Nace una estrella: una historia correcta y no mucho más

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Bradley Cooper y Lady Gaga en una escena de Nace una estrella.

Nace una estrella es un ejemplo del estado del cine actual, en el que una cinta correcta que se preocupa de los seres humanos que pueblan su mundo, pasa de inmediato a posicionarse como una obra madura y de interés. No es para tanto.


Nace una estrella es de esa clase de películas llamada tanto a dividir aguas como a atraer nominaciones a cuanto premio existe. Para muchos será una obra maestra, mientras que para otros no será mucho más que un acertado y funcional drama de una historia ya vista infinidad de veces. Las cosas van más por la segunda opción, pero posiciona a Bradley Cooper, quien protagoniza, dirige y co-escribe el guión, como un eficiente artesano que tiene más que ofrecer que ser el tipo simpático y guapo del grupo.

Una historia ya llevada a la pantalla en los años 1937, 1954 y 1976 logrando en conjunto 18 nominaciones y dos premios de la Academia de Hollywood, Nace una estrella ha demostrado ser un material más que aprobado y aplaudido por la audiencia y la crítica; porque es difícil no caer rendido frente a la historia del cantante Jackson Maine (Cooper), un ídolo que ya va en retirada del éxito pero que aun llena algunas arenas, quien conoce a Ally (Lady Gaga), una aspirante a cantante que trabaja de mesera y canta algunas noches en un bar de transformistas. Es una historia que sale adelante dignamente con su conjunto de tribulaciones que vienen de la mano del amor, el alcoholismo, el ascenso a la fama, la caída en desgracia, la depresión y los excesos.

A todo ello se suma el hecho de que es una fábula anclada en el mundo de la música y protagonizada por una de las estrellas más famosas y controvertidas de la historia, como es Lady Gaga, quien de paso demuestra que sabe actuar y mostrarse vulnerable. Así tenemos como resultado una historia correcta, firmemente protagonizada por sus dos estrellas, pero ha sido elevada hasta un Valhala cinematográfico que no es para tanto.

Aciertos tiene, y muchos. Una primera mitad con un montaje acertado y que resulta de manera estupenda al presentar a este par de enamorados y sus primeras horas de romance, en las cuales se conocen, conversan, escriben y llegan juntos a un escenario. Romanticismo hecho eficazmente con un dueto de protagonistas que ilumina hasta el alma más oscura. En la segunda mitad la historia se estanca y no presenta novedad alguna, quedándose sin combustible y entregándose a un apurado y muy poco satisfactorio final, en el cual Cooper no se atreve a cambiar una brizna del material en el que se basa.

Nace una estrella es un ejemplo del estado del cine actual, en el que una cinta correcta que se preocupa de los seres humanos que pueblan su mundo, pasa de inmediato a posicionarse como una obra madura y de interés. No es para tanto.

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