El árbol más viejo encontrado en el mundo tiene más de 9.000 años. Es una pícea sueca que data de la era glacial. Es decir, ha estado en este mundo desde hace muchísimo tiempo. Estuvo cuando se construyeron las pirámides de Egipto y probablemente cuando dejaron de existir los jardines colgantes de Babilonia. Un árbol casi inmortal, cuya longevidad da el marco para entender la relación que en la antigüedad se tenía con estas especies. Y es que los árboles eran sinónimo de sabiduría y trascendencia, atribuyéndole en algunos casos incluso cualidades sagradas, pensadas, eso sí, desde el fuerte vínculo del hombre con su medioambiente.

¿Cuál es el escenario actual? Hoy se dan fenómenos contrapuestos. Por un lado, y mayoritariamente, esa cercanía ha sido menoscabada conjuntamente con el crecimiento de las ciudades y los árboles, en ese sentido, han quedado relegados a una suerte de núcleos aislados dentro las urbes, despojándolos de su prestancia y, de paso, quitándoles la relevancia que tienen en la constitución de ciudad. Aunque la permuta de tierra fértil por cemento urbanizado también ha contribuido a la formación de movimientos ciudadanos espontáneos, que buscan en los espacios verdes una suerte de vuelta a los orígenes y, por lo mismo, los defienden y crean. Así aparecen las denominadas Guerrillas Gardening o las más cercanas y prácticas huertas urbanas. Pero también se gatillan planes a nivel global, como los de Forestación Urbana, promovidos por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

17 millones de árboles para Chile "El árbol aparece en la ciudad de manera bastante moderna, él no ha sido un elemento urbano cultural 'per sé'. El árbol aparece en la ciudad como un elemento constituyente que se estructura sólo a partir de 1810 y aparece como precedente a todo lo que fue el movimiento de ciudad jardín, una propuesta que nace al alero de revistas de jardinería inglesa que sembraron la idea de que la gente podía vivir bien en la ciudad, pero como en el campo", comenta Consuelo Bravo, directora Nacional del recién estrenado Programa de Arborización Urbana del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, un plan Bicentenario que busca de aquí al 2018 plantar 17 millones de árboles, uno por cada chileno, como nos dice.

Y es que en nuestro país cerca del 90% de la población habita en ciudades y la cobertura arbórea no supera el 15 %, entonces el aumento de las áreas verdes como consecuencia de esta arborización urbana parece un imperativo si se pretende mejorar la calidad de vida de sus habitantes. “Adicionalmente a la coordinación ciudadana y comunal, la implementación de este proyecto incorporará áreas de infraestructura asociada al buen funcionamiento urbano, como infraestructura vial, pulmones verdes, corredores biológicos, educación y cultura entre muchos otros, para los cuales estamos trabajando en diferentes estrategias y proyectos”, aclara Consuelo, que habla de una suerte de educación medioambiental que se da gracias al empoderamiento social, en la que el ciudadano siente que un árbol constituye un cambio real en su estilo de vida. Enfocando este plan que llega a coronar el Bicentenario de una manera más individual. Parafraseando al cubano José Martí, “Un hombre (o una mujer, añadiría yo), para ser completo, ha de plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”.

• Como una forma de celebrar el Bicentenario de Chile, el Parque del Recuerdo incorporó 25 hectáreas de parque a la Región Metropolitana, incluyendo un plan de plantación que espera llegar a plantar 10.000 árboles.

• Los árboles pueden llegar a eliminar 6 kg de CO2 por día y liberar o2 para 10 personas por día.