“Los flaites funan todo”: las divisiones al interior del ilegal mundo de las carreras clandestinas

Aunque todos quienes participan de estos eventos están actuando al margen de la ley, quienes reivindican la pasión por los autos intentan tomar distancia de quienes, según ellos, sólo se suman para jactarse de sus delitos. Por lo mismo, sostienen que son los primeros en condenar los hechos ocurridos en San Antonio, donde el sargento Carlos Retamal (40) fue mortalmente agredido, presuntamente por uno de los "pilotos" que protagonizaban carreras ilegales.


Indignación transversal ha causado el crimen del sargento de Carabineros Carlos Retamal (40), quien fue brutalmente agredido en una “carrera clandestina”, en San Antonio, con una “gata hidráulica” en el rostro. Estuvo dos días internado, pero finalmente falleció la noche del martes 11 de octubre, con lo que la búsqueda del presunto responsable se incrementó.

Así fue como tras diversas diligencias, efectivos de la Brigada de Homicidios de la PDI dieron con Yeremy Rodríguez (24), quien fue citado a declarar y luego fue detenido y formalizado como posible autor del delito. Como se pudo establecer en el curso de la indagatoria, él participaba en la carrera que se desarrollaba ese día con un Nissan V16 robado.

Cada detalle hacía que autoridades y policías incrementaran sus reproches hacia lo ocurrido, pero también gatillaron que diferentes grupos de conductores de autos modificados para “correr” a altas velocidades alzaran la voz, intentando que no se les vincule a todos con este tipo de acciones.

Aunque en cualquier caso quienes participan de estos eventos están actuando al margen de la ley -y así lo reconocen-, quienes reivindican su pasión por los vehículos intentan tomar distancia de aquellos que, según ellos, sólo se suman para jactarse de sus delitos o por moda. Como comenta un corredor a La Tercera PM, generalmente la idea detrás de las “juntas”, es organizarse entre amigos o aficionados a probar los arreglos que les hacen a sus autos, idealmente en espacios poco concurridos, y entre pares, porque insiste, “los flaites funan todo”.

“Sabemos que los piques son ilegales, pero también que cualquier hecho delictual que ocurra en el contexto de las carreras no es cometido por alguien a quien de verdad le gustan los autos, sino por un delincuente. Los que se mandan embarradas no corresponden con el perfil de quienes invertimos en esto, porque simplemente no nos vamos a exponer a que esa plata se pierda porque corrió alguien curao o porque hay un gallo que anda con pistolas o droga luciéndose. Por lo mismo es que las juntas son tan itinerantes, porque cuando llegan los flaites, todos nos vamos, si acá hay gente que va con sus hijos y algunos sólo van a mirar”, comparte un conductor que prefiere mantener su nombre bajo reserva.

En ese sentido, comparte que también hay un grupo más “de élite” que tiene autos que ya de fábrica cuestan por sobre los 40 millones de pesos y que, adicionalmente, gasta millones en hacerle “arreglos”. “Es imposible que esas personas, con toda esa plata que se gastan, se vayan a mezclar. Entonces creo que no por esos otros grupos se pueda criminalizar a todos, que bueno, está bien, también estamos actuando al margen de la norma, pero en un espacio que intentamos sea más controlado”, complementó la misma fuente.

La herencia de un hobby

Ignacio, corredor y mecánico, asegura que llegó al mundo de los autos porque, desde chico, su papá le inculcó el gusto ya que trabajaba en ese rubro. Ya cuando entró a la universidad, fue un poco más allá y comenzó a sumarse a carreras y empezó a hacer piques. Para él, esto es un hobby, por lo que ni siquiera ha intentado sacar la cuenta de cuánto ha invertido en ajustes a su auto.

“Uno sabe que esto es ilegal. A veces voy como espectador y a veces participo, pero siempre se intenta tener un ambiente controlado, sabiendo que vamos a exceso de velocidad, pero intentamos que las cosas pasen a mayores. Hay autódromos donde se puede ir a correr, como en Codegua, pero por sólo dar 10 vueltas ya te cuesta 100 mil pesos, más todo lo que implica trasladarse hasta allá, entonces obvio que vamos a seguir corriendo en la calle, porque no sale a cuenta. Si hubiera más accesibilidad, obviamente preferiría correr en espacios más seguros, pero no hay”, confiesa el joven de 29 años.

Según revela, él se mueve en un ambiente donde junto a sus pares se organizan por redes sociales, generando juntas “cero copete y cero droga, a diferencia de las carreras que se hacen en San Bernardo, donde llegan autos con parlantes gigantes y en verdad es sólo fiesta”, como asegura.

En el mismo sentido, Nite (28), también mecánico y corredor, asegura que en su grupo hay entre siete y ocho corredores, y que sólo en contadas ocasiones se organizan con otros talleres para hacer algo más “masivo”. Para él esto es un deporte, “donde netamente somos personas a las que nos gustan y apasionan los autos, no gente que comete situaciones indebidas, que son grupos que no hemos podido echar. Si bien corremos de forma ilegal, buscamos espacios donde no generemos problemas, porque lo hacemos de forma sana”.

Lo ocurrido en San Antonio, según aseveró, “sólo nos hace daño, porque lamentablemente por culpa de ese grupo, nos van a meter a todos en un mismo saco, pero la realidad no es así. Nosotros siempre evitamos todo lo que empañe todo esto, porque además es un deporte super caro, porque, por ejemplo, sólo en una recarga de nitro se te van más de 300 mil pesos o adaptar un motor te puede costar desde dos millones”.

Con todo, y aunque estos grupos insistan en que intentan llevar su pasión de la forma más segura, desde el gobierno han insistido en que se van a enfrentar con fuerza. De hecho, el pasado martes el subsecretario Eduardo Vergara anunció una ampliación de fuerza de tarea y de fiscalizaciones con municipios para combatir las carreras clandestinas.

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