Un año de rezago: los costos que pagaron los colegios que más tiempo permanecieron cerrados en pandemia
Según muestra un estudio, los colegios que más disminuyeron sus puntajes en el último Simce son, también, los que más días permanecieron con clases telemáticas. Las consecuencias, como cuentan algunas directoras afectadas, son críticas. Por ejemplo: alumnos de cuarto básico que no saben leer.

Entre marzo y julio del 2020, todos los colegios en Chile cerraron por la pandemia que recién llegaba al país: el coronavirus. El primer día sin clases fue el lunes 16 de marzo. Pero a mediados de ese año, impulsados por la experiencia internacional, empezaron las primeras aperturas. Los primeros recintos en hacerlo estaban en el territorio insular, como Isla de Pascua, menos expuestos al virus. Pero no fue el caso de todos.
De hecho, según un informe de la OCDE, en Chile los establecimientos educativos estuvieron cerrados en promedio 259 días: fue el cierre de colegios más extenso entre los miembros de este organismo. Durante todo ese tiempo, el debate público estuvo en responder a la pregunta: ¿Abrir los colegios y exponer a los alumnos a un contagio o mantenerlos cerrados con los efectos adversos que eso trae?
Ahora, con la presencialidad retomada y los resultados del Simce 2022 en mano, el debate continúa. La medición arrojó una caída de 10 puntos, en promedio, en comparación con la última prueba, realizada en 2018. La prueba también mostró que los segundos medios bajaron 12 puntos en matemáticas y todos los grupos socioeconómicos, salvo el alto, empeoraron su desempeño. Son los peores resultados en una década.
El laboratorio de políticas públicas Pivotes quiso responder algunas preguntas que surgieron a partir de estos resultados. Para eso compararon los registros de apertura de establecimientos que llevó el Mineduc, entre octubre del 2020 y diciembre del 2021, es decir, las fechas en las que se iba retornando a clases presenciales.
En ese lapso de tiempo la cartera y sus seremis se pusieron en contacto con cada uno de los colegios del país, en promedio dos veces por semana, y registraron la respuesta. Había tres categorías: el colegio podía estar “cerrado”, en “cuarentena” o “abierto” con clases presenciales. A cada una de estas respuestas se les llamó “reportes”.
Así, estos reportes indicaban cuánto tiempo estuvo sin clases presenciales cada colegio. Todo esto, Pivotes lo cruzó con los resultados del último SIMCE 2022.
-Es un primer intento para establecer una relación entre presencialidad y resultados del Simce, especialmente en el contexto de pandemia- explica su autora, la investigadora Bárbara Manríquez.
Lo que revela el documento es que hay una relación directa entre el tiempo en que cada colegio mantuvo las clases remotas y los puntajes obtenidos en la prueba estandarizada.
-Aquellos establecimientos que reportaron estar más días abiertos experimentaron una menor caída en el puntaje promedio del Simce- asegura Manríquez.
El paper detalla que hubo una gran diferencia de días abiertos en los colegios públicos, particulares y subvencionados del país.
Por ejemplo, el cuarto básico que más clases tuvo en Chile continental es el del Colegio Alemán de Puerto Varas, un establecimiento privado. Se reportó abierto 120 veces y solo una vez cerrado. La escuela El Crisol, de Ovalle, en tanto, fue lo opuesto: en esa institución municipal tienen 144 reportes cerrados, de los cuales 15 fueron durante las cuarentenas, y 17 abiertos.
Esta disparidad en la apertura de colegios, dice Manríquez, generó una brecha en la educación. Lo revelan los resultados del análisis: en segundo medio, los 25 colegios que tuvieron menos clases presenciales bajaron ocho puntos en promedio su puntaje respecto del Simce del 2018. No pasa lo mismo en lectura, ahí mantuvieron su puntaje.
En cambio, los segundos medios de los 25 colegios que más presencialidad tuvieron no sufrieron cambios respecto de la medición anterior: mantuvieron el puntaje o lo bajaron marginalmente.
El impacto más grande, sin embargo, fue en los cuartos básicos, explica Manríquez. Ellos, asegura la investigadora, fueron los más afectados por los cierres.
“Los 25 colegios que más tiempo estuvieron cerrados y sin hacerle clases presenciales a sus Segundos Medios bajaron ocho puntos en promedio en lectura en ese nivel-detalla-. Esto equivale al 60% de los aprendizajes de un año. En matemáticas también bajaron 11 puntos. O sea, hasta el 88% de aprendizajes de un año”.
Esto, agrega Manríquez, es especialmente grave.
-La literatura internacional indica que 12,5 puntos del Simce equivalen a un año de aprendizaje. Por ende, si un colegio bajó ese puntaje de un año a otro, quiere decir que ese curso quedó rezagado en un año respecto de la medición anterior. Es como perder un año de contenidos.

