Carmen Barros, Ema Pinto y Daniela Benítez: tres Carmelas y una Pérgola

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Las actrices Ema Pinto (50), Carmen Barros (94) y Daniela Benítez (33). Foto: Richard Ulloa.

Vino de San Rosendo a la ciudad y se convirtió en protagonista indiscutida del teatro chileno. Estas tres actrices interpretaron a la protagonista de La pérgola de las flores en distintas épocas, entre 1960 y el presente. Este viernes el GAM estrena una nueva versión de la comedia musical de Isidora Aguirre bajo la dirección de Héctor Noguera, y aquí las intérpretes desvisten al personaje y analizan cómo ha cambiado la popular obra en los últimos 60 años.


Isidora Aguirre no la quería para el papel "por ningún motivo". Tampoco Eugenio Guzmán, director de la primera Pérgola de las flores que debutó en el teatro Camilo Henríquez en 1960. Pero bastó que Eugenio Dittborn y el compositor Francisco Flores del Campo, dos buenos amigos suyos, oyeran la dulce voz de Carmen Barros para que la cantante y novata actriz fuese la primera en interpretar a la Carmela, esa inocente muchacha que venía del campo profundo a probar suerte al Santiago dividido y ruidoso de la época. Tenía 35 años.

Hoy, a sus 94, aún le produce nostalgia "pensar que la Carmela terminó metiéndome de lleno en el teatro", dice, pero nunca olvidó el rechazo que sintió de parte de la autora y del director de la obra, uno de los más azarosos y rotundos éxitos del teatro chileno en su historia.

"Yo no era la persona indicada. Yo quería ser cantante de ópera, y esto era algo bonito, simpático, pero tenía cero contacto con el campo. Fue como hacer una obra en sánscrito", cuenta entre risas la longeva actriz en el departamento de una de sus hijas, frente al Parque Forestal. "Me sentía absolutamente inadecuada para hacer a la Carmela. Además, ya había otra persona, la Lucy Salgado, y la Nené (Aguirre) y Eugenio querían que fuera la Alicia Quiroga, que era una estupenda actriz, pero no para esto. A mí me estaba costando sangre, sudor y lágrimas, y muchas veces quise renunciar, hasta que una noche llegué de ensayo a la casa y veo a la María Luisa, mi nana, tan joven, tan mona. La observé mucho tiempo y fue mi luz de esperanza. Ahí estaba la Carmela, pero ella nunca lo supo", revela.

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El elenco y puesta original de La pérgola de las flores de 1960, protagonizada por Carmen Barros.[/caption]

Poder femenino

Mucho antes de que la dramaturga chilena, festejada este año por su centenario, escribiera la comedia musical que hoy todos conocen y tararean, la Carmela de San Rosendo no iba a ser más que la hija del verdadero protagonista, el actor Lucho Córdoba, uno de los galancetes de la época. Pero a fines de los 50, cuando la obra al fin tomó forma de la mano del Teatro Ensayo de la UC y Eugenio Dittborn, apareció fuerte la presencia femenina en el texto; las pergoleras, las peluqueras, las estudiantes y esa encantadora joven que lucharía por la permanencia de la pérgola en su lugar histórico.

"El contraste social es lo que hace la obra tan vigente", comenta Barros.

Marujita Díaz, Fresia Soto, Lorena Capetillo y tantas otras intérpretes han dado vida desde entonces a la protagonista de La pérgola de las flores, uno de los personajes más populares de la escena local. En 1996, y tras varios años sin montarse en Chile, le fue encargada una nueva versión al fallecido director Andrés Pérez (1951-2002) con la misión de estrenarla solo dos meses después. A mediados de ese año, el fundador del Gran Circo Teatro llamó a un casting en los salones del Teatro Municipal de Santiago. "Fueron días tensos", le cuenta ahora la cantante y actriz Ema Pinto (50) a Carmen Barros, quien además hizo a la Mujer de Rojo en ese montaje.

"Había gran expectación porque era la Carmela del año 2000, y de La pérgola de Andrés Pérez. Él me había conocido como cantante, me vio actuar en La ópera de los tres centavos en el Teatro Nacional Chileno y me dijo que fuera a audicionar", recuerda Pinto. "En el Municipal había unas 200 personas, y Andrés me pasó una partitura que yo no sabía leer. La canción era Qué será lo que me pasa, que es una de mis favoritas, pero yo había visto La pérgola cuando era muy chica, no tenía otra referencia. Eran quizás las 10 de la mañana y a las 4, me dijo, la vas a probar con un pianista. Bien patuda, se la canté, y a los dos días Andrés les anunció a todos que yo iba a ser la Carmela. Él lo dijo como hubiese dicho cualquier cosa, pero mi corazón latía a mil por hora. Se trataba del gran personaje del teatro chileno", agrega.

