La pandemia revive a Chet Faker: “Si tienes que pedir permiso para sentirte mejor debieras hacerte ver”
Tras enterrar por cinco años el alias que lo consagró en la música y en el circuito de festivales, el australiano Nick Murphy resucita su proyecto este viernes con un álbum festivo y cargado al soul que funciona como antídoto para el desánimo generalizado. "Este disco me ayudó para lidiar con un montón de situaciones así que sentía una responsabilidad de compartirlo", dice a Culto el productor sobre uno de los lanzamientos del año.

A una década de su irrupción con un celebrado y original cover en clave downtempo de No diggity, el gran éxito del grupo Blackstreet en los 90, el músico australiano Chet Faker (33) se las arregla para seguir sorprendiendo.
En septiembre de 2016, cuando ya era una figura de renombre en la música y en el circuito de festivales, anunció en sus redes que había decidido sepultar el seudónimo con el que se consagró para empezar a firmar con su verdadero nombre. De allí surgieron el memorable Run fast sleep naked (2019) y el introspectivo Music for silence (2020), disco de improvisación instrumental concebido desde el auto-aislamiento y editado en marzo del año pasado, cuando el mundo entero comenzaba a encerrarse en sus casas.
“Había decenas de carteles promocionales del disco en Los Angeles y Nueva York, con la frase ‘Música para el silencio’ en letras gigantes, aunque sin nadie en la calle que los viera. Me encantaría tener fotos de eso”, cuenta el solista y productor, quien tras 16 meses de solitario trabajo en su estudio personal ha decidido revivir el proyecto Chet Faker con un álbum festivo, energético y cargado al soul que recuerda a su magistral debut -Built on glass, de 2014, el que le valió las primeras comparaciones con Beck y James Blake-, al tiempo que funciona como antídoto para el desánimo generalizado.
“El año pasado como que nos obligó a simplificarnos, al menos en mi caso. Siento que con este disco estoy redescubriendo la música, o al menos ciertos aspectos de hacer música que son muy simples pero muy poderosos. Y apareció ahí también esta alegría, disponible para todos, simplemente por el hecho de estar acá”, explica Murphy desde su diminuto estudio en Nueva York, el refugio desde el cual ha visto cómo la Gran Manzana pasaba de ser el epicentro mundial de la pandemia al actual foco de la reapertura de la música en vivo y la vida “normal” post Covid-19.
En ese tránsito y en ese lugar aparecieron las diez canciones de Hotel Surrender, el LP que lanza este viernes 16 nuevamente con su (recuperado) nombre artístico, inspirado en el legendario trompetista Chet Baker, una de sus primeras influencias. Un álbum que se perfila como uno de los lanzamientos musicales del año y que él mismo describe como “terapéutico”, con reflexiones e inquietudes personales envueltas en pegajosos estribillos como los de Feel good, Get high -que incluye un sample de voz de un repartidor que le llevó comida a domicilio- y Low, donde aparece una línea que pareciera definir su actual momento. “Que me sienta decaído ahora no significa que todo lo que tengo se haya acabado”, canta.
Finalmente, la pandemia resucita a Chet Faker. ¿Por qué decidió volver a hacer música bajo esa identidad?
No fue algo que necesariamente decidí, fue más bien que la música que estaba haciendo se sentía como música de Chet Faker. Así es como siempre he tomado las decisiones en torno a lo que hago. Y en cierto modo, hacer música es también una forma de ayudarme a entender quién soy y qué quiero hacer. Tengo este pequeño estudio, que lo habilité a principios de 2020, porque estuve viajando un montón antes de eso. De hecho, no tenía mi propio estudio desde Built on glass, así que cuando tuve este espacio fue como si se volvieran a abrir ciertas puertas y entré en un ritmo de empezar a hacer canciones todos los días, a veces tres canciones en un día. Y realmente lo disfruté. No estaba tratando de hacer un disco ni nada, sólo por la diversión de hacer música y tocarla.
Eso fue antes de marzo y luego llegaron las cuarentenas, el Covid, que borró con todo. Al final todo esto me ayudó para enfocarme en ese material, fue como un rayo láser y simplemente seguí yendo todos los días al estudio, para respirar algo de aire, para hacer música. Y recuerdo que por ahí por mayo o junio del año pasado empecé a revisar el material en mi computador y pensé que ahí había un disco completo. Son puras canciones sólidas, sin relleno, todas se sienten relacionadas entre sí. Y sonaba como un disco de Chet Faker, con las mismas texturas que las de Built on glass, por ejemplo, que también lo hice encerrado en un pequeño estudio rodeado de juguetes enchufados. Sería muy raro sacar este disco con cualquier otro nombre porque es un disco de Chet Faker.
Ha dicho que la aproximación a estas nuevas canciones fue terapéutica, casi chamánica, en medio del encierro y la angustia. ¿De ahí surgió esta necesidad de compartir con el resto del mundo una música y una vibra más positiva?
Definitivamente una vibra más positiva, sí. La música siempre ha sido algo muy espiritual para mí, y aunque he tenido algunos momentos de cierto éxito esa no es la razón por la que hago música. Pero quiero existir igual en ese mundo pop porque me gusta difundir mi música. En el pasado, muchas de estas energías espirituales con las que me conectaba venían en cierto modo desde emociones más bien negativas o de tensión, porque así llegué a la música. Cuando era joven y estaba triste la música era lo único que podía aliviar ese sentimiento y ayudarme a sentirme mejor, así que siempre hice esa conexión. Pero creo que a medida que he crecido me he dado cuenta que la música está en todos lados, en todas las emociones. Music for silence fue muy importante para mí, porque en cierta forma ya estaba el concepto de Hotel surrender pero en su forma más cruda. Fue pura corriente de conciencia, nunca pude tocar ninguna de esas canciones de nuevo, pura improvisación, pero a través de esa terapia de conexión, de poder expresarme, pude ejercitar ese músculo. El 2020 se sintió como la única vez en que la música pudo haber tenido cierta importancia para el mundo y este nuevo disco me ayudó para lidiar con un montón de situaciones que surgieron así que sentía una responsabilidad de compartirlo.

Tras casi dos años fuera de las pistas y de su rutina habitual, el australiano volverá pronto a ser animador de grandes festivales -su debut en Chile fue, de hecho, en el Lollapalooza de 2015-, ya confirmado como plato fuerte de las próximas ediciones de eventos como Austin City Limits, el mexicano Tecate Pa’l Norte -donde será cabeza de cartel junto a Foo Fighters y Tame Impala- y el Primavera Sound de 2022. “La pandemia ha hecho que todo el mundo esté con mucha necesidad de sentirse bien así que los shows que vienen yo creo que van a ser demenciales”, diagnostica Murphy, luego de haber encontrado su lugar feliz en Hotel Surrender.
“Una vez que descubrí que la música podría abrirme puertas para llegar a nuevos lugares siento que el destino puede ser cualquiera. Descubrir eso fue como una droga. Suena cursi pero no me importa porque todos nos vamos a morir, y si tienes que pedir permiso para sentirte mejor entonces debieras hacerte ver”, sentencia.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.
4.
Este septiembre disfruta de los descuentos de la Ruta del Vino, a un precio especial los 3 primeros meses.
Plan digital + LT Beneficios$3.990/mes SUSCRÍBETE