La música se escucha apenas se abre la puerta. Algo inusual al entrar a una oficina de abogados, pero una rutina normal en esta planta libre de 140 m² donde doce personas que en promedio no superan los 25 años se concentran en su Mac o se deslizan en sus sillas de un computador a otro para revisar los diseños en pantalla.

La sobriedad del espacio está a la vista. En el piso, flexit original del antiguo taller textil que ocupaba los recintos, y el cielo intencionalmente al descubierto. “Se eliminaron tabiques y se retiró el cielo falso, donde aparecen la estructura de fierro, el cemento y los ladrillos”, la idea era mantener ese look industrial, sin tratar de esconder nada, explica el arquitecto Sebastián Bravo. (www.bravosebastian.cl)

El único elemento constructivo que ordena el espacio abierto es la sala de reuniones. Un cubo que marca el acceso, la recepción y separa el área de café. Incluso, este recinto cuenta con un techo habilitado que se utiliza como área de descanso cuando algunos de los diseñadores pasan la noche trabajando en el lugar. La economía de materiales fue también una máxima. Aquí el lujo es la dimensión del espacio y no los elementos de diseño, comenta Sebastián. Se optó por un sencillo sistema de iluminación a través de halógenos, y el espacio cerrado que actúa como centro se planteó en su exterior de metal, piso de terciado y paredes de internit.

El aprovechamiento espacial, la honesta interpretación en la dinámica de trabajo y la onda que finalmente se traspasa al lugar, pasan definitivamente por el ingenio y visión, exenta de pretensiones.