Mírame Azul
Veinte artistas, el mismo número de niños de la Fundación Mírame y un pigmento del que Chile es el único productor industrial en el mundo, el lapislázuli, fueron los ingredientes para dar vida a esta muestra. Un ejemplo artístico de que la inclusión y la diversidad es una ganancia para todos.


Oro azul le llamaban Leonardo da Vinci y sus contemporáneos del Renacimiento al polvo de lapislázuli, que usaban para hacer el color azul en sus obras, porque en ese entonces su precio era el mismo que el del dorado metal. Abandonado en el siglo XIX, hoy este pigmento ha vuelto para unir a destacados artistas nacionales con niños y jóvenes de la Fundación Mírame en la exposición colectiva Mírame Azul.
Esta fundación trabaja por la inclusión de niños con trastornos en el desarrollo en el sistema educacional, que cubren un espectro que va desde el déficit atencional hasta el autismo: “Son trastornos del aprendizaje, de la comunicación y otros, donde existe una necesidad fundamental de que ellos puedan relacionarse con el ambiente para desarrollarse mejor, porque es una condición con la que van a vivir toda su vida y por lo mismo necesitan adaptarse”, cuenta la directora de la fundación, Ximena Rivas, resumiendo de manera sencilla el trabajo que realizan tratando de que el sistema educacional los tome en cuenta de una forma más profunda e integral.
Conociendo esta labor, las gestoras de arte Soledad Álvarez e Isabel Parot se acercaron a la fundación con un material y una idea: pigmento de lapislázuli y la invitación a 20 destacados artistas nacionales. Esto se complementó con 20 niños y jóvenes vinculados a la fundación, a quienes se invitó a pintar con los artistas. Una forma concreta de mostrar lo que es la inclusión: “Los niños con necesidades especiales tuvieron que adaptarse a la forma de trabajar de los artistas y ellos tenían que adaptarse a los niños. Fue una mezcla perfecta y esa es la inclusión que nosotros planteamos como fundación, porque significa lograr que los niños diferentes se metan al mundo normal y que el mundo también deba adaptarse a ellos. Amuchos les cuesta comunicarse, pero a través de esta iniciativa lo lograron, eliminando barreras”, señala Ximena.
El resultado es una muestra colectiva, a la que también se sumaron fotógrafos que retrataron el proceso. Sobre esta experiencia, el pintor Mario Toral cuenta que el título que le puso a su obra, Todos Podemos Volar, quiere decir que “no hay una separación entre niños y viejos, enfermos o sanos, todo el mundo puede expresarse y hacer las cosas con imaginación. Me interesa que quede de manifiesto que estos jóvenes, con problemas de cualquier índole, pueden hacer arte”, cuenta. Algo similar es lo que piensa el artista Jaime León, quien también es parte de la muestra: “Uno se hace la pregunta de cuál es el límite entre lo normal y lo que no, y eso es muy subjetivo. A veces me pregunto cuántas vocaciones se pueden matar por tender a una uniformidad que en realidad no deberíamos tener”.
Edificio Corpgroup Espacio Expositivo, Rosario Norte 660, Las Condes.
Hasta el 6 de septiembre.
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