Los dioses en cuarentena

Para los creyentes, la pandemia ha tenido un costo agregado. Lejos de sus templos y comunidades, muchos han debido adaptar sus tradiciones al encierro doméstico, recurriendo a herramientas digitales que, en algunos casos, habían sido largamente ignoradas. En 10 voces, religiosos y fieles analizan el trance de la fe en la crisis, la pertinencia de volver pronto a los ritos tradicionales y el futuro de lo espiritual.


1. La amenaza

Walter Vega, pastor de la Iglesia Presbiteriana Reformada y vocero del Concilio Nacional de Iglesias Evangélicas y Protestantes de Chile: “Jesucristo nos advirtió. Cuando tú analizas Mateo, capítulo 24, te das cuenta de que Él advirtió que a este mundo iban a venir pandemias y un montón de males naturales o morales que iban a afectar a la Iglesia. Y habló claro: ahí entregó un orden taxativo de guerras, pandemias, hambrunas. Entonces, teológicamente, esta cuestión a nosotros no nos pilla por sorpresa, porque estaba claro; es más, estaba escrito”.

Cristián Roncagliolo, vicario general del Arzobispado de Santiago: “Empecé a ver lo que estaba ocurriendo principalmente en Italia y en España. En los primeros días de marzo comenzamos a prever medidas. El primer comunicado fue que se restringían las misas a grupos de más de 50 personas y que la comunión solo se podía entregar en la mano. Para el día de San José, el jueves 19 de marzo, dijimos que no podría haber misas con presencia de fieles a partir del fin de semana del 21. Hemos trabajado como una suerte de espejo de los instructivos del gobierno, sabiendo hacia dónde caminábamos (…) A nuestras parroquias pueden concurrir unas mil personas en una misa. Evidentemente, había que tomar decisiones drásticas”.

Emiliano Soto, obispo metodista y presidente de la Mesa Ampliada de Entidades Evangélicas y Protestantes de Chile: “Luego de que el Presidente Sebastián Piñera declarara catástrofe nacional, se proyectaba algo anormal. La autoridad sanitaria instaura decisiones cada vez más restrictivas, hasta llegar a reuniones de un máximo de 50 personas, aunque igualmente se recomendó abstenerse de realizar cultos religiosos, por precaución. De manera autónoma, fueron los mismos pastores, en su gran mayoría, que igualmente actuaron en forma criteriosa”.

Alejandro Bloch, rabino, vicerrector del Seminario Rabínico Latinoamericano: “Estuve en Estados Unidos visitando comunidades y participando en conferencias a fines de febrero. Desde allá llamé por teléfono y avisé que ya había instrucciones de distanciamiento social. A medida que esto fue creciendo y, guiados por la Comunidad Judía de Chile, decidimos cerrar todas las instituciones en el país”.

Mohamed Said Rumie, vocero de la Mezquita As-Salam de Ñuñoa: “La mezquita se cerró un mes antes de Ramadán (de fines de abril a fines de mayo). El cambio fue drástico, hemos debido rezar solo en casa. Durante este mes se acostumbra orar cinco veces al día y después leer un treintavo del Corán -un juz- en la mezquita para completarlo en 30 días. Normalmente, van 150 personas cada tarde y rompemos el ayuno juntos. Todo eso está suspendido; la primera obligación del musulmán es cuidarse a sí mismo y a los suyos”.

Walter Vega: “Esta crisis sanitaria generó una unidad potentísima entre las iglesias evangélicas. Nosotros somos muy desordenados en cuanto a estructura, no tenemos una jerarquía ni un Papa que nos represente, pero nos juntamos y ahora estamos trabajando en un protocolo para aplicar en todas las iglesias, de Arica a Punta Arenas, sobre cómo hacer cultos para aquellos que quieren volver a la normalidad. Se ha hecho en un espíritu democrático, pluralista, tolerante. Han salido cosas más buenas que malas”.

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La Catedral Evangélica de Jotabeche, en Estación Central.

2. Adaptación

Jorge Blake, sociólogo, vocero de Voces Católicas: “La Iglesia ya estaba en una crisis, en una dimensión relativa a los casos de abusos sexuales, que es de corto plazo, y otra más amplia que es de lo religioso, que tiene que ver con la secularización. Entonces, es interesante preguntarse cómo la imposibilidad de celebrar presencialmente la fe interactúa con estos procesos. Y ahí entran continuidades y cambios. Que la Iglesia se esté abriendo a espacios virtuales es una continuidad”.

