"La obra de Matilde Pérez siempre tuvo una autonomía a nivel de investigación muy grande. Si uno tiene que decir por qué es tan potente…

es porque su obra es consistente, rigurosa, metódica, es personal. Y todo eso ocurre en el tiempo real de su escritorio, en una mesa, contando  líneas y sacando cuentas", es lo que dice Ramón Castillo, actualmente director de la Escuela de Arte de la UDP y curador de la muestra Open Cube, que acaba de estar en la galería La Sala y que antes, en junio de este año, estuvo en la feria de arte PINTA, de Londres. Esta itinerancia de su obra continúa, a fines de este mes estará en Nueva York en la galería del crítico de arte Paul Bridgewater. Y en septiembre la Fundación Telefónica inaugurará una retrospectiva de su obra.

Matilde Pérez formó parte del grupo Rectángulo, fundado en 1955, y en 1960 partió becada a París donde toma contacto con la obra de Víctor Vasarely, provocando uno de los cambios más importantes en su trabajo: la incursión en el arte

cinético. Esta marca fue tan profunda que se convirtió en el norte de sus investigaciones y de su arte, pero fue siempre en un mundo paralelo al del resto del quehacer artístico nacional.

Recién en 1999 con la muestra El Ojo Móvil, en el Museo Nacional de Bellas Artes, se dio cuenta del nivel masivo de su trabajo. Cuenta Ramón Castillo, quien también trabajó con ella en esa ocasión, que por primera vez se hizo un catálogo de su obra, ya que hasta entonces las publicaciones de su trabajo eran trípticos, dípticos "o material muy precario", recuerda Castillo, acotando que por ejemplo en los discursos se resaltaba el hecho de que Matilde era una artista olvidada y que pese a lo importante de su trabajo no había tenido el interés del mundo de la cultura y del coleccionismo que se merecía.

Este reconocimiento tardío tiene que ver con el contexto internacional y lo que pasaba también en Chile. Cuenta Castillo que en el mundo desde los 90 en adelante se produce

una recuperación de todo lo que había quedado postergado en los 80, "donde fue el boom del retorno a la pintura, y había una orientación del mercado internacional, el coleccionismo y los museos, en función de testimoniar lo que pasaba en los 80: la posmodernidad. Hacia fines de los 80 y principios de los 90 hay una contracción de eso, pasa de moda y vino una recuperación de lo que estaba postergado: los 60 y 70. Entonces vino un interés por recuperar esta tendencia artística".

En Chile, luego de El Ojo Móvil se descubre que hay un interés por saber más de ella porque a pesar de haber hecho exposiciones en el Cultural de Las Condes y el de Providencia, esa fue la primera gran muestra y "la primera donde la gente se dio cuenta realmente quién era Matilde Pérez. Esto provocó progresivamente el interés del público y de los coleccionistas. Eso, al día de hoy se tradujo en que por todo ese efecto internacional los contemporáneos de ella también empezaron a ser reconocidos: Le

Parc, Cruz Diez, Soto, que forman parte de la misma escena, y se produce la exposición Lo (s) Cinético (s) el 2007 en el Museo Reina Sofía", recuerda Castillo.

El coleccionismo de sus obras es algo reciente; según Castillo, luego de esta exposición en el Museo de Bellas Artes en Chile se comienza a comprar sus obras, y con la muestra del Reina Sofía se genera un interés de los coleccionistas internacionales por su creación. Tanto es así que se han subastado obras de ella en Christie's y Sotheby's.

OPEN CUBE Y LO QUE VIENE

La muestra Open Cube, que estuvo en PINTA, recoge una investigación de la poética del cubo "que tiene que ver con una investigación que se desarrolló en los 60 y 70 en Europa en general y en particular lo que trabajaron Vasarely y su grupo. La idea de esta exposición, que es también lo que se va a hacer en la Telefónica, es presentar un pensamiento de Matilde Pérez asociado a esta opción por la matemática, la geometría y el diseño, y que este pensamiento tiene un procedimiento", dice Castillo, y en este caso el procedimiento es la poética del cubo.

Pero todo eso que suena a complejo tiene en Matilde una dimensión democrática, pues su obra está concebida para ser apreciada por cualquiera. "Hay también una utopía detrás. Ella quiere generar una  obra muy cercana para todo tipo de personas y que lo que acontece en la obra pasa justo cuando uno está frente a ella, no hay un antes ni después, recupera esta dimensión del acontecimiento y del instante del espectador frente a una obra. Cualquier persona puede acceder a este tipo de obra, que es muy cercana, porque uno no necesita ser experto en nada para apreciar su creación y eso es una filosofía estética de Matilde". Aquí hay obras lumínicas, móviles, ópticas y cinéticas  que recorren esta investigación de Pérez en torno al cubo. Ninguna de ellas tiene nombre, y esto no es nada de casual; según cuenta Castillo, "ella quiere sacar la narrativa y el exceso de intelectualidad de las obras".

Para la retrospectiva Matilde x Matilde que se exhibirá en septiembre en la Telefónica se está trabajando para reconstruir los espacios públicos que alguna vez fueron intervenidos por Matilde Pérez, como es el caso del mural que hizo en el Apumanque en 1982 y que hoy está en la Universidad de Talca. Para esta exhibición la idea es mostrar entrevistas y otros procesos y bocetos de investigación que ha desarrollado Pérez a lo largo de su trayectoria.

LA SERIGRAFIA NARANJA de 1973 es parte de la serie con que inicia su investigación en torno al cubo y de la que da cuenta Open Cube, que se presentó en PINTA, recientemente en Galería La Sala y próximamente en Nueva York.Abajo una obra de óleo sobre madera de 1976. Aseguradora Magallanes, Delta, Entel e Indumotora One han hecho posible esta muestra.

ESTA OBRA ES PARTE DE LA INVESTIGACION visual del mural que en 1982 hizo Matilde Pérez para el Apumanque.