Por Pablo Retamal N.Leonardo Padura: “Habrá un futuro mejor en Cuba cuando un médico pueda vivir dignamente de su salario”
El destacado escritor cubano analiza en su novela Morir en la arena (Tusquets) el colapso de su generación, que hoy no puede vivir de su pensión y enfrenta la mayor ola migratoria de la historia. En charla con Culto, describe el "momento complicadísimo" del país, marcado por una crisis energética donde "tres quintas partes están a oscuras" y la frustración de quienes lo dieron todo por la Revolución.

Rodolfo Bermúdez Páez acaba de jubilarse. Toda su vida laborando como un funcionario del Estado en Cuba y al final ha llegado el tiempo de descansar. O casi. Ahora empieza otra lucha que puede parecer cotidiana, pero resulta más decisiva que los papeleos a los que estaba acostumbrado: la supervivencia. “Con lo que me van a pagar ahora sí estaría listo para morirme de hambre”, se dice Rodolfo, sabiendo que se le vienen duros años como pensionado.
Y para peor, a la vuelta de la esquina le comunican que su hermano Geni, quien ha estado preso por una buena cantidad de años por haber cometido un parricidio, volverá a la casa familiar. Al principio solo les comentan que ha recibido la libertad “porque ya no cabe nadie más en las cárceles”, pero luego se enfrentan a la verdad: Geni está enfermo de cáncer y desahuciado, le queda poco tiempo de vida.

Rodolfo no solo enfrenta la sombra del turbulento pasado familiar, sino también su propia historia de trauma como cubano que vivió la Revolución, que debió combatir obligado en Angola, y que en el siglo XXI solo vive de los remedos de lo que pudo ser. De eso trata Morir en la arena, la excelente nueva novela del escritor cubano Leonardo Padura (70), que en Chile ya se encuentra disponible vía Tusquets. Se trata de una novela en que amén de su habitual (y caribeña) voz para relatar con maestría, firma una narrativa que se va sosteniendo con solidez y engancha al lector desde el primer momento.
Conectado vía Zoom con Culto, el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015 asegura que fue la propia realidad cubana la que le disparó la idea de la novela. “La chispa fue la realidad cubana. Una generación que llega a su final y encuentra que está absolutamente empobrecida en el momento en que debe recibir de la sociedad lo que ha aportado durante 40-50 años de trabajo. Encuentran que no pueden vivir con su jubilación, tienen que aplicar distintas estrategias de supervivencia y depender a veces de los hijos que están en el extranjero”.
¿El parricidio que cuenta en la novela fue real?
Ocurrió en la realidad, pero está muy transfigurado en la novela. Sirve justamente para que estos acontecimientos tengan una carga dramática mucho más fuerte. Solamente algunas personas que conocieron muy de cerca el acontecimiento van a encontrar alguna similitud, pero está completamente transfigurado.

¿Qué representa Rodolfo para usted?
Es un representativo de estos compañeros generacionales que llegan a este momento en que se jubilan y tienen una condición de precariedad absoluta. Rodolfo es un hombre común y corriente, es una persona que ha tenido experiencias muy complicadas en su vida, que van desde una experiencia militar en Angola hasta ese acontecimiento terrible que es un parricidio. Pero tiene una vida muy normal, aunque marcada por la circunstancia socioeconómica en que vive y que lo hace vivir en tensión para poder sostenerse.
En una entrevista en Madrid, usted dijo que esta novela es “la crónica de un derrumbe”, de alguna forma usted repasa las últimas décadas de la historia de Cuba. ¿Era de alguna forma inevitable el derrumbe al que hace alusión?
Mira, la historia ocurre como ocurrió, no se puede reescribir. Uno la puede reinterpretar pero no reescribirla. Se dice que aquellas tempestades trajeron estos logros, es lo que ha ocurrido. No sé si fue inevitable, si se pudo hacer de otra manera, porque yo nunca he tenido la posibilidad de decidir sobre grandes cuestiones, apenas puedo decidir en mi casa si el arroz es de 5,2 cucharadas. Lo que sí te digo es que en esta novela está relatado el presente de carencias, ese presente de detenciones, ese presente de frustraciones. Es el plano de las consecuencias. Y en la propia novela se van a buscar las causas, y esas causas se extienden durante cinco o seis décadas desde los años 60 en que los personajes se conocen y pasan por toda una serie de acontecimientos que han sido esenciales en la historia del país y que han sido muy protagonizados por mi generación.

