Todas las mañanas toma el metro para llegar a su estudio. Cuando son las 7.30 ya leyó el NY Times por teléfono, revisó los mails de quienes le escribieron durante la noche desde Europa, y sobre el escritorio la dosis de café necesaria para empezar el día.

Lleva en paralelo sus trabajos como artista y diseñador, por lo que dice que está obligado a ser exigente por dos. "En la mañana trabajo en el taller, generalmente acompañado de mi hermano y asesor Tomás Errázuriz y uno o varios asistentes, quienes pueden estar físicamente en el taller o conectados a través de internet vía Skype. Trabajo en paralelo desarrollando ideas, planos y esquemas para esculturas, muebles o productos de diseño industrial", cuenta.

Almuerza y parte a revisar diferentes talleres de madera, mármol o acero en los alrededores de Brooklyn, y así también medir los  avances de sus piezas. Durante la tardes se reúne en Manhattan con la galería que lo representa o algún cliente o coleccionista.

Su día termina con amigos y otros artistas o diseñadores, seguro en alguna inauguración de una exposición.

Su tiempo, al parecer, vale oro. "Estoy en una carrera contra el tiempo tratando de agarrar todo el 'momentum' que puedo para lograr subir hasta donde quiero llegar. Es casi como andar en bicicleta y ver que se acerca un cerro. Si quieres subir el cerro y poder gozar la vista que hay desde arriba tienes que primero pedalear con fuerza y agarrar toda la velocidad que puedas; luego necesitas tener un plan y saber exactamente qué cambio vas a pasar para enfrentar la subida que se viene encima. Si eliges el cambio equivocado es muy posible que no logres subir o llegues arriba agotado y sin mayores fuerzas para gozar la explanada. Naturalmente hay solo cierta cantidad de tiempo para lograr nuestras metas y no quiero jamás mirar atrás a mi vida y sentir que me faltó aperrar o pensar más un cambio. Al igual que cualquier otro artista o diseñador, entiendo que a mayor éxito, mayores recursos para investigar/crear y mayores son las libertades para hacer el trabajo que te apasiona", dice.

¿Cómo fue el proceso que te llevó del diseño puro a un ejercicio más ligado al arte?

Fue muy natural; me crié en una casa que giraba en torno al arte. Mi padre hizo su doctorado en 'educación a través del arte', escribe libros sobre arte y ha dedicado toda su vida a hacer clases. Desde pequeños, sus hijos fuimos sus alumnos e incluso asistentes de diapositivas, libros y material para sus clases en la universidad. Yo estudié diseño; pero a la vez hice cursos de arte y cine y posteriormente recibí mi máster en artes visuales. Entiendo el diseño y las artes como disciplinas completamente separadas con sus propios lenguajes y códigos, sin embargo, a la vez, me siento muy afortunado de tener una educación 'bilingüe'. Es por esto que trabajando desde el diseño; una vez que has confrontado un desafío 'funcional' me resulta lógico preguntar de qué manera ese objeto puede incorporar elementos que le entreguen una función emocional, sicológica y existencial.

Cuando le preguntamos qué diseñador o artista la está llevando en NY, dice que, en este momento, toda la atencion está puesta en la exposición del fallecido diseñador Alexander McQueen en el Metropolitan Museum.

¿En qué momento de tu carrera viste que se provocaría el cambio que te ha transformado en lo que eres ahora? Siempre me gustaron los jugadores de pool que eran capaces de 'cantar' de antemano dónde iban a meter cada pelota; de la misma manera, desde chico, siempre tuve muy claro lo que iba a hacer y nunca arrugué en 'cantar' las jugadas aunque a mis amigos les pareciera iluso o poco realista. Cuando salí de la universidad había ganado varios concursos de diseño y tenía varias ofertas de trabajo; sin embargo, decidí no trabajar para nadie y tratar de armar mis propios proyectos, optando por no hacerles caso a todos los que se reían y me decían que eran imposibles. Hoy no me siento diferente a cuando recién había salido de la universidad y nadie me creía; si bien afortunadamente tengo el honor de exponer con los mejores del mundo, aún estoy muy lejos de mis metas. Tengo 33 años y veo el trabajo hecho a la fecha como un primer acercamiento, casi un aperitivo; todavía me faltan mucho por crecer, madurar y refinarme. Todavía falta el plato de entrada, el plato fuerte, el postre y el bajativo. Estoy recién partiendo la carrera.

¿Qué parte ocupa Chile en tu agenda y tu futuro? Echo de menos mi país. Para hacerse un espacio en el 'jet set' del diseño, es necesario trabajar en una de sus capitales. Por lo mismo vivo en Nueva York; más por seguir mi súper Yo o un 'deber ser' que por gusto o comodidad. Me siento un poco como un deportista de alto rendimiento obligado a vivir lejos para participar de las competencias internacionales. Estoy muy interesado en abrir una oficina de diseño en Chile, sacar un libro y preparar una buena exposición. Al mismo tiempo me interesa mucho empezar a desarrollar workshops y poder ayudar a otras generaciones a crear diseños que puedan insertarse competitivamente en el medio internacional. Estoy conectado con la Universidad Diego Portales, y recibo estudiantes de diseño que vienen a ayudarme, aprender y hacer la práctica conmigo. A la vez cada vez que viajo trato de hacer una charla para los estudiantes. Espero continuar encontrando nuevas maneras de trabajar juntos, terminar de consolidarme en el extranjero para poder luego empezar a ayudar a las nuevas generaciones de diseñadores chilenos a llegar afuera.

Inspiración

Un estudio-taller tiene que optimizar espacio y luz. Por ello, aquí lo trascendente es organizar, herramientas y material de trabajo.