SEÑOR DIRECTOR:

Si bien nos encontramos en un año electoral, en el que el intercambio de declaraciones entre sectores dominará el debate público, resulta escalofriante constatar –no hay mejor expresión para describirlo– la escasa resonancia, o derechamente la elusión, en torno al desempleo estructural que afecta a nuestro país (8,8% según el último trimestre móvil febrero-abril, informado por el INE).

Es como si esas 907.718 personas desempleadas –dato también proporcionado por el INE– y, con ellas, sus familias, además de padecer el flagelo de la cesantía, han caído en la invisibilidad del espectro político. No existen.

Urge reactivar el debate en torno a medidas proempleo que restablezcan la centralidad del trabajo y su dignidad en la agenda pública.

Carlos Opazo

Abogado y académico