Sobrino bisnieto del general Baquedano: “Se ganó el derecho a ser puesto donde está, pero si hay rencillas por su imagen y lo trasladan, que así sea”

Imagen del ataque incendiario que sufrió la estatua del general Manuel Baquedano en Plaza Italia.

Eugenio Maturana, familiar del comandante en jefe del Ejército durante la Guerra del Pacífico, aborda el conflicto que se ha suscitado en torno al monumento. Admite que hay molestia en la familia y que la figura “no debería moverse del sitio que se le dio como un héroe”, pero que, en estas condiciones y frente a los conflictos que se han generado, “mejor que vuelva a un recinto militar, donde va a estar cuidado y no vandalizado todos los días”.


Eugenio Maturana Espinosa (60 años) es familiar del general Manuel Baquedano. El vínculo es a través de su padre, Hernán Maturana Baquedano (92), el pariente más directo del otrora comandante en jefe del Ejército durante la Guerra del Pacífico. Desde la Séptima Región, donde ambos residen, Eugenio y su padre han seguido la polémica tras el monumento emplazado en la Plaza Italia y la decisión del Consejo de Monumentos Nacionales de remover transitoriamente la estatua levantada en honor al militar, para restaurarla. Admite que hay molestia en la familia y que “no debía moverse del sitio que se le dio como un héroe”, pero que, en las actuales condiciones y frente a los conflictos que se han generado, “mejor que vuelva a un recinto militar, donde va a estar cuidado y no vandalizado todos los días”.

Como familia, ¿qué conocen del general Baquedano?

Mi hermano mayor vivió con mi abuela Josefina, en Talca. Ella era nieta del general Baquedano y le contaba algunas cosas, o le comentaba que tenía algunas reliquias de él, relacionadas con las campañas de la guerra. Había incluso unas condecoraciones que llegaron a su poder, pero que se perdieron. Creemos que fueron hurtadas. Pero mi hermano era chico. En algún momento le pedimos a mi abuela ver esas reliquias, pero no sabe qué pasó con ellas. Ella se acordaba de que Manuel Baquedano era un hombre de bien en su vida privada, que no fue casado ni tuvo hijos, que era un hombre dedicado al Ejército.

Entonces, ¿no conservan nada de él?

En el seno de la familia, nada. Hay algunas fotos de los descendientes, pero no más que eso, porque además mi padre perdió contacto con los otros familiares descendientes.

¿Cómo es el árbol genealógico?

El general Manuel Baquedano González no tuvo hijos, pero su hermano tuvo cuatro o cinco, entre ellos Eleuterio Baquedano. Eleuterio se casó y tuvo hijos, entre ellos a Josefina Baquedano Orrego, que se casó con Benjamín Maturana Urzúa. Ellos tuvieron a mi padre, Hernán Maturana Baquedano, y otros ocho hijos, pero solo tres quedan vivos. De mi papá vengo yo y otros dos hermanos.

¿La familia siguió la tradición en la milicia?

De la descendencia de mi abuela, ningún Baquedano Orrego fue militar, fueron casi todos agricultores. De los Baquedano González, los dos eran oficiales, y su padre fue general de división.

Dicen que su padre se parece al general Baquedano?

Varios me lo han dicho. Carlos Berardi Rojas, quien ya falleció, era excomandante del Círculo Militar “Cien Águilas” de la zona y aficionado a la historia de Chile. Un día, de coincidencia, conoció a mi papá, sin saber quién era, y le dijo que se parecía. Y mi papá le respondió ‘muy probablemente, si soy de la familia’. Mi papá dice que es un viejo chico, igual que Manuel Baquedano. En algunas fotos mi padre se parece, tiene algunos rasgos. Y somos todos bajos.

Josefina Baquedano Orrego (de pie y de negro), su marido Benjamín Maturana Urzúa, junto a Eugenio, sus hermanos y su abuela materna (de pie y de blanco).

¿Y qué dice él sobre lo que está ocurriendo con el monumento?

A mi padre le molesta, no entiende por qué.

¿Qué le genera la decisión de remover el monumento para ser restaurado?

Considero que, inicialmente, no debería moverse del sitio que se le dio, como un héroe de la Guerra del Pacífico. Pero hay divisiones, yo comprendo, hay amigos que me han hecho consultas, preguntan qué me parece. Y creo que es perder una batalla, porque él se ganó el derecho a ser puesto donde está, aunque si hay rencillas por su imagen y se traslada, por ejemplo, a la Escuela Militar, que así sea. A mi papá, cuando le decía que iban a mover la estatua, le preguntaba ‘¿te importa?’, y él me respondía que si da conflicto, mejor que vuelva a un recinto militar, donde va a estar cuidado y no vandalizado todos los días.

Una vez restaurado, ¿debiese volver a donde está hoy?

Creo que lo que pretenden es probablemente sacarlo y que no cree más divisiones respecto de su figura. Como decía, uno puede tener una percepción, que es una batalla medio perdida, de lo que se ha producido en torno a su figura. Es una bofetada a la historia de Chile y qué pena que tenga que cambiarse de ubicación.

¿Del Consejo de Monumentos Nacionales se han contactado con ustedes?

No, nada.

¿Y el Ejército?

El Ejército nunca, tampoco. Por último, para que se tuviese en consideración hacer una reseña, un pequeño guiño a la figura de mi padre como descendiente más directo de los que están vivos.

¿Leyó la declaración del Ejército, que tildaba de antichilenos a quienes prendieron fuego a la estatua?

El vandalismo en forma desmedida, como se ve en cada acto deleznable que ha ocurrido, es de parte de gente inadaptada, que no tiene en su ADN ver a la figura de Baquedano como gestor de la epopeya de la historia de Chile. Que peleó en esa guerra y triunfó para el bien de la patria. Mi hermano tiene rabia, me dice que son inadaptados que solo rompen y destruyen, que no pueden ni hacer una alusión a la figura de Baquedano. Creo que quien juzga es la historia, y la historia dice que Baquedano fue un general de división que luchó por la patria.

También lo han tildado de genocida y violador de derechos humanos.

Después de la Guerra del Pacífico tuvo que ir a La Araucanía, mandatado por el presidente. Y ahí es donde lo tildan de violador de derechos humanos. Algunos lo tildan de héroe y por otro lado hay personas del mundo mapuche que lo miran como un genocida.

¿Y usted cómo lo ve?

Lo miro como que personas como el general Baquedano son mandatadas y se les encomienda una misión, tratan de hacer lo mejor posible, y dentro de ello está el hecho de haber participado de guerras. La historia dice que siempre fue triunfador. Fue senador en un par de periodos, presidente interino por un tiempo corto. Dentro de lo que uno lee, en esa parte de la historia, no se ve un hombre de maldad. No lo veo de esa manera.

¿Qué le genera ver que lo rayan, lo pintan, lo queman, lo vuelven a pintar?

Un grado de tristeza y pena. Uno mira el comportamiento de gente con poco criterio de la historia de Chile. No sé si es valorable o no la actuación de personas con un descriterio hacia un monumento, a actuar de la forma en que actúan, que queman, pintan, y que tienen cero respeto por la figura.

El monumento se ha transformado en un símbolo...

Es una malversación respecto del monumento. Si uno mira las demandas del estallido social, van en relación directa hacia un bienestar o un descontento de la población y no tienen mayor incidencia hacia un general que fue parte de una guerra hace 100 años. Está ahí, en esa plaza, y lamentablemente quedó ahí y al final la lucha es en contra de eso, más material, que lo que él pueda haber sido. Las personas que hablan de izquierda o de derecha o de derechos humanos lo miran con un sesgo más político que humano.

¿Y eso qué le parece?

Obviamente, entiendo que la gente manifieste rabia o impotencia por cómo anda el país, pero de ahí a levantar e incendiar una figura, u odiar una figura… A lo mejor si les preguntan qué representa esa figura no tienen la menor idea. A lo mejor el pensamiento de un anarquista es destruir y romper lo que sea que venga por adelante: ‘No creo, rompo, destruyo, quemo, me da lo mismo’.

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