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Espacio: De la casa al taller

Tres cuadras marcan la rutina diaria de Catalina Abbott, ya que esa es la distancia entre su casa y el taller donde cada día trabaja. Mundos paralelos e inseparables.

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“Arrendé el taller

hace 5 años. Es una casa donde trabajan más personas -escultora, escritor, diseñadoras-, y yo tengo todo el living y comedor porque necesito espacio para crear. Mucha buena música, cafecito y todo el desorden de mis pinturas que me gusta tal cual es. Aquí recibo también a mis amigos, y lo mejor son los asados de artistas que hacemos en la terraza. Es nuestra propia bohemia santiaguina”.

Living. La alfombra se compró en el Bazar ED, la mesa en Imagen, los espejos, librero y candelabro en D&G. Los libros fueron comprados en viajes, Amazon y en la librería Contrapunto.

El mejor espejo

donde descubrir a la artista Catalina Abbott es su casa. Es aquí donde, según cuenta, nada se elige a la rápida y todo de un modo u otro cambia a menudo y según la época: "La inspiración va cambiando constantemente, al igual que yo, y eso se ve reflejado en la casa. Hay épocas 'minimal', después el color vuela por toda la casa. Así, según las estaciones, la casa se va transformando para recibir a los que vengan, que son siempre muchos".  Inserta en uno de los barrios más apetecidos de Santiago, la casa y la vida de Catalina se ven necesariamente condicionadas por Vitacura y su envidiable 'walking distance', cualidad que según ella ha perpetuado su amor a este entorno, de barrio completo y consolidado. "Tengo de todo, supermercado, bancos, cafecitos, iglesia y mi taller que está a tres cuadras. Casi no uso auto. Para mí Vitacura es el mejor barrio de Chile", dice.  Mientras trabaja en la obra con la que participará en la muestra Masters of Imagination, en la Agora Gallery de Nueva York, nos habla de su trabajo actual: "Las pinturas se han vuelto más simples, de líneas abstractas y colores planos. Siento que estoy llegando a una madurez en mi obra aunque siempre la vida me sorprende y todo puede cambiar. Yo pinto lo que soy". Y parte de aquello surge de este taller, en el que construye su obra y comparte con otros artistas, el mismo en el que está 'el caos' de pinturas y colores, del que descansa en la claridad, orden y paz visual que hay en su casa.  Es en ella donde  prefiere los colores claros en los muros, que se complementan con cuadros -en su mayoría regalos o canjes de amigos-, libros, fotos y objetos. Mezcla a su gusto, sin importar de dónde vienen las cosas, aunque reconoce que la tienda D&G nunca le falla. Finalmente agrega: "En mi casa lo único imprescindible son mis hijos, la Elisa y  la María Inés, que me ayudan en todo. Las cosas materiales vienen y van, y no estoy aferrada a nada material. Quizá a las fotos y a los libros, lo demás puede irse tal como llegó".

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