Cristián Roncagliolo: “A poco andar pusimos que simplemente ya no se podía celebrar el sacramento de la eucaristía con presencia de fieles, es decir, se empezó a llevar online. Yo te diría que el 90% de las parroquias están transmitiendo vía streaming. Es interesante, porque se han multiplicado los números en las misas diarias. Muchas parroquias me reportan que asisten 150 o 200 personas a una misa de martes; en tiempos normales, a lo mejor serían 30 personas. O sea, se ha producido una expansión notable de la llegada misionera de la Iglesia. Ha habido un impulso a la creatividad. Imagínate que te estoy hablando con el mismo teléfono con que celebro la misa diaria”.

Alejandro Bloch: “Cada uno tiene su lenguaje y la tradición judía es más bien textual que de imágenes. El streaming es un lenguaje totalmente distinto, pero la gente lo recibió con mucho cariño y con mucha necesidad, quiso también que la transmisión fuese un poquito menos dura. Uno de los desafíos fue la festividad de Pésaj (N. de la R.: recuerda la libertad del pueblo hebreo de su esclavitud en Egipto), que se vive en el hogar y con muchas generaciones dentro de la misma celebración. Aunque no es la norma, en las semanas previas hubo algunas autoridades rabínicas que permitieron el uso de la tecnología en día sagrado (…) Hace tres horas hablé con una persona que tuvo una pérdida de alguien cercano y me dijo ‘rabino, estoy más conectada que cuando iba a la sinagoga’”.

Walter Vega: “Hay una mayor demanda de los fieles. Se ha generado un precioso paradigma, viéndolos partir el pan y tomar el vino en sus casas. Hay laicos que nosotros no sabíamos que tenían la linda capacidad de predicar y han tenido que también tomar la batuta en los estudios bíblicos (…) Por ahí andaba un meme dando vueltas: el diablo le decía a Jesucristo ‘te gané, logré cerrar las iglesias en todo el mundo’ y Jesucristo le respondía ‘no, porque ahora tengo una iglesia en cada familia, un culto en cada casa’”.

<b>Sofía Brahm, editora de revista Humanitas</b>: “Yo creo que fue de las semanas santas más bonitas, porque como dependía de nosotros, uno era más partícipe y no solo espectador. Usamos los subsidios de la Iglesia de Santiago. Nosotros tenemos niños chicos, así que para que pudieran vivir la ocasión hicimos todo más tangible, usando símbolos como el lavado de pies y la bendición de los ramos. Por la noche, con mi marido escuchamos un retiro. La cantidad de iniciativas era impresionante. Costaba decidirse por una”.

María Pastora Sandoval, anglicana: “Antes decían que los servicios online fomentaban la flojera de los hermanos. Se hacía el símil de una fogata: si apartas el madero del fuego, se apaga. Ir al culto es encender la fogata. Esto de mantener la fogata encendida en línea es súper raro. Lo que antes se demonizaba, ahora se fomenta”.

Mohamed Said Rumie: “No se hace servicio vía video. Hay distintas escuelas musulmanas: algunas lo aconsejan; la mayoría, no. Puede acostumbrar a la gente a no acudir a la mezquita. La importancia de una oración grupal no es la misma a que usted rece solo en su casa, pues la primera brinda una sensación de comunidad importante”.

Gabriel Zaliasnik, expresidente de la Comunidad Judía de Chile: “Las comunidades se han mantenido activas a través de medios tecnológicos y no solo en lo religioso. La conmemoración del Día del Recuerdo del Holocausto (Yom Hashoah) y la fundación del Estado de Israel también son fiestas muy importantes. Para Yom Hashoah hubo muchos actos importantes que se hicieron virtualmente: nietos de sobrevivientes del Holocausto relataron la vida de sus abuelos. Se logró comprometer más gente. Participó hasta Nicolás Massú, por su lado materno. Si bien hemos sentido una suerte de soledad, también hay un reenganche con la fe”.

