Donetsk y Luhansk: el conflicto fortalece a mafias y el descontrol amenaza con ampliar los territorios en disputa

Milicianos prorrusos izan banderas de Rusia en la autoproclamada República Popular de Luhansk (LNR), en las afueras de un banco en la región de Luhansk. Foto: Reuters

La escalaba militar lanzada por Rusia a Ucrania fue respaldada por sus socios de la República Popular de Luhansk (LNR) y la República Popular de Donetsk (DNR), zonas en las que organizaciones criminales han aumentado su poderío ante el caos desatado por la guerra y mantienen en secreto el real impacto del conflicto en el área.


Una guerra, terror, migración y fallecidos. Las condiciones adecuadas para el surgimiento de un caos que permita mantener ocultos y en segundo plano una serie de delitos de mafias y grupos violentistas que han profundizado la crisis que viven los habitantes de Donetsk y Luhansk, territorios ucranianos reconocidos por el Presidente ruso, Vladimir Putin, como independientes y que están siendo controlados por separatistas. El tráfico de drogas, oro y combustible, sumado a las consecuencias de un conflicto bélico armado, amenazan con convertir a estos territorios en zonas sin ley y ampliar las regiones en disputa.

Los jefes de la mafia están sacando cuentas alegres ante las ganancias que significa para ellos tener el camino libre debido a que el foco de atención está entre Ucrania y Rusia. En los últimos años, Crimea, territorio que Moscú anexó en 2014, es el centro de contrabando entre Rusia y Europa. El crecimiento del negocio ha sido tal, que la denominada puerta de entrada a la zona europea permite a los denominados vories o padrinos autodenominarse la “Sicilia Ucraniana”, en referencia a la Cosa Nostra italiana, pero a medida que avanza la invasión rusa a Ucrania, más es el territorio donde pueden operar estos grupos.

Separatistas prorrusos caminan cerca de un tanque en la región de Donetsk. Foto: Reuters

La violencia estalló en la región de Donbás, el este de Ucrania, en 2014, en medio de la revolución de Maidán, en que los ucranianos marcharon exigiendo la salida del mandatario Viktor Yanukovich, originario de Donetsk. En ese año, varios “soldados sin nombres” y paramilitares realizaron incursiones militares en esta área. Entre las filas de los bloques de fuerzas prorrusas había, entre otros, miembros de Solncevskaja bratva o también conocida como Brigada del Sol, la organización mafiosa rusa más grande, que es liderada por un ruso, Sergej Michajlov, y el ucraniano Semyon Mogilevich. Este grupo es acusado de “controlar todo lo que entra ilegalmente a Europa con barcos que circulan por el Mar Negro”.

Aunque no es el único con tentáculos en Donetsk y Luhansk, donde también ha llegado la influencia de los grupos criminales, Bratski Krug o también conocido como “Círculo de hermanos”, que operan principalmente en San Petersburgo y la Tambov Gang, los grandes enemigos de Solncevskaja. Las denominadas milicias populares que surgieron al interior de la región de Donbás, están armadas por el propio Kremlin.

Desde 2014, cuando Donetsk y Luhansk se separan del gobierno de Kiev hasta que fueron reconocidas como independientes por el Kremlin, la influencia rusa se consolidó en la región del Donbás. Las ahora repúblicas populares, por ejemplo, son los únicos lugares en Europa donde la Constitución autoriza la pena de muerte y son territorios casi imposibles de acceder para extranjeros. Incluso, según la cadena Al Jazeera, los ucranianos solo podían pasar si tenían parientes: primero debían cruzar a Rusia, lo que demora cerca de 30 horas y pagar US$ 100, además de tener un registro de residencia.

El humo se eleva desde un auto quemado después de los recientes bombardeos en Donetsk. Foto: Reuters

Dentro de estas fronteras del Donbás se moviliza una policía secreta y los residentes se espían entre ellos. De acuerdo con la cadena con sede en Qatar, los disidentes que se negaron a entregar bienes a las Repúblicas Populares de Donetsk y Luhansk fueron enviados a “sótanos y campos de concentración improvisados”, sin derecho a juicio y con varias denuncias de tortura.

A pesar que Kiev ordenó el bloqueo de todo tipo de comercio y el aislamiento con los enclaves separatistas, su localización estratégica para el traslado de carbón y combustibles para la calefacción en invierno los hacen claves para la vida de los ucranianos. Justamente, en esta zona, Rusia entregó alrededor de 800 mil pasaportes rusos, a una población que se calcula en 3,6 millones de habitantes.

La violencia, la división interna y las consecuencias económicas han desmoronado a estos territorios. Si Donetsk, la ciudad más grande de la región, era el sitio que contaba con aeropuerto internacional y sede de partidos de la Unión Europea de Asociaciones de Fútbol (UEFA) en 2012, la realidad actual es totalmente opuesta, con un aislamiento total, bombardeos constantes y calles destruidas.

Personas caminan frente a un mural de la Unión Soviética pintado en la puerta de una compañía de televisión en Luhansk. Foto: AP

Ante esto, el avance ruso a Ucrania genera el ambiente propicio para una oleada criminal. Una investigación del periodista italiano Roberto Saviano señala que para dimensionar el multimillonario negocio en Donbás hay que entender que desde aquí movilizan heroína a China y a Afganistán, así como la venta de madera rusa, carbón y oro extraídos ilegalmente.

Entre el fuego cruzado, la mafia decidió expandir el rubro y comenzó a robar gas cuando llegaba a territorio ucraniano tras su envío desde Rusia y a realizar contrabando con distintas empresas gasíferas del mundo. Un vínculo clave le entregó la confianza necesaria para operar libremente a la Brigada del Sol.

De acuerdo a la investigación publicada en el diario italiano Corriere della Sera, en 2004, el expresidente ucraniano Leonid Kuchma (1994-2005) y el mandatario ruso Vladimir Putin crearon RosUkrEnergo, una empresa de corretaje de gas, que acordó vender el suministro a Naftogaz, la compañía nacional de Petróleo y Gas de Ucrania.

En el acuerdo, que incluyó entre los pilares al jefe ucraniano de la mafia de la Brigada del Sol junto a la firma de Kuchma y Putin, se pactó vender a un precio más alto del mercado el gas e, informalmente, exigió combustible gratis a Crimea y Donbás. En 2009, el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) abrió una investigación contra Naftogaz por apropiación indebida de 6.300 millones de metros cúbicos de gas natural, delito en el que la Brigada del Sol garantizó la protección de dividendos por US$ 1.753 millones entre 2005 y 2007.

Aún siendo una ruta predilecta para el transporte de estupefacientes ilegales, los líderes separatistas han impulsado sus propias leyes. Para 2015, un reportaje de Foreign Policy reveló que la República Popular de Luhansk (LNR) y la República Popular de Donetsk (DNR) instauraron una guerra brutal contra las drogas y el alcohol, realizando detenciones extrajudiciales, enviando a trabajos forzados como la construcción de trincheras y hasta ejecuciones para consumidores de las drogas que antes llegaban a la zona, como el krokodil y que ahora fueron reemplazadas por heroína, popular en Rusia.

Según el diario británico The Guardian, mientras circulaban los informes de tanques rusos que ingresaban a Donbás, las dudas están sobre hasta qué punto los separatistas actúan por su cuenta o si solo reciben órdenes directas del Kremlin, especialmente porque tanto Donetsk como Luhansk reciben desde 2014 respaldo económico.

No obstante, es casi imposible conocer la real magnitud de la destrucción en los enclaves separatistas, menos la cifra oficial de fallecidos y heridos en la zona, pero estos territorios respaldarían la decisión de Putin de expandir su influencia en el caso de que Rusia logre el objetivo de hacer caer al gobierno ucraniano.

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