Volar sobre la cordillera sin salir de casa

A falta de permiso para estar en el aire, el Club de Planeadores de Vitacura comenzó esta carrera virtual, con competidores internacionales, que no solo es por diversión, también una forma de entrenar la toma de decisiones y analizar factores que ayuden cuando vuelvan al cielo.



Han pasado meses de que se bajaron de los planeadores. De compartir el cielo con los cóndores de la Cordillera de Los Andes, a instalarse en el computador a tratar de mantener vivo el motor de seguir volando. La pandemia provocó que los vuelos deportivos se suspendan y ante eso, el Club de Planeadores de Vitacura encontró una alternativa tecnológica para mantenerse en el aire.

Con un total de 18 misiones, distintas rutas virtuales a través del cordón montañoso del continente, 34 competidores se reunieron a saciar sus ganas de navegar. Participantes chilenos, brasileños, argentinos y un par de europeos se unieron para competir en un software que no solo se usa, como en este caso, de entretención. Además, sirve de herramienta para dar instrucciones a los pilotos más jóvenes antes de que sumen sus primeros kilómetros en el cielo.

Pero como la cuarentena en Santiago prohibió que pudieran salir al aire, se las ingeniaron de otra manera. Juan Pablo Valenzuela, instructor del Club de Planeadores, fue quien ideó esta competencia virtual como una forma de quitarse las ansias de volar y, además, como un ejercicio para tomar decisiones cuando vuelvan a planear. “Un piloto sigue una ruta definida, pero elige si va por una ladera u otra, por ejemplo. Permite a los competidores jóvenes que vayan conociendo la Cordillera y los efectos que tienen las distintas condiciones sobre el planeador. Sirve para navegación y turismo. Se usa mucha estrategia”, cuenta el impulsor de la actividad. “Son vuelos como una pichanga de sábado”, agrega.

Seguramente extrañan la sensación de subirse a la nave, de ser remolcados por un avión más grande a más de mil kilómetros de altura y dejarse caer dirigiendo el planeador a través del viento. Eso, por ahora, no puede ser. Por eso surgió la posibilidad de que, sentado en la seguridad de su cuarentena, cada piloto pueda practicar desde sus reflejos a la concentración.

“Esto facilita el aprendizaje”, cuenta Hans Weiner, piloto del Club y participante de la competencia. “Es una sensación distinta comparada a la realidad, porque no tienes la opción de sentir las térmicas en el planeador ni las energías del aire, pero se acerca bastante a la realidad. Pueden replicar condiciones meteorológicas, las nubes, formación de técnica, intensidad térmica, probar dirección e intensidad del viento que permiten acercarse lo más posible”, ejemplifica el planeador.

El primer torneo que disputaron duró dos semanas con carreras diarias. Todo comenzaba con instrucciones generales diciendo la ruta del día y las condiciones meteorológicas para que cada competidor elija su estrategia. Mientras tanto, los pilotos se mantienen conversando de su experiencia, simulando la convivencia que se vivía cuando se bajaban del planeador y compartían en una especie de tercer tiempo. “Se genera una mística interesante, además de mantener la destreza de vuelo, pues te mantienes en contacto con otros competidores y se genera un ambiente de camaradería”, dice Weiner.

El segundo torneo ya está en marcha y las inscripciones son gratuitas mediante la plataforma Cóndor Club. Hasta el 26 de julio los pilotos del Club de Planeadores de Vitacura y quienes se interesen, estarán recorriendo virtualmente la Cordillera de Los Andes, pues cual cóndor en el aire, estos apasionados de las alturas anhelan alcanzar el cielo.

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