A los 18 años, cuando todavía era alumna del colegio Villa María, Paula Edwards ya era dueña de este departamento en Eliodoro Yáñez con Providencia, que recibió de parte de su padre, el fotógrafo Roberto Edwards, y que más tarde transformaría casi por completo con la ayuda del arquitecto Ricardo Bullemore.

El edificio está a pocas cuadras del lugar donde por años funcionó la revista Paula, creada por su padre, quien eligió el nombre de su hija para nombrar a este proyecto editorial. Desde muy joven trabajó en el staff como productora de cocina y moda, "desde chica siempre quise vivir sola, ser independiente, tener mi propio teléfono", cuenta.

Paula es de esas personas que no le temen al cambio; de hecho, parte de su experiencia de vida tiene que ver con él. De niña vivió en Estados Unidos y Argentina, trabajó desde muy joven, estudió publicidad pero no terminó, y a los treinta años cambió Providencia por Lo Curro, pero a los pocos años nuevamente volvió a este departamento con sus tres hijos, Pedro Pablo, Diego y Guy. "Me gusta ir cambiando, quemando etapas, nada de lo mío es fijo", dice.

Reconoce que vivir en una zona tan urbana como ésta la aleja de ciertos lugares, como el colegio de los niños, el Grange. Sin embargo, como explica, este aspecto ha favorecido a sus hijos, pues han aprendido lo que es la vida de barrio. "Desde chicos andan en metro. Yo siempre viví en sectores alejados, donde había que depender 100% del auto. Aquí uno baja del ascensor y se encuentra con el kiosco en la esquina", cuenta. Por esto, confiesa que siempre termina eligiendo lo urbano, lo cosmopolita. "Si tengo que elegir un viaje, Nueva York es mi destino seguro", afirma.

En la decoración el factor cambio también se hace presente. Todo puede alternarse sin aviso previo de un día para otro, según los gustos que Paula va adquiriendo. "Puedo ir a San Pedro de Atacama y enamorarme de los aguayos y tejidos hasta el punto de llegar acá y reflejar ese estilo en todos los espacios", explica.

Y es que Paula concibe la decoración de un modo diferente, sólo se rige por lo que le gusta sin importarle el estilo o procedencia. De hecho en su departamento ningún cuadro se cuelga porque es una regla general que siempre esté rotando. Sin embargo, como buena productora, siempre logra que todo esté bien dispuesto. Para ella lo único que merece una pared completa es una buena fotografía, "la prefiero antes que la pintura", agrega, una fascinación que se ve reflejada en los trabajos realizados por su padre y su hermana Alexandra.

A la Paula se le conoce por su orden, por lo detallista. Un aspecto que, según ella, heredó de su madre Sara Gallo. Y como es de esperar, esto se nota en cada centímetro de este departamento, desde el orden de las revistas hasta ese orden-desorden del dormitorio de sus hijos. "Cada vez que entro al departamento lo primero que hago es lavarme las manos, prender la música e inmediatamente me pongo a ordenar cada espacio", relata.

En la cocina esa cualidad organizadora se nota más, cada elemento tiene su lugar y postura, lo que responde además al amor que tiene Paula por la gastronomía. Siempre recuerda haber estado rodeada de recetas, tanto es así que años atrás, cuando decidió unir el departamento con otro igual colindante, no dudó en mantener las dos cocinas. "Una es solamente mía y nadie más la ocupa. Cuando convido a amigos puedo pasar ahí un día entero preparando todo, pero mientras cocino soy maniática y siempre tiene que estar todo en orden", es la conclusión que da cuando se refiere a esta característica tan propia de ella.

Inspiración

Mínimos elementos  decorativos, pero de gran valor sentimental, se han privile-giado integrar en este departamento en Providencia.