Futuros temidos o esperados: libros y películas para entender un mundo más distópico que utópico

Diez cintas y 10 textos, de diversos momentos y orígenes, hablan acerca de distintas ideas de un porvenir que, las más de las veces, no asoma especialmente esperanzador. Se incluyen acá algunas obras cuyo futuro imaginado ya llegó hace décadas, no necesariamente en los términos propuestos por la ficción. También, un filme que se ambienta en 2022.


*PELÍCULAS:

Metrópolis (1927)

Cierta leyenda dice que las escenografías monumentales de Metrópolis fueron pergeñadas por el director Fritz Lang y la guionista Thea von Harbou tras un viaje a Nueva York: que allí habrían concebido ese futuro que plasmaron en una película icónica e influyente donde las haya. Parece que no es cierto, según ha constatado el crítico David Thomson, pero qué más da: he acá una historia que une la cabeza y el corazón, el capital y el trabajo, y que por esta vía salió al choque de la polarización que pavimentaría el camino al III Reich. También, una cinta cuyas imágenes imperecederas se rescatan y se remezclan periódicamente. Disponible en YouTube.

Idiocracy (2006)

Contraria a toda corrección cultural, esta cinta de Mike Judge (Enredos de oficina) pasó de largo en cines y hoy no acostumbra aparecer en plataformas. Protagoniza Luke Wilson como Joe Bauers, un militar de bajo rango y pocas luces que participa en un proyecto secreto que mantiene sus funciones corporales suspendidas hasta 2505, año en que esta cobaya humana se asoma a un país que chapotea en la basura y en la estupidez, y cuyo Presidente (Terry Crews) es también campeón de lucha y estrella porno. Joe es, con diferencia, la mente más brillante del mundo. Desde la sátira, el creador de Beavis & Butt-Head revindica el valor de la inteligencia.

Solaris (1972)

Nunca fue fácil la relación del cineasta soviético Andrei Tarkovski (El sacrificio, El espejo) con el Goskino, el órgano con rango ministerial encargado de la producción fílmica en la URSS: tras mostrarles esta adaptación de la obra del polaco Stanislaw Lem, recibió una carta con 35 observaciones, entre ellas que debía incorporar al pueblo y aclarar si el protagonista viene de un sistema capitalista o uno comunista. Hoy tenida por inesquivable de la ciencia ficción existencial, en este caso sobre un mundo que parece ser autoconsciente, todo sugiere que su sobrevida es mejor que la del remake estelarizado en 2002 por George Clooney.

Días extraños (1995)

Dirigida por Kathryn Bigelow -oscarizada más tarde por Vivir al límite-, esta cinta fue coescrita y producida por su ya entonces exmarido James Cameron. Dada a aventurarse en distintos géneros sin que parezca importarle qué tan masculinos se les considere, la realizadora da otro paso al frente para abordar los instantes finales del milenio, donde la agitación callejera corre en paralelo al éxito de una tecnología ilegal que permite experimentar como propios los recuerdos y sensaciones grabados por otros. Presentada en Venecia, no fue un exitazo de taquilla ni la favorita de la crítica, pero el paso de los años la ha transformado en un mito.

High Life (2018)

Una misión especial ha abandonado el sistema solar. En algún momento, los espectadores descubrirán que quienes participan en ella han sido enviados por tener un grueso expediente delictivo. La primera cinta angloparlante de la francesa Claire Denis (Un bello sol interior) puede o no ser lo que el diario La Vanguardia llamó “un filme extraño, controvertido e inclasificable”, pero de seguro descolocará a quienes se aferren a las pautas sci-fi más recurridas. Una película que se juega el pellejo sin mayores efectos ni mucha posproducción digital. Robert Pattinson y Juliette Binoche encabezan el reparto.

THX 1138 (1971)

Primero fue un cortometraje, y transcurrirían años antes de que George Lucas estrenara la versión larga en salas. Eso sí, no pasó gran cosa en estas últimas y el propio realizador abjuraría de sus inclinaciones más sombrías para abordar primero American Graffitti y, luego, La guerra de las galaxias. Pero queda esta distopía subterránea ambientada en el siglo XXV: THX 1138 (Robert Duvall) vive en un mundo orwelliano cuyos habitantes trabajan, consumen y se administran sedantes que inhiben las conductas inadecuadas y ayudan a la concentración. ¿Hay salida? Quienes hayan visto el didáctico plano final lo tienen más que claro.

