Uno de cada seis viajeros ha sido testeado tras reapertura del Aeropuerto: Ahora se aumentarán de 400 a 2 mil PCR diarios

21/09/2020 FILAS DE PERSONAS EN COUTER DE AEROPUERTO DE PUDAHUEL Mario Tellez / La Tercera

Según la PDI, son 127.133 viajeros los que han pasado por el aeropuerto entre el 23 de noviembre y el 20 de diciembre, de los cuales 62.918 han entrado al país y 64.215 han salido. La seremi de Salud determinó cuadruplicar los testeos tras conocerse del arribo de la nueva cepa proveniente de Reino Unido a Chile.


Casi 63 mil viajeros provenientes del extranjero reportan la PDI que han ingresado a Chile a través del aeropuerto Arturo Merino Benítez en el periodo que abarca desde el 23 de noviembre al 20 de diciembre. La primera fecha marca el inicio de la reapertura de esta frontera aérea, la que fue anunciada por el propio Presidente Piñera desde el terminal, y que desde un inicio tuvo sus voces disidentes debido a su posible repercusión en el manejo de la pandemia. Estas se agudizaron ayer, luego de que se conociera la llegada a Chile de la variante SARS-CoV-2 VUI 202012/01 a través de una viajera proveniente de Europa -específicamente, de un vuelo que despegó en Madrid-, cepa que es más contagiosa que la ya diseminada en el país.

En total, según la PDI, son 127.133 viajeros los que han pasado por el aeropuerto, de los cuales 62.918 han entrado al país y 64.215 han salido. A quienes ingresan al país, señalan desde el Minsal, se les toma de forma aleatoria un PCR, a fin de medir posibles contagios: así fue como se conoció el de la nueva cepa.

Desde la cartera de Salud afirmaron hoy a La Tercera PM que en promedio se realizan entre 300 a 500 test aleatorios diarios. Si se toma el número de 400 como un promedio diario, da que uno de cada seis viajeros fue testeado de manera aleatoria entre el 23 de noviembre y el 20 de este mes.

La medida, sin embargo, sufrirá cambios en las próximas horas. Según explicaron desde Salud, a contar de hoy los PCR subirán a 2 mil diarios, a fin de mantener un mayor control de la eventual llegada de contagiados desde fuera del país, en un contexto en que el aeropuerto sigue siendo la única frontera abierta de Chile.

“En general lo que nosotros hemos detectado, que de los casos positivos que hemos detectado de viajeros, el mayor porcentaje, más de un 80% -no tengo la cifra exacta - son chilenos que han viajado al extranjero y han regresado, o chilenos que viven en el extranjero”, dijo esta mañana la subsecretaria de Salud Pública, Paula Daza, en la vocería Covid de La Moneda.

Son 450 los funcionarios de salud que realizan fiscalizaciones en el terminal, en turnos de 100, durante las 24 horas del día. Quienes ingresan al país, a contar de ayer, deben guardar una cuarentena obligatoria de 10 días, la que sólo puede terminar con un PCR negativo realizado a los siete días.

“En relación a cuántas personas están en la vigilancia de viajeros, en general entre un 60 o 70% de las personas notifican esta vigilancia, pero las personas que no notifican, la seremi de Salud de cada una de las regiones fiscaliza ya sea a través de teléfono o visita domiciliarias para asegurara cual es el motivo de que ellos no estén bajo vigilancia, tanto a chilenos como extranjeros”, agregó Daza.

La revelación de que ya se encuentra en Chile la nueva cepa proveniente del Reino Unido solo aumentó los cuestionamientos que acumula -sobre todo del Colegio Médico y del consejo asesor covid- el mantener el aeropuerto abierto, mientras el resto de las fronteras están cerradas y se mantiene una fuerte restricción a los viajes interregionales dentro de Chile.

La apertura del terminal ha sido una decisión reñida desde distintos sectores. En los funcionarios de la seremi metropolitana, incluso, causó resistencia: son los encargados de realizar el seguimiento a las personas que ingresan y, desde el anuncio de la nueva cepa, estaban en una suerte de cuenta regresiva para que llegara al país.

Los vaivenes de una reapertura

El lunes 23 de noviembre, ocho meses después de su cierre, el gobierno anunció la reapertura de la frontera aérea, demarcada en un punto específico de la capital: el aeropuerto Arturo Merino Benítez. Un mes y una semana después, el que la nueva cepa de Sars-Cov-2 haya ingresado precisamente por esa puerta ha generado una ola de críticas y la petición de algunos sectores -como el Colegio Médico- de cerrarla nuevamente.

El anuncio que realizó el propio Presidente Piñera en el aeropuerto implicó que, desde el 23 de noviembre, podían ingresar al país extranjeros no residentes en Chile, y que ello se ampliaría gradualmente según las condiciones epidemiológicas. En una primera etapa, que se mantuvo hasta el 7 de diciembre, los extranjeros que ingresaran a Chile debían cumplir obligatoriamente una cuarentena de 14 días, aunque contaran con un PCR negativo, si provenían de un país con transmisión comunitaria. En esas dos semanas “van a estar bajo una vigilancia estricta”, dijo la subsecretaria de Salud Pública, Paula Daza, lo que también se le aplicaría a los chilenos que regresaran al país. A todos los pasajeros, según se anunció aquella vez, se les exigiría el formulario “Declaración Jurada de Viajeros” con información de contacto, antecedentes de salud y de su viaje; un resultado negativo de un test PCR realizado no más de 72 horas antes de viajar y un seguro de salud.