Al achunte
De los 30 colegios que más mantuvieron la presencialidad para los cuartos básicos, 19 están en la Región Metropolitana, específicamente en el sector oriente de Santiago. Dieciocho de ellos son privados. El resto está en Juan Fernández, Isla de Pascua o en el extremo sur del país.
A pesar de la pandemia, estos establecimientos, detalla el documento, se reportaron abiertos 107 veces en promedio, entre octubre de 2020 y diciembre de 2021. Manríquez atribuye a esto que pudieran mantener, en términos generales, sus puntajes respecto de 2018.
Por el contrario, los 26 que menos presencialidad tuvieron son de orígenes distintos, aunque hay similitudes: son todos públicos, menos uno, que es particular subvencionado. Hay otro factor en común, 14 de ellos están en la Región del Biobío. De estos, nueve colegios perdieron puntaje en matemáticas y ocho en lectura.
Es el caso de la escuela municipal Península de Tumbes, en Talcahuano. Ivonne Jorquera, su directora desde hace 18 años, comenta algunas cosas: este es el único establecimiento que hay en esa pequeña caleta de pescadores también llamada Tumbes, separada por 12 kilómetros de camino de la ciudad. Ahí estudian 184 alumnos, de prekínder a octavo básico.
Jorquera dice que le entristece que su actual quinto básico haya sacado 13 puntos menos en lectura y 34 menos en matemáticas en comparación al Simce del 2018. Pero las razones, dice, son evidentes.
-Cuando entramos a cuarentena, desde el ministerio nos pasaron unos chips para conectarnos a internet. Pero acá hay muy mala conexión. Imagínese: teníamos clases por Zoom solo 90 minutos a la semana, con niños que estaban aprendiendo a leer.
Lo que lamenta Jorquera es que esa generación de niños pasó dos años encerrada sin clases. Recuerda que entre todos los profesores, con un esfuerzo muy grande, tenían que repartir arriba de una camioneta las guías de estudio por el pueblo. No había otra forma de que aprendieran.
De lo que se daban cuenta es que si bien había padres preocupados de ayudar a sus hijos, el contexto lo hacía difícil.
-Los papás estaban preocupados por otras cosas. Como de que no había plata. En su mayoría son pescadores. También, muchos estaban preocupados de no enfermarse. Hubo varios brotes de Covid.
Así, volvió la presencialidad. Los niños que se encerraron con siete años, en segundo básico, volvieron a sus salas cuando tenían nueve e iban en cuarto. Ahí los profesores se encontraron con un escenario que ni siquiera imaginaban.
-De ese cuarto básico, que tenía 17 alumnos, tres llegaron sin saber leer. Fueron esos niños a los que los papás no los ayudaban a estudiar. Y no se podían eximir de la prueba Simce. Así que la dieron igual. La hicieron al achunte.
Esto se condice con el análisis de Pivotes. Al revés de los resultados nacionales, en los que los cursos más damnificados, según los puntajes, parecían ser los segundos medios, este análisis muestra que las clases telemáticas afectaron más a los cuartos básicos.
Manríquez explica por qué.
-Los estudiantes de menor edad necesitan más guías de sus profesores y profesoras. A diferencia, quizás, de los de enseñanza media, que son más autónomos y pueden enfrentarse a la educación online de mejor manera.
La académica entrega un dato.
-En cuarto básico, el 32% de los estudiantes tiene un nivel insuficiente de lectura. O sea, un tercio no entiende lo que lee. A esa edad, el ideal debería ser cero.
Un año perdido
Gloria Melita es directora desde hace 15 años del liceo José de la Cruz, en Cañete. Dice que le dolió ver que su segundo medio bajara 12 puntos en lectura y 26 puntos en matemáticas en el Simce del año pasado. “Aunque -asume- pensamos que iba a ser más grande la caída, por todo lo que pasamos”.
Melita describe su colegio como uno vulnerable.
-Es un establecimiento público, mixto, con cursos de primero a cuarto medio -perfila la educadora-. Tenemos 670 alumnos. En su mayoría tienen un perfil socioeconómico bajo. Muchos vienen del campo.
Cuando Melita llegó al José de la Cruz, en 2008, sólo dos alumnos de esa generación de cuartos medios entraron a la universidad. A pesar de eso, ella empujó a sus estudiantes para que elevaran sus expectativas. Al principio resultó. En el Simce de 2017 sacaron el mejor puntaje de la comuna. Pero luego vino la pandemia.
En esos dos años enseñando a distancia se vieron cosas que hoy la directora lamenta. Sobre todo, explica Melita, porque los estudiantes en un entorno así necesitan la presencialidad.
