No hay dudas de que todo cambia y cada vez más rápido, en todo aspecto: conocimientos, hábitos, construcción, tratamientos médicos, etc., pero especialmente en áreas tecnológicas. Casi no hay tiempo de entender en qué consiste un sistema operativo de computación o de TV, cuando hay que cambiarse a otro más reciente. El concepto o argumento de venta "de última generación" ya no es válido, siempre hay, casi de inmediato, otro más nuevo.

Actualmente, además, es posible saltarse pasos; ya no tiene sentido pasar por etapas intermedias. En muchas casas sin teléfono fijo se puede saltar al celular, o en una sin agua caliente al colector solar directamente sin ninguna necesidad de pasar por el famoso calefón. Lo mismo con aparatos como el fax, innecesarios si pensamos en Internet; rollos de fotos que se han reemplazado por tecnología digital, las chequeras por las tarjetas, y así. En general, nos estamos adaptando fácilmente a todos estos cambios sin entenderlos y sin mayor cuestionamiento, pero esto va acompañado del peligroso aumento de la basura y del poco sentido que tiene "reparar".

Por otra parte, cada vez nos alejamos de lo realmente importante: nuestro planeta. Es innegable que cada vez está más contaminado, hay más suciedad, menos vegetación, más cánceres, menos especies animales, más inseguridad, hambrunas y tantos otros errores humanos ya muy comentados y sabidos.

Asombra observar que muchos prefieran usar el aire acondicionado en vez de sombrear y abrir la ventana; ver la realidad por TV, en vez de salir; chatear en vez de hablar directamente; usar un enorme auto con GPS para ir al supermercado; o el gran interés por un celular que tiene 500 juegos, que da la hora de todo el mundo, toma fotos y es sacapuntas. Se habla también hoy en día del gran logro "tecnológico" de los alimentos orgánicos, pero se olvida de que son "naturales" y que, curiosamente, suelen ser más caros.

La tecnología en sí sin dudas ha avanzado, pero en un camino por lo general separado del medioambiente. Sólo se acerca cuando ya hay problemas ambientales declarados, ya presentes, no prevé.

Los avances tecnológicos no tienen sentido en un planeta destruido, tal como se lo aprecia en tantas películas futuristas; llenas de naves, equipos sofisticados, todo gris, sin árboles ni animales, ni paisajes naturales. Para allá vamos, si no cambiamos.