Con la reapertura del aeropuerto, en el ministerio de Economía cifraron en 300 mil los turistas extranjeros que podrían alcanzar a llegar en lo que quedaba de 2020. “Tenemos que levantar las distintas industrias de nuestro país”, dijo el titular Lucas Palacios, junto con enfatizar en que se debían respetar los protocolos sanitarios.

Tres semanas después, se alzaba el debate sobre la conveniencia de tener abierto el terminal, luego de que el informe de la Estrategia Nacional de Testeo, Trazabilidad y Aislamiento de la semana entre el 28 de noviembre y 4 de diciembre, diera cuenta que en ese periodo los nuevos casos importados de Covid en la Región Metropolitana habían alcanzado los 70 contagiados. En la semana inmediatamente anterior, la cifra había sido de cinco.

Aunque la subsecretaria Daza y el ministro de Salud, Enrique Paris, subrayaron que “ninguna medida está escrita en piedra”, surgieron voces de alerta. Incluso, desde el consejo asesor Covid-19. Una de sus integrantes, la epidemióloga, María Teresa Valenzuela, afirmó que el aumento de casos importados “es un tema de preocupación” y que recuerda la manera en cómo “se inició la pandemia en Chile, que fue a través de casos que venían de fuera del país”. Por eso, pidió ser más estrictos con las medidas de control de fronteras.

El propio consejo había manifestado sus reparos a la reapertura del aeropuerto. En su informe del 15 de octubre, titulado “Prevención del ingreso de SARS-CoV-2 por las fronteras”, manifestaban -tras la petición del Minsal de sus recomendaciones- que no era seguro abrir el tránsito a través del terminal.

“Hoy no es posible estimar la magnitud de la transmisión de SARS-CoV-2 por viajeros. En la medida en que la trasmisión de COVID-19 disminuye en el país, será natural la presión por abrir las fronteras en Chile y también se abrirán las fronteras para los viajantes desde Chile”, señalaron aquella vez. En el documento, el consejo recomendó “mantener el cierre de fronteras a extranjeros no residentes que realicen viajes no esenciales. Solo se permitirá su ingreso según los criterios de excepcionalidad que defina y actualice la autoridad sanitaria. Todas las medidas que se recomiendan deben ser implementadas una vez que se establezca y valide el sistema de seguimiento de viajeros”.

En noviembre, una vez que el Presidente anunció la reapertura de esa frontera, nuevamente el consejo asesor se manifestó escéptico y en contra de la medida. “El sistema de seguimiento está recién en el diseño, todavía no está funcionando, está en prueba, y todos los que hemos creado sistemas de información sabemos que esto no se puede improvisar, uno lo diseña en teoría, pero en la práctica siempre ocurren problemas, y eso yo dificulto que se solucione de acá al 7 (de diciembre)”, dijo a ADN la epidemióloga Catterina Ferreccio. “El problema es reemplazar la cuarentena por un sistema de vigilancia que aún no está funcionando”, añadió.

Mientras la doctora Ximena Aguilera señaló a la misma radio que el Minsal les había informado que entre el 23 de noviembre -día en que se reabrió el aeropuerto- y el 7 de diciembre probarían la aplicación de seguimiento a los viajeros. Si ésta no funcionaba, dijo Aguilera, “no podrán levantar la cuarentena... aquí hay que ver cómo funciona, probarlas de a poco y ver gradualmente si funciona o no”.

El 21 de diciembre, a punto de cumplirse un mes de su reapertura, el Gobierno debió tomar medidas más restrictivas: prohibió los vuelos y el ingreso de extranjeros no residentes provenientes del Reino Unido, ante la aparición del “N5017″, una nueva cepa del virus Sars-Cov-2 que resultó ser más contagiosa.

De ahí, el debate sólo se agudizó. Para algunos era inminente que la nueva cepa llegaría a Chile, y el Minsal definió crear una mesa de trabajo para evaluar medidas específicas al respecto. Y efectivamente, la cepa llegó un día después: el 22 de diciembre. Ese día, una mujer de profesión enfermera, que estuvo tres semanas en Dubai, pasó por Reino Unido, y luego tomó el vuelo 6833 de Iberia en Madrid, llegó a Santiago. Ya en tierra chilena, se le hizo un control aleatorio con la toma de un PCR. Luego de ello abordó el vuelo Jetsmart 281 hacia Temuco, para culminar su viaje en Panguipulli, hasta donde llegó en transporte privado con sus familiares. El test dio positivo, y cinco días después se confirmó que se trataba de la nueva cepa proveniente de Europa.

Lo que ocurrió después ya es conocido: una reunión de autoridades en La Moneda, el anuncio del primer caso de esta variante en Chile, y la posterior orden de cuarentena obligatoria por parte del Minsal durante 10 días para viajeros que vengan del extranjero, independiente de si residen en Chile o no. Pocas horas antes, el canciller Andrés Allamand había defendido que ingresaran turistas al país. “Hasta ahora no tenemos antecedentes de que esta medida haya generado un riesgo”, dijo a radio Biobío. “El cierre absoluto también tiene detractores. Tener un solo lugar donde se hace todo tipo de controles, a mí me parece razonable, que es una medida correcta”, añadió.

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