Summerslam: La primera TLC y la perfección de la violencia

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La edición del año 2000 del evento del verano de la WWE trajo la creación de una lucha que se convirtió en el perfecto resumen de la era de la Actitud


Corría el año 2000 y a pesar de lo que nos había dicho Nostradamus, el mundo no se había acabado. Tampoco estaban los autos voladores que nos prometieron ni los robots apocalípticos. En vez de eso, el 2000 nos regalaba Bye Bye Bye de N'Sync, la primera Scary Movie, Tony Hawk Pro Skater 2, pero lo más importante de todo, una de las luchas que se convertiría en el sinónimo del desorden y la violencia por la que muchos se hicieron fanáticos de la WWE en esa época: las luchas TLC.

En esa época la división de parejas de la compañía se encontraba en su mejor momento en cuanto a popularidad y talento. En el año 2000, Edge y Christian, los Dudley Boyz y los Hardy Boyz se encontraban en su mejor momento. Todos, al mismo tiempo, eran ovacionados por la audiencia, no solo por los personajes sino que por los espectáculos que brindaban. Eran tiempos en que el éxito de una noche se medía en la cantidad de sillazos en la cabeza, de mesas rotas o de escaleras encaramadas.

Y cada una de estas parejas había desarrollado una relación de violencia con cada uno de estos objetos prohibidos: Edge y Christian eran los maestros de las sillas, los Dudleys hacían vibrar a todo el estadio cuando sacaban sus mesas y los Hardys siempre sacaban las escaleras para montar sus movimientos al filo del suicidio. ¿Y que pasaría si unimos esos tres estilos de peleas en un solo combate? Esa misma idea fue la que tuvo el Comisionado Mick Foley, al decretar la primera lucha TLC de la historiapara el Summerslam del año 2000.

Mesas, Escaleras y Sillas. Todas válidas, todas permitidas, pero un sólo ganador. En realidad, la pelea no es más que una lucha