vacunar contra el sarampión. Además, en Estados Unidos se hizo popular la historia de Ethan Lindenberger, un joven crecido en Ohio, hijo de padres antivacunas y que al cumplir los 18 años decidió ponerse todas las inmunizaciones que le habían negado. "Mis padres creen que las vacunas son alguna clase de maquinación del gobierno. Es algo realmente estúpido. Debido a sus creencias, nunca he sido vacunado; sólo Dios sabe cómo sigo con vida", dijo. De inmediato se convirtió en un símbolo provacunas.

Los proyectos de ley

El primer proyecto de ley sobre vacunación de este año fue presentado el 16 de mayo por un grupo transversal de diputados: propone modificar el Código Sanitario para que se establezcan medidas que hagan efectiva la obligatoriedad de vacunación en Chile. El detalle de esas medidas está en el segundo proyecto, presentado el 6 de junio por una parte de esos mismos diputados. Se propone que el cumplimiento del programa de vacunación sea un requisito cuando se quiera matricular a un alumno en la educación parvularia, básica y media chilena. Los dos proyectos están hoy en primer trámite constitucional en la Cámara de Diputados.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.