Freddie Mercury, Lady Di y un bar gay: los pormenores de una loca noche en Londres

En Culto recogemos un relato insólito, protagonizado por la voz de “Somebody to love” y la Princesa de Gales. Una noche escasamente registrada y negada en los relatos oficiales, que fue publicado por la actriz Cleo Rocos en su libro.


Conocida es la amistad que tenían el británico Elton John y Diana Spencer, más conocida como Lady Di. Deben ser pocos los que no han escuchado “Candle in the wind” dedicada a la princesa durante su funeral en 1997.

Pero hay otro episodio protagonizado por Lady Di que involucra un ídolo de la música, y que ha sido escasamente registrado. Incluso es considerado un mito dentro de la cultura pop que une el universo de la realeza y la música. Según la actriz y comediante, Cleo Rocos, la loca noche en un bar gay con la voz de Queen y la princesa británica, fue tan real como el Live Aid.

“Siempre había una gran emoción y ansiedad al recibir una invitación para un alegre almuerzo con la Princesa Diana. Ella era una gran fan del Kenny Everett Show y nos conocíamos hace años. Tenía un encantador y alegre sentido del humor”, comienza el relato de Rocos en su libro The Power of the positive drinking (Square Peg, 2013).

Kenny Everett y Cleo Rocos.

Kenny Everett, a su vez, conoció a Freddie Mercury por lo menos desde que publicaron “Bohemian Rhapsody” en 1975. Tras el rechazo del sello EMI, fue Everett quien apostó por Queen reproduciendo la canción 14 veces en la radio.

“En una ocasión, nos reunimos a almorzar en Bombay Brasserie en Kensington. Ella llegó sonriendo y claramente esperaba con ansias aquel almuerzo. No había guardaespaldas visibles”, recordó la actriz, “había estado jugando con la idea de un Kir Royale —trago a base de crema de cassis y champagne— pero Diana sugirió que todos tomásemos un Belllini —champagne y jugo de durazno— ya que allí hacían ‘uno muy bueno’”.

Entre conversaciones sobre “qué estrellas y celebridades hacían qué y con quién” y los “rumores de palacio”, Cleo Rocos recuerda ese almuerzo como una instancia en que abundaron las risas. “A este día, los secretos intercambiados en esa mesa nunca se han hecho públicos”, relata la artista en el citado libro.

Según recuerda Rocos, después del almuerzo fueron al penthouse de Kenny para ver la sitcom estadounidense The Golden Girls. “Kenny tenía una colección de plumeros que lucían como una explosión de chicas exóticas danzantes en la esquina de su living. Fui a la cocina a hacerme un cocktail de champagne para luego encontrar a Diana y Kevin bailando al ritmo de los Gypsy Kings”.

Aquella noche, Kenny y Cleo habían hecho planes para reunirse con otro amigo: Freddie Mercury. Era el año 1988 y la voz de Queen gozaba del éxito de hits como “Killer Queen”, “Somebody to love” y “We will rock you”, por lo que una no sería tranquila —ni privada—.

“Kenny llamó por teléfono a Freddie y le dijo que viniera antes ya que Diana estaba con nosotros viendo The Golden Girls”. Mercury era vecino de Everett, por lo que al poco tiempo estaban Freddie, Diana, Cleo y Kenny sentados en el sofá frente a la TV.

Después la actriz relata que cada uno de ellos tomó un personaje de la comedia y lo personificaron con tramas “sucias” inventada. “No me atrevo a decirles las sinopsis, pero era magníficamente depravado y nosotros teníamos una incontrolable risa”.

De acuerdo al relato de Rocos, Diana estaba riendo tras el el sofá cuando preguntó cuáles eran los planes de Kenny, Cleo y Freddie para la noche. El hombre de “We are the champions” respondió que irían a un bar gay llamado Vauxhall Tavern. Fue cuando la Princesa pidió ir con ellos.

“No era una buena idea”, expresa Rocos en su libro. Kenny intentó disuadirla señalando que a veces ocurren peleas “¿Cuáles serían los titulares si te pillan en medio de una pelea de bar?” Pero Diana insistió acudiendo al apoyo de Freddie. “Vamos, dejemos que la mujer tenga algo de diversión”, dijo el cantante sin poder contener la risa.

“Ella solo quería la emoción de entrar sin ser detectada, para pedir un trago, y luego se iría de inmediato, lo prometió”, cuenta Rocos.

Diana se vistió con una chaqueta militar de camuflaje, se recogió el cabello, se puso una gorra y lentes oscuros de aviador. Todas prendas de Kenny Everett. “Observándola en la penumbra decidimos que el ícono de la moda más famoso del mundo moderno, QUIZÁS podría pasar por un modelo masculino gay vestido excéntricamente”.

Aproximadamente media hora después, un taxi los dejó en el Vauxhall Tavern. Kenny entró primero seguido por Cleo, Diana y Freddie detrás. “El bar estaba lleno. Nos costó mucho llegar al bar con tanta gente acercándose para saludarnos. Fue indignante y un poco emocionante. Nuestros corazones estaban acelerados, pero nadie, absolutamente nadie, reconoció a Diana”.

Atravesando una multitud de cuero y tanga, según describe Rocos, llegaron a la barra. Diana pidió un vino blanco y una cerveza y se quedó riendo con Freddie. “Una vez que se completó la transacción, todos nos miramos el uno al otro, unidos en nuestra búsqueda triunfante. ¡Lo hicimos! Nunca fue tan emocionante y divertido ir a un bar”.

Pero tal como anticipó la Princesa de Gales, fue una salida más bien breve. Salieron rápidamente, llamaron a un taxi y juntos se dirigieron al Palacio de Kensington para dejar a Diana. “Las reinas alegres haciendo cola fuera del bar, sin saberlo, le devolvieron el saludo mientras su Reina de corazones les decía adiós. Ninguna persona nos descubrió”, registró la actriz.

Al día siguiente, Diana envió la ropa prestada a la casa de Kenny con una nota de agradecimiento a todo el grupo. “Debemos repetirlo”, escribió con su propia letra.

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