Columna de Daniel Matamala: Cómo desplumar un ganso

07 Mayo 2021 Entrevista a Rodrigo Cerda Ministro de Hacienda. Foto : Andres Perez07 Mayo 2021 Entrevista a Rodrigo Cerda Ministro de Hacienda. Foto : Andres Perez


Jean-Baptiste Colbert, el poderoso ministro del Rey Sol Luis XIV, tenía una definición para lo que llamaba “el arte de recaudar impuestos”. Este consiste, decía Colbert, “en desplumar al ganso de forma que se obtenga la mayor cantidad de plumas con el menor número de graznidos”.

De lo cual se desprende que es mejor dejar en paz a los gansos que chillen demasiado, y concentrarse en desplumar a los más callados. Hoy en Chile sucede algo similar. Se recauda el 41,6% de los impuestos mediante el IVA que grava a los ciudadanos silenciosos, el doble del promedio de la OCDE (20,2%).

Esta semana, el gobierno presentó la ley corta de pensiones, que chutea para un futuro indefinido una reforma a las AFP, y mejora las jubilaciones aumentando el aporte del Fisco. Para financiarla, se anunció un proyecto contra las exenciones de impuestos, esos privilegios que algunos gansos especialmente chillones han logrado para pagar menos impuestos que el resto de los mortales.

Durante su gestión como ministro de Hacienda, Ignacio Briones pidió un informe a la OCDE y al FMI al respecto. Luego, una comisión transversal de expertos preparó un completo documento sobre los privilegios que se deben eliminar. Pero cuando se entregó el informe, Briones ya no estaba. Su sucesor en Hacienda, Rodrigo Cerda, anunció que había “otras prioridades” y guardó la carpeta al fondo de un cajón.

Nueve meses después, el informe se desempolvó, pero con importantes amputaciones. Los expertos habían recomendado por unanimidad eliminar el régimen de renta presunta, que permite a transportistas, agricultores y mineras pagar menos impuestos que los que les corresponden por sus ganancias, y eliminar también la devolución del impuesto al diésel para camioneros e industrias, que les permite contaminar gratis.

En el proyecto del gobierno, esos puntos desaparecieron como por arte de magia. Todos sabemos por qué. Ambas medidas, de evidente justicia, afectan privilegios del ganso más alharaco de todos: los dueños de camiones, dispuestos a chantajear con bloqueos de carreteras cada vez que se intenta aplicarles las mismas normas que debemos cumplir los demás chilenos. Y ningún gobierno ha tenido los pantalones para enfrentar ese matonaje.

El proyecto sí incluye medidas como gravar con IVA ciertos servicios hasta hoy exentos, y un impuesto de 5% a las ganancias de capital.

Este último privilegio es una muestra perfecta de cómo funciona la “justicia tributaria” en Chile. El 7 de marzo de 2000, cuatro días antes de asumir la presidencia, Ricardo Lagos compareció ante la crema y nata del gran empresariado en el CEP, en una especie de examen final para el primer presidente socialista desde Allende. Allí, como recuerda Sergio Jara en su libro “Piñera y los Leones de Sanhattan”, el corredor de bolsa Leonidas Vial le pidió que eliminara los impuestos a su actividad: la compraventa de acciones. “Usted ha puesto el tema en la agenda”, le contestó Lagos. Luego vino una serie de tensiones entre el gobierno y el empresariado (“Presidente, por favor déjenos trabajar tranquilos”, le dijo el líder de la CPC), hasta que ambas partes firmaron la paz. El precio fue que Lagos aceptara una serie de medidas propuestas por el gran empresariado, partiendo por la eliminación del impuesto.

¿Se imagina que usted pudiera pedirle al presidente y, tras presionarlo, negociar con él que le eliminaran cierto impuesto que le resulte particularmente molesto, como el IVA a los remedios o al pan? ¿No? Entonces usted, estimado lector, es sólo un ganso silencioso y desplumado.

Con este anuncio de un tímido 5% de impuesto a ciertas transacciones, ¿habrá justicia tributaria? Para nada. Si un profesional gana dinero trabajando, está afecto a pagar hasta un 40% de impuesto por el tramo más alto. Pero si gana esa plata especulando en la bolsa, apenas tributaría un 5% (hoy no paga nada). Por supuesto, los beneficiados son una minúscula minoría de operadores bursátiles con enorme volumen de graznido.

El proyecto del gobierno sí toca un privilegio: reduce gradualmente la exención del IVA a las empresas constructoras. Los expertos recomiendan eliminarlo y, si se quiere beneficiar a los compradores, subsidiarlos directamente a ellos, y no a los dueños de las grandes empresas. La Cámara Chilena de la Construcción, uno de los grupos económicos con el lobby más poderoso de Chile, dice que “no es un beneficio para las constructoras”, sino “para el acceso a la vivienda de los sectores emergentes y medios”.

El argumento de las constructoras quedó desmentido en la ceremonia de presentación del proyecto en La Moneda. Cuando el ministro de Hacienda Rodrigo Cerda se disponía a hablar, se acercó a él el senador RN Rodrigo Galilea. “No me pueden cagar delante mío con el IVA a la construcción. Ustedes son unos chacales. Y yo tengo que sonreír más encima”, le dijo Galilea a Cerda, quien trataba de tapar el micrófono. Demasiado tarde. El exabrupto quedó registrado por las cámaras.

¿Por qué su molestia? Porque el senador es uno de los empresarios de la construcción más poderosos de Chile. Es uno de los dueños y expresidente de la constructora Galilea, además de mantener al menos 19 sociedades en el rubro en Chile y el extranjero, y ser expresidente regional y exconsejero nacional de la CChC. Como parlamentario, ha protagonizado varias polémicas por conflictos de interés.

“Los estaba molestando, era simplemente una broma”, explicó Galilea luego de tratar a las autoridades de “chacales”. Es que el lobby del poder suele ser tan efectivo como invisible para los ciudadanos. Y en las contadas ocasiones en que sus graznidos son oídos por todos, sólo confirman lo que Colbert ya sabía hace cinco siglos: que los impuestos que cada uno paga tienen que ver con el poder que ostenta, más que con la justicia de esos tributos.

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