El también vicealmirante en retiro de la Marina de Guerra peruana, ocupó un rol clave en la liberación de los rehenes en la embajada japonesa en Lima, en una crisis que se extendió por cuatro meses y concluyó en abril de 1997.
5 oct 2023 08:31 PM
El también vicealmirante en retiro de la Marina de Guerra peruana, ocupó un rol clave en la liberación de los rehenes en la embajada japonesa en Lima, en una crisis que se extendió por cuatro meses y concluyó en abril de 1997.
La noche del 23 de julio de 1879, en Antofagasta -ya en manos chilenas- el Huáscar conducido por Miguel Grau capturó al transporte chileno "Rímac", el cual llevaba una carga formidable: un regimiento de caballería dirigido por un sobrino del Presidente Aníbal Pinto. Por supuesto, el hecho generó tal revuelo que tuvo incluso costos políticos. Esta es la historia.
Ocurrió en marzo de 1880, en plena Guerra del Pacífico, cuando la escuadra chilena bloqueaba el entonces puerto peruano para impedir la llegada de provisiones para su menguado ejército. Pero en una audaz maniobra, la corbeta peruana Unión logró burlar la presencia amenazante del Huáscar (que ya combatía por Chile) y el Cochrane, para entregar un último envío de pertrechos. Acá la historia de un chasco para la marina chilena.
Es considerado uno de los héroes de Iquique, pero sobre la vida de Juan de Dios Aldea existen pocos datos verídicos. Tuvo una ascendente carrera militar, que le permitió escalar al grado de Sargento 2º en pocos años. En el combate naval del 21 de mayo tenía la misión de custodiar el pabellón, por eso fue el único que logró escuchar la orden de abordaje de Prat. Acá, una revisión a su historia.
En julio de 1879, en plena guerra, el bloqueo de Iquique era mantenido a duras penas por la marina chilena. La hostilidad de la población local, la amenaza constante de sabotajes y las incursiones del Huáscar, habían desgastado a la escuadra. Así, el almirante Juan Williams Rebolledo decidió ejecutar una operación de represalia contra el entonces puerto peruano. Acá la historia de un episodio poco conocido y sus repercusiones.
Ocurrió en la noche del 9 al 10 de julio de 1879, apenas un par de meses después del combate en que fue hundida la Esmeralda. El Huáscar, al mando de Miguel Grau, intentó una rápida incursión en el puerto todavía bajo bloqueo chileno, para destruir a un buque en reparaciones. Pero el encuentro tuvo un giro con peripecia. Esta es la historia.
El 27 de febrero de 1880, en el marco del bloqueo del entonces puerto peruano de Arica, el Huáscar y la Magallanes se enfrentaron al monitor peruano Manco Capac. El buque -otrora conducido por Miguel Grau- venía recién llegando de reparaciones, y vio morir a su capitán, Manuel Thomson, quien en una maniobra arriesgada buscó la gloria en batalla.
Es uno de los momentos más icónicos del Combate Naval de Iquique, pero poco se sabe acerca de cómo se conoció y se difundió. La clave, dicen los expertos, está en las cartas que los oficiales y tripulantes sobrevivientes de la Esmeralda enviaron desde su prisión en Iquique, tras ser rescatados por el Huáscar. En el primer parte oficial, a cargo del Teniente Luis Uribe, ya se menciona la arenga y así en otras cartas de la época.
Tras la Guerra del Pacífico la marina chilena se convirtió en la principal fuerza naval de América alineando el crucero más moderno del mundo, protagonista de un episodio de abierta rivalidad con Estados Unidos, que contribuyó al reforzamiento de la flota norteamericana en el Pacífico.
Mientras la Esmeralda se sumergía en la eternidad en las aguas de Iquique, entre los bajos rocosos de Punta Gruesa, un poco más al sur, la goleta Covadonga logró un triunfo imposible ante un rival muy superior. En parte, fue la jugada temeraria de un oficial hijo de escocés y peruana, que le gustaba el riesgo y que en la Armada era considerado un tipo “poco dado a la disciplina”: el capitán Carlos Condell. Revisamos la historia del otro combate de una jornada épica.
En medio del bloqueo de Iquique, el almirante Juan Williams Rebolledo, jefe de la Escuadra nacional, decidió ir a atacar a los buques peruanos en El Callao. El plan había sido propuesto originalmente por el gobierno, pero el mismo Williams lo había rechazado. La expedición tuvo una serie de contratiempos y consecuencias, además de un factor político con miras a las elecciones presidenciales de 1881. En Culto te contamos uno de los capítulos menos conocidos de nuestra historia.
Con varios días de desfase, y con información entregada de forma parcelada, la ciudadanía fue conociendo los pormenores de los combates entablados por la Esmeralda y la Covadonga. La prensa ensalzó las figuras de Carlos Condell y Arturo Prat y se construyó el relato de los acontecimientos, a partir de partes oficiales y los testimonios de los sobrevivientes, quienes contribuyeron con la transcripción de la famosa arenga del comandante.
El fenómeno editorial, que lidera el ránking de los títulos más vendidos, estalló hace tres años con obras que cuentan aspectos desconocidos, por ejemplo, de la Guerra del Pacífico, además de humanizar a próceres como Arturo Prat y Balmaceda.
La historia siempre se escribe desde dos frentes y es difícil hacerlos consensuar. Pero Carlos Tromben parece haberlo logrado con una novela histórica con dos protagonistas: un personaje -Grau- y un objeto -Huáscar- que en Chile y Perú tienen significados opuestos e irreconciliables. Hasta ahora.
Un grupo de 50 congresistas aprobó una moción para solicitar la visita del barco con motivo del bicentenario peruano, idea que fue rechazada incluso por la canciller de ese país que la calificó como "desacertada".