El día del estreno había unas 4 mil personas al interior de la Estación Mapocho. "La noche anterior, Andrés no nos dejó irnos hasta las 4 de la mañana y había que volver a las 10. Nos dedicamos única y exclusivamente a ensayar mi entrada, que es el momento más esperado de la obra, la llegada de la Carmela, y para la primera función puse una cara de espanto ante la cantidad de gente. No supe dónde meterme", cuenta la también vocalista de la banda soul Matahari.

"Me estoy poniendo nerviosa de puro escucharte", le dice desde el otro extremo de la habitación la actriz Daniela Benítez (33), quien este viernes subirá al escenario del GAM como la nueva Carmela en la puesta de La pérgola de las flores que dirige Héctor Noguera, quien además formó parte del elenco original de 1960. Egresada de la UC y con estudios en la academia AMLA, una de las más prestigiosas instituciones del teatro musical en Nueva York, Benítez dio su mejor audición al protagonizar el musical Condicional (2018), en el Teatro UC. Meses después, cuenta, recibió un llamado inesperado.

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El GAM trae de vuelta a los escenarios la obra más popular de Isidora Aguirre, en una versión dirigida por Héctor Noguera. Foto: Jorge Sánchez / GAM.[/caption]

"Era un número desconocido, pero su voz muy familiar: Héctor Noguera. Casi morí cuando me dijo que llamaba porque había visto mi trabajo en Condicional. Dijo que le había gustado mucho, me habló de este proyecto y me ofreció ser la Carmela, y de inmediato le dije que sí", recuerda la actriz, quien confiesa que no tenía mucha noción al respecto. "Había leído la obra en la escuela, como tantas otras, pero veía La pérgola con ese dejo popular y folclórico del que todos hablan. Hoy tengo una aproximación más personal: a la Carmela la utilizan e involucran en el mundo de los ricos, la hacen cortarse el pelo, vestirse de una manera y actuar de otra. No es aceptada como es, tiene que cambiar para serlo. De alguna manera me recuerda a mí misma cuando llegué a vivir a Santiago desde Antofagasta, años atrás", cuenta.

Ema Pinto le sigue: "Esta ciudad es muy castigadora, es cierto, y antes estaba más la idea de que esta obra era una comedia musical, sobre la migración campo-ciudad y una mujer inocente que viene a cambiar su vida, pero esas diferencias entre las regiones y la ciudad ya no son como antes. Aún las hay, pero no son esas. En un país xenófobo como el Chile de hoy, la Carmela podría ser una migrante, una extraña", comenta.

En la versión de Andrés Pérez, recuerda la actriz y cantante, había apuestas como el look futurista en la peluquería y las bicicletas en escena. "Con Andrés (Pérez) trabajamos mucho también con las pergoleras, resaltando su labor e importancia, y además porque ese mismo año que la hicimos, en 1996, las querían sacar de Santa María. Por tanto, la obra tenía una urgencia. Así y todo, yo te diría que la versión de Andrés se centró más en la fuerza femenina que mueve la obra. Son ellas quienes hacen la revuelta, y la Carmela les aviva la cueca", añade.

"Es que la Carmela es la chiquilla de la película, al fin y al cabo. Puede ser ingenua y manipulable, pero lo pasa bomba", interrumpe Carmen Barros. Además, recoge una anécdota: "Tengo que contarla porque es muy divertida. La Carmela se obnubilaba con el personaje de Carluncho, el hijo del alcalde, que en mi época lo hacía Tito Noguera", cuenta. "Él era alumno mío en el Teatro Ensayo, no tenía más de 20 años y nunca olvidaré que Eugenio Guzmán le decía ya, pues, Tito, tú tienes que ser el pije y levantarte a la Carmela, pero Tito era sumamente tímido. Un día Eugenio fue, le pescó la mano y me la puso en la pechuga".

Las tres se largan a reír.

"Yo me quedé bien impávida para que mi alumno no se fuera a sonrojar, muy normal, como si todos los días me agarraran una pechuga, pero lo de Eugenio fue muy miserable", agrega la actriz. "Supongo que la escena salió mejor de ahí en adelante, no sé, pero era la picardía que requería y aún requiere esta obra", concluye.

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