<b>Cristián Roncagliolo</b>: “Lo que evidentemente continúa a pesar de la pandemia, por razones obvias, son los funerales, la unción de los enfermos y toda la ayuda social que presta la Iglesia, porque evidentemente la gente tiene hambre. Hemos acogido a mas de dos mil personas extranjeras en situación de calle y estamos entregando cerca de siete mil raciones de comida. También hemos preparado 30 sacerdotes para que puedan visitar a pacientes con Covid-19 (…) A mí me ha tocado visitar enfermos, con todos los resguardos médicos: mascarilla, delantal, guantes, en fin. Pero uno se da cuenta de que son muy pocas las personas que pueden visitar enfermos, entonces ellos están muy solos, ni siquiera pueden estar con su familia. La gente muere sola muchas veces”.

El obispo auxiliar De Santiago y vicario general, Cristián Roncagliolo.

3. Dolor y lucha

María Pastora Sandoval: “Yo necesito volver al templo. Sobre todo porque he vivido cosas personales fuertes que me hacen querer volver. No he podido, pero me he conectado a mi iglesia antigua, también anglicana, donde fui por años. Siempre está esa necesidad, pero por ahora hay que guardarse nomás”.

Juan Ignacio Brito, laico católico: “La actividad religiosa no es distinta a otras esenciales. Lo que se pide es que la Iglesia y sus ceremonias se rijan por las mismas normas que afectan a otras actividades consideradas esenciales, con idénticos resguardos y condiciones. Eso no ha ocurrido siempre, pues han existido disposiciones administrativas de distintas autoridades del país que han limitado o incluso impedido ilegalmente el ejercicio práctico de la religión en iglesias, las actividades de culto no son inherentemente más riesgosas que otras como ir al supermercado o al banco, y que es un derecho fundamental de toda persona participar en ellas”.

Jorge Blake: “Uno puede tener una aproximación muy consumista a lo religioso. El que necesita comulgar e ir a misa puede haber absolutizado una forma de acercarse a Dios. Como un espacio de consumo de medios, símbolos, el diálogo con Jesús pasa a una segundo plano y el medio se transforma en fin. Hay una posición de unidad en la Iglesia acerca de lo esencial que es la eucaristía y han surgido matices a raíz de esta crisis. A veces uno olvida que poder ir a misa diariamente es un privilegio del que, por ejemplo, una persona que vive aislada no goza; como en Chuit, en las Islas Desertores, donde tienen una misa cada 40 días. Algo de esta crisis nos ha ayudado a relativizar nuestro acceso a los elementos religiosos. En eso se nos cuela la desigualdad”.

Walter Vega: “El pueblo evangélico es un pueblo disciplinado, pero nosotros no creemos en la obediencia ciega. Muchas veces hay órdenes que son ilegítimas y que van en contra de nuestro derecho. Entonces, ¿qué nos gustaría? Que efectivamente, cuando salgan las resoluciones como cuarentena, toque de queda y cualquier otro tipo de limitaciones para hacer cultos, ojalá estén acompañadas con datos científicos potentes, no solamente con miedos y temores que pueden nacer de prejuicio o miedo irracional”.

El pastor Walter Vega, vocero del Concilio Nacional de Iglesias Evangélicas y Protestantes.

Cristián Roncagliolo: “Para la Iglesia, la dimensión sacramental se ve empobrecida enormemente, porque si no pueden recurrir los fieles de manera presencial, no es lo mismo. Eso nos duele y los fieles también tienen un dolor inmenso al no poder participar de la eucaristía, porque la eucaristía es alimentarse de Cristo. Yo entiendo totalmente el dolor, pero también pido que nos entiendan, que lo que hoy día nos corresponde como cristianos es evitar cualquier espacio que genere contagio y, lamentablemente, eso tiene que ver con la afluencia de público y la eucaristía (…) La experiencia sacramental no la puedes suplir, pero la puedes complementar”.

Mohamed Said Rumie: “Alá dice que lo tiene todo, como amo del universo. Lo único que pide al creyente es el ayuno de Ramadán y nosotros estamos dispuestos a eso, pero en este Ramadán nos toca dar más que pedir. Yo me quiero encontrar con otro, compartir mi experiencia con él; no poder hacerlo es triste. Es doloroso”.

Alejandro Bloch: “Cuando me vine a empezar la cuarentena, dejé algunos libros que uso habitualmente. Hay cosas que la tradición no permite hacer. Por ejemplo, algunas de las lecturas que se hacen en forma ritual se hacen desde un rollo de la Torá, escrito de una manera determinada hace miles de años. Entonces se suplantó eso por la lectura del mismo texto, pero de un libro impreso con tecnología contemporánea. También pasó que había personas que estaban un poquito más lejos y no tenían la matzá, el pan ázimo que es lo más importante para la noche de Pésaj. Conseguimos a alguien que nos hizo un tutorial en el que explicó cómo se hace matzá. Entonces esta persona me mandó una foto, me dijo ‘mira cómo salió’, con mucha alegría que pudo superar esta dificultad”.