-Los niños no tienen en su casa las condiciones para estudiar. Muchos no tienen internet. Otros, incluso, no tienen ni siquiera luz eléctrica. Vivían en una pieza con tres hermanos. Era difícil que pudieran estudiar de forma óptima. En el colegio tenían lo mínimo, al menos.
Cuando las primeras cuarentenas se alargaron, los profesores tuvieron que salir a entregar guías. Ahí se dieron cuenta.
-Nuestro liceo está en Cañete, pero tenemos alumnos de Tirúa. Y varias veces fue difícil visitarlos, porque había problemas en el camino, por el conflicto rural. Nos costaba pasar. Entonces, no les podíamos llevar guías a sus casas.
El liceo José de la Cruz es uno de los 25 colegios cuyos segundos medios tuvieron menos clases presenciales durante la pandemia. Todos, salvo uno subvencionado, son municipales. Las cifras de apertura de estos establecimientos dicen un poco cómo enfrentaron esos meses: en promedio, reportaron 101 veces que estaban cerrados, 20 que estaban en cuarentena y 13 en que estaban recibiendo alumnos en sus salas. Catorce de ellos bajaron su puntaje en matemáticas desde el 2018. Doce bajaron el de lectura.
Once de estos colegios están situados en la Región Metropolitana. Y 25 de los 40 que más abrieron también están ahí. Manríquez lo subraya.
-Llama la atención que tanto las escuelas más y menos presenciales están en la Región Metropolitana. Eso es un indicador de la voluntad política de un lado o de otro, como de los municipios, para abrir las escuelas.
Lo otro que muestra Manríquez es que en el listado hay algunos recintos emblemáticos. El Insuco, por ejemplo, perdió ocho puntos en matemáticas. Lo mismo le pasó al Liceo de Aplicación.
Rodrigo Roco, director de Educación Municipal de Santiago, coincide en que el cierre físico de los establecimientos tuvo efectos negativos en la formación de los estudiantes. Y, tras cuestionar los resultados del estudio, da una explicación a la merma en los puntajes de esos liceos.
-Hay una posibilidad de que la baja relativa de puntajes se deba parcialmente a la falta de presencialidad por cerca de dos años. Pero no es el único factor -asevera-. Nosotros tenemos la hipótesis de que la salud mental de los estudiantes fue afectada por el encierro. Eso, hace bajar la motivación. Y, por ende, baja el rendimiento académico.
Roco agrega otra cosa.
-Los resultados de los liceos y escuelas de Santiago son diversos. Y, en el promedio, son menos catastróficos que lo que algunos predecían. Lo que no significa que no haya que preocuparse por ellos.
Pero para Manríquez, el caso del INBA es claro.
-Perdió 14 puntos en matemáticas. Eso es un año de rezago en contenidos.
Las enseñanzas
Postergar el retorno a las clases presenciales le parecía excesivo a Raúl Figueroa, exministro de Educación de Sebastián Piñera y a cargo de la cartera durante la pandemia. Según él, había razones científicas que sustentaban una apertura gradual, a lo que se sumaba la pérdida de contenidos.
-Nosotros empezamos una apertura a mediados del 2020, a medida que las condiciones sanitarias lo iban permitiendo. Luego, en marzo del 2021, abrieron cinco mil establecimientos, lo que fue creciendo hasta fines de ese año, cuando terminamos con todos los colegios abiertos.
Lo otro que dice Figueroa es que tuvo una dura resistencia política, a pesar de demostrar que se podían abrir las escuelas.
-Por un lado, tuvimos a la directiva del Colegio de Profesores. Y, por otro, a la oposición política de ese momento. Ellos se resistían a la apertura. Presentaron proyectos de ley y recursos para evitarlo. También transmitían un riesgo que inquietaba a la ciudadanía.
Pero Carlos Díaz, presidente nacional del Colegio de Profesores, no está de acuerdo.
-Nosotros priorizamos el cuidado de la salud y la vida de las comunidades educativas. Eso permitió que el Covid no se expandiera en escuelas y liceos -asegura-. Cualquier retraso de aprendizaje puede enmendarse, y hay que trabajar en ello. El otro escenario, de vidas perdidas, es el irrecuperable.
Ambas directoras de escuelas consultadas para este reportaje difieren de ese juicio. Dicen que lo único que querían era que sus colegios volvieran a abrir. Ambas, también, saben que el retraso en el aprendizaje de sus alumnos es de un año. Por eso, con los malos resultados en mano, volvieron a ponerse a trabajar.
Ivonne Jorquera, de la escuela municipal Península de Tumbes, ya tiene algo para celebrar, al menos: todos sus quintos básicos saben leer.
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