Wall.E (2008)

Si esta película animada de Andrew Stanton (Buscando a Nemo) no anda cantando el Armagedón, es porque se ambienta en el siglo XXVIII, cuando este ya ha ocurrido hace mucho. Un grupo de personas dejó La Tierra en una nave madre propiedad de un megaconsorcio, y sus descendientes viven ahora como obesos mórbidos en una especie de Poseidón con mall interior, perdidos en el espacio, mientras en el explaneta azul sólo está Wall.E, un robot destinado a ordenar la infinita basura dejada antes del éxodo, en el siglo XXI. Así, la película discurre entre la esperanza, la comedia y el llamado a evitar el desastre. Disponible en Disney+

Sentencia previa (2000)

Ambientada en Washington y en el norte de Virginia, en 2054, Minority Report se consolida entre las adaptaciones más sólidas y memorables de la obra de Philip K. Dick. A partir de lo que le informan unos síquicos conocidos como precogs, capaces de anticipar la ocurrencia de hechos de sangre, una unidad policial especializada detiene a los futuros criminales cuando están a punto de proceder. El sistema no tiene fallas, o eso cree el agente encarnado por Tom Cruise, que sin embargo pasará de perseguidor a perseguido. Del cine negro a la fábula moral y a la entretención sin tregua, la precisión estilística de Steven Spielberg hace lo suyo. Disponible en Prime Video.

Cuando el destino nos alcance (1973)

Soylent Green, título original de esta adaptación de una novela distópica de Harry Harrison, se ambienta en el lejano 2022, cuando la ciudad de Nueva York tiene 40 millones de habitantes, ha padecido ya el “efecto invernadero” y ve cómo una élite se da la gran vida mientras el resto malvive como mejor puede. Crisis ambiental, desarrollo tecnológico, corrupción política y, sobre todo, el miedo a la superpoblación como factor adicional de la Guerra Fría: todo entra al baile. Dirige Richard Fleischer (Barrabás) y protagoniza Charlton Heston, acompañado de un Edward G. Robinson crepuscular. Disponible en iTunes y Google Play.

Niños del hombre (2006)

Corre 2027 y da la idea de que no habrá más nacimientos humanos: una pandemia de esterilidad azota el planeta en esta cinta de Alfonso Cuarón (Roma), quien lideró un equipo de cinco guionistas abocados a traducir Children of Men (Hijos de hombres), la novela de la inglesa P.D. James. Clive Owen protagoniza como un exactivista que presta ayuda en el transporte de una mujer milagrosamente embarazada a un santuario junto al mar. Nada menos. Algo subestimada en su minuto, sus planos iniciales son ejemplares en transmitir hasta hoy una sensación de urgencia y desamparo. Disponible en HBO Max.

*LIBROS

La posibilidad de una isla (2005)

En años recientes, Michel Houellebecq ha aplicado una prospectiva acotada: mientras Sumisión (2015) mostraba una Francia que en 2022 elegía como su Presidente al líder de la Fraternidad Musulmana, Aniquilación (2022) situaba a los lectores en 2026, en los últimos meses de la segunda Presidencia de Emmanuel Macron. Pero en La posibilidad de una isla había ido harto más lejos, proyectando una sociedad en la que, cuando cada persona llega al final de su existencia “útil”, es inmediatamente reemplazada por un clon que es nada menos que ella misma a los 18 años. “¿Quién, entre ustedes, merece la vida eterna?”, pregunta y conmina el narrador.

1984 (1949)

En su estudio de la Revolución rusa, la historiadora Sheila Fitzpatrick emparenta esta obra del británico George Orwell con textos como El ABC del comunismo (1919), de los bolcheviques Bujarin y Preobrazhensky, que concebían un futuro despersonalizado y regulado por la ciencia, pero sin el tono aplastante y fatídico de la novela. En la capital inglesa vive Winston Smith, funcionario del Ministerio de la Verdad cuya tarea es reescribir la historia, hasta que descubre las falsedades intencionadas que proceden del Partido Único. Ninguna coincidencia es casual en este estudio del totalitarismo que legó expresiones como la “Policía del pensamiento”.

El cuento de la criada (1985)

En los días que corren, la novela distópica de la canadiense Margaret Atwood parece más actual que nunca: por el éxito de la serie The Handmaid’s Tale, sin duda, pero también por el revocamiento que la Corte Suprema de EE.UU. hizo de un fallo de 1973 que legalizaba el aborto. Un grupo teocrático toma el poder en Washington, restringiendo las libertades y derechos, entre ellos los de las mujeres, quienes son divididas en castas: las fértiles son consideradas “criadas” y enviadas a los hogares de los comandantes, altos cargos del gobierno, donde se les viola hasta quedar embarazadas. Después de todo, su única misión en la vida es tener hijos.

Fahrenheit 451 (1953)

“Leer la primera novela a gran escala de Ray Bradbury es una experiencia inquietante”, escribió en noviembre de 1953 el reseñista de The New York Times, quien advertía a sus lectores sobre los afanes polémicos de una obra cuyo atractivo va más allá de lo estrictamente emocional. En un país dominado por las pantallas de TV, los libros están prohibidos y hay “bomberos” dedicados a quemar cualquiera que pillen. Uno de ellos es Montag3, quien se empieza a hartar de su rol como censor, renuncia a su trabajo y se une a un grupo de resistencia que memoriza y comparte la literatura universal. Más de una adaptación al cine ha conocido, incluida la de François Truffaut, en 1966.

El planeta vacío (2019)

A fines de los 60 hizo nata un libro llamado The Population Bomb, en el que Paul Ehrlich abordaba los peligros de una superpoblación global. Pero tales temores no tienen ya razón de ser, según nos vienen advirtiendo los demógrafos. De hecho, para los canadienses Darrell Bricker y John Ibbitson, en 2050, si es que no antes, la población del planeta empezará a disminuir, y ese descenso ya no se detendrá con nada. En gran parte del mundo desarrollado y en desarrollo, por lo demás, el declive ya está en marcha, lo que traerá buenas noticias y también de las otras. Un reportaje de amplio espectro que instala viejas y nuevas preguntas.

El futuro de la humanidad (2018)

Al Sistema Solar y más allá. El renombrado físico japonés Michio Kaku se pregunta en esta obra cómo la humanidad podría desarrollar una civilización sostenible en el espacio exterior y cómo, por esta vía, algo de la ciencia ficción se está convirtiendo en realidad, ya que los avances de la robótica, la nanotecnología y la biotecnología podrían permitirnos construir ciudades habitables en Marte, o incluso, algún día, trascender nuestros propios cuerpos. Tipo entusiasta, el autor parece convencido de que se nos viene un viaje a las estrellas, e incluso de que encontraremos el secreto de la inmortalidad.

La carretera (2006)

Mezcla de aventura y horror gótico en un contexto posapocalíptico, esta novela de Cormac McCarthy ganó un Pulitzer en 2007, así como el aplauso cerrado de la crítica. Un padre y su hijo caminan solos por un país del que no quedan sino cenizas. Se dirigen a la costa, sin saber qué les espera allí, si es que algo está esperándolos. Nada llevan consigo, salvo una pistola para defenderse de las bandas que acechan en el camino, además de la ropa que llevan puesta y un carro con comida que han recolectado. Sin mencionar que se tienen el uno al otro, lo que no deja de ser. Las versiones más recientes del libro suelen ilustrarse con una foto de la película de 2009.

En una orilla brumosa (2021)

“Cinco rutas para repensar los futuros de las artes visuales y la literatura” es el subtítulo de este volumen editado y prologado por la artista y escritora mexicana Verónica Gerber. Trece firmas originarias de nueve países (entre ellas, las de Ursula K. Le Guin, Alicia Kopf y Stanislaw Lem) exploran una amplísima variedad de posibilidades: desde cómo enseñarle a hablar a una colonia de bacterias hasta un diálogo platónico con un robot y la historia de una ciudad infectada por extrañas arquitecturas de lenguaje. También hay quien inventa un instrumento, un poema submarino, para comunicarse con las ballenas.

El mundo sumergido (1962)

Antes de Crash y El imperio del sol, J.G. Ballard publicó la que se considera una de las primeras obras de “clima-ficción”. Ambientada en el año 2145, retrata un Londres tropical e inundado. ¿Cómo llegó a pasar eso? En primer lugar, el calentamiento global -o, más bien, una radiación que ha bombardeado el planeta- derritió los casquetes polares, alterando decisivamente los patrones climáticos. En lo que toca al personaje central, el doctor Robert Kerans, este se mueve hacia la aceptación y asimilación de este mundo tan significativamente transformado, en medio de una obra donde se dan cita la sátira y la sensualidad.

El futuro es hoy (1976)

Para cuando murió Carlos Naudón de la Sota, en octubre de 1993, las esquelas mortuorias de la prensa local rescataron diversos aspectos de su quehacer, incluyendo trabajo como analista de la política y de las relaciones internacionales, emparentándolo con figuras del periodismo como Mario Planet y Alejandro Magnet. Lo que en ese minuto nadie mencionó, según parece, es este libro publicado por Editorial Nascimento: este “ensayo sobre la investigación del porvenir”, que se toma muy en serio lo que tantos denuestan como “futurología” y que se vale de un título que, si alguna vez fue original, hoy nos aparece hasta en las sopas virtuales.

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