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Ocio a la medida

No importa que llueva un día entero, eso en el sur también significa vacaciones. Y como sus dueños conocen muy bien su definición, el Hotel Cabañas del Lago acaba de inaugurar un espacio perfecto para vivirlas en este lugar del mundo. Prácticos e independientes, Club del Lago es un grupo de departamentos familiares, que además de estar absolutamente equipados, se topan de frente con el lago Llanquihue. 

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Vacaciones en Puerto Varas no solo son kuchenes de arándanos, onces alemanas o trekking por los alrededores. Cuando se elige este destino, se elige también el hospedaje. Las ganas de sur se acumulan desde Santiago, de oler esa limpieza inagotable en el cielo y observar cómo todo sí sucede, pero en cámara lenta. Y así nos recibieron en el Hotel Cabañas del Lago, éramos sus invitados y estábamos en uno de los hoteles más emblemáticos de la ciudad.

Hace 33 años que Luis Wellmann dio inicio a lo que sería una de las instalaciones más típicas, cómodas y amigables de Puerto Varas. Hoy se define como un hotel 4 estrellas completamente posicionado, con 157 habitaciones, salones especiales, el restaurante Mirador del Lago, el Bar Tronador y un área de masajes y terapias, donde recomendamos después de la sesión, quedarse y aprender de los sabios consejos de vida y salud de Alfredo Kashell, el encargado del spa. Todo lo antes descrito aquí es siempre con los volcanes y el lago en primerísimo plano.

Esta vez se apostó por un proyecto, un concepto distinto pero con la misma incandescencia sureña que los ha caracterizado desde sus inicios. En diciembre de 2012 se inauguró Club del Lago, un conjunto de 16 departamentos de 85 m² pensados para alojar en familia o también para los que se toman un avión por viajes de negocios. Los espacios son versátiles, pues se ocupan de forma independiente de acuerdo al número de visitantes. Se abre una puerta, si se quiere ocupar el departamento completo, se cierra si solo se utiliza un dormitorio. En total son 32 habitaciones (16 superiores y 16 suites).

La inspiración

También con una vista panorámica, el interior de cada casona se pensó en torno a los cuatro elementos de la naturaleza. Para hacerlo se usó la transparencia del agua, la aridez de la tierra, la fuerza del fuego y la liviandad del aire. “Las características de cada elemento se perciben en tonalidades y texturas. Quisimos además destacar la calidez del sur de Chile, ese cariño inagotable de la zona. Y por la misma razón no podían faltar las tejuelas, el reflejo más exacto de estas latitudes. Nos inspiramos en las antiguas casas de campo, de arquitectura sencilla en lenguaje con el entorno. Usamos materiales capaces de soportar el invierno sureño, con excelentes características de aislación, tanto térmica como acústica”, explica Víctor Wellmann, gerente general del hotel. Para eso se dedicaron a recuperar las tejuelas de los antiguos galpones del fundo de los Wellmann.

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