El tema de la guerra de Angola aparece en esta novela. ¿Por qué era esencial que este conflicto histórico y sus secuelas formaran parte del trauma de Rodolfo?
He leído que por Angola pasaron 300.000 cubanos entre civiles y militares. Yo fui uno de esos. Estuve un año trabajando como periodista civil allí, afortunadamente civil, pero al lado de mi cama tenía un fusil AKA soviético con cuatro cargadores. Si pasaba cualquier evento militar pues tenía que sumarme como reserva al ejército. Así que estuve allí, viví ese trauma y esos miedos que se experimentan en una guerra. Marcó a mucha gente, gente que murió, gente que vino con heridas físicas y mucha gente que vino con heridas psicológicas, que es el caso del personaje de Rodolfo.
En la novela también menciona mucho lo de la creación del “hombre nuevo” del socialismo cubano ¿Cree que se cumplió alguna vez la promesa de la Revolución?
Mi generación, que era la que debía ser la protagonista de la formación del hombre nuevo, tuvo oportunidades importantes. Es una generación mayoritariamente universitaria. Mis amigos son médicos, ingenieros, matemáticos, geógrafos, incluso gente como yo y mi mujer somos filólogos, que es algo tan inútil. Es una generación que ha ido envejeciendo y tiene un destino o fuera de Cuba, que es lo que cuento en Como polvo en el viento, o en Cuba, que es el caso de Rodolfo. Entonces, el hombre nuevo parece ser un personaje de esta novela que se llama Umbertico porque es una buena persona. Ayuda a su padre, ayuda a los amigos, cuando este asesino va a salir de la cárcel es el que lo sostiene en ese momento en que sale. Entonces, increíblemente, alguien que cree en dios y que tiene negocios termina siendo el hombre nuevo del socialismo cubano.

En los últimos tiempos, en Cuba han habido protestas de parte de los jóvenes, muchos apagones. ¿Cómo lo ha visto usted?
Lo estoy viendo como un momento complicadísimo de la vida del país, en el que ha habido una ola migratoria que ha sido la mayor de la historia de Cuba. En tres años salieron alrededor de 1.200.000 personas y seguimos contando. Recientemente ha pasado un huracán por la parte oriental del país y lo ha devastado. Actualmente hay una epidemia de virus tropicales: Chikungunya, Zika, Oropouche, Dengue. Acabo de leer un reporte de que han habido varias muertes en estos días, hay una crisis energética general, tres quintas partes del país están a oscuras y todo eso va creando una situación de vida muy complicada. Eso te explica que si bien la gente no sale a protestar, porque sabe lo caro que le puede costar una protesta, pues buscan o se enajenan o intentan salir del país y algunos lo están haciendo por vías muy complicadas a partir de que se cerró esa ruta fundamental del exilio cubano que era ir a los Estados Unidos.
¿Cómo ve el futuro del país?
No lo sé. Es una pregunta que me hacen con mucha frecuencia y no tengo respuesta para ella. Ahora mismo, supongamos que cualquier interpretación que yo te diga puede cambiar si mañana Trump inicia una guerra en Venezuela, porque eso puede cambiar todo el escenario latinoamericano. Entonces es muy difícil hacer predicciones de futuro. Yo siempre digo, y esta es mi respuesta universal, que yo creo que habrá un futuro mejor para Cuba cuando un médico cubano pueda vivir dignamente de su salario. Ojalá ese futuro llegue pronto.

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