Walter Vega: “Hay un poco de sesgo de parte de algunos medios, que solamente han buscado lo malo: a los pastores rebeldes, a los descolgados, los antisistema, que lamentablemente son la excepción, son marginales y que nos dan vergüenza como Iglesia de Cristo. Los díscolos van a seguir apareciendo, es parte de la naturaleza humana. Pregúntales también a los senadores, que también son desobedientes, ¿no? O a los empresarios que agarran un helicóptero y se van a la playa, o a los cabros que siguen haciendo fiestas”.

Juan Ignacio Brito: “Solo conozco el caso del Colegio San Francisco de Asís. Me consta, porque lo vi presencialmente, que se tomaron toda clase de resguardos (evitar aglomeraciones, lavado de manos con alcohol gel, respeto a la distancia social, uso de mascarillas, filas ordenadas, fieles que permanecían en sus autos hasta que les tocara su turno, etc.) para minimizar la posibilidad de contagios. Esto se llevó adelante cuando no había cuarentena y sin violar disposición administrativa alguna (…) Ojalá otros lo hubieran imitado, porque ello habría servido para mitigar la ‘sequía sacramental’ que estamos viviendo los católicos”.

Sofía Brahm: “Encuentro que en este tiempo hay que cultivar la paciencia y la confianza. Estas exigencias a veces suenan a provocaciones y creo que no es el rol que le cabe a la Iglesia. Lo que provocó la crisis de abusos sexuales en Chile fue la respuesta que dio la Iglesia, que se puso del lado de la defensa corporativa y no del otro. Esto de andar creyendo que se puede estar por sobre las leyes o el contagio no conviene”.

4. La nueva fe

Mohamed Said Rumie: “De ninguna manera esto generará cambios importantes. Es un accidente más en el camino del musulmán”.

Mohamed Said Rumie, vocero de la mezquita As-Salam de Ñuñoa.

Walter Vega: “Esto nos movió el piso a nosotros los pastores, en el sentido de que también debemos tener un mensaje más aterrizado o concreto, más práctico. Generalmente, la discusión apuntaba más al reino de los cielos, pero como que no estábamos muy preocupados del fenómeno terrenal, de los efectos y de las consecuencias. No estábamos preparados”.

Alejandro Bloch: “Nosotros decidimos no apurarnos, vamos a esperar el tiempo que sea prudente, que la ciencia nos recomiende qué vamos a hacer cuando volvamos y vamos a tomar todas las precauciones para que el regreso sea seguro. Entendemos que algunas personas tienen fervor religioso, pero dentro de nuestro fervor religioso está un autor medieval que se llama Maimónides, que dice que cuidar la salud es parte de nuestro servicio a Dios. No hay que ir más allá de lo que la realidad nos impone”.

Emiliano Soto: “Creo que es posible, una vez terminada esta crisis, que podría haber cambios de acuerdo con lo vivido. Ayudar a conectarse a comunas y ciudades más alejadas, donde actualmente no se llegaba con el mensaje. De hecho, hay proyectos de evangelización vía plataformas digitales y se denomina Evangelismo Digital, implementado últimamente”.

<b>Cristián Roncagliolo</b>: “Creo que no va a cambiar sustancialmente la forma de celebrar los ritos, entendidos como los sacramentos, pero sí nos va a dejar un desafío enorme de pensar cómo podemos hacer del mundo virtual una oportunidad para la evangelización, una oportunidad para llegar a los que están más lejos, para estar en contacto con aquellos que son más distantes en la Iglesia. Creo que ha abierto un campo misionero nuevo, distinto, quizá inesperado, pero que abre muchas oportunidades”.

Walter Vega: “Mira, podemos estar en el siglo XXV, en el XXVIII o en el XXX y siempre va a existir la religión. Porque el ser humano tiene una naturaleza religiosa. El fenómeno religioso es natural, no es cultural. La religión no fue inventada por el hombre; la religión nace espontánea, está en ti, es parte de ti, está dentro tuyo y sale por los poros”.

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