Banderito

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Menos de 1.500 personas llegaron a la actividad organizada por el club. Al plantel le dolió la baja concurrencia.



Alguna vez el banderazo de la U convocó a más de 15.000 personas. En alguna época, los hinchas se organizaron para llegar con lienzos, lanzar humo de color desde extintores y aleonar a sus jugadores. Pero de eso, ayer, ni rastro, fue un Banderito.

El tradicional acto emocional tuvo una bajísima asistencia. La barra Los de Abajo anunció públicamente que no se haría parte de este. Y cumplió. Argumentó su inasistencia al evento "llamado por la concesionaria para tapar su mala gestión y su nula intervención ante las injusticias que pasamos los hinchas de la U en las distintas canchas del país". Años anteriores sí habían acudido al banderazo, también organizado por la dirigencia de los azules, que ayer tuvo como representantes en la cancha a José Luis Navarrete, Sergio Vargas, Rodrigo Goldberg, Mario Conca y Daniel Schapira.

Según estimaciones de Carabineros, al recinto de Ñuñoa acudieron no más de 1.500 personas, muy por debajo de lo presupuestado por Azul Azul, que, de todas formas, llevó a cabo una ceremonia en la que familiares del plantel, funcionarios del club y diversas escuelas oficiales de la U ingresaron a la cancha en la parte final del entrenamiento para aleonar a los jugadores que hoy jugarán el Superclásico.

El banderazo se desarrolló casi sin inconvenientes, de no ser por un puñado de fanáticos que se saltaron la reja divisoria para intentar fotografiarse con futbolistas y cuerpo técnico. Algunos lo consiguieron incluso con la ayuda de esos mismos jugadores. Otros tuvieron la suerte de llevarse alguno de los balones que fueron regalados.

Todo, eso sí, lejos de la fiesta de otras veces. Sin cánticos ensordecedores, sin petardos, sin fuegos de artificio. Con muy poco color, realmente.

Desde la interna del plantel, de hecho, dicen que quedaron sorprendidos aún cuando estaba anunciada la no participación de la barra oficial. Que les apenó ver la galería sur con tan poca gente. Que para eso mejor hubiesen entrenado en el Centro Deportivo Azul, como siempre, como si no hubiese un Superclásico a la vista.

Por la noche se organizó un hotelazo, que terminó con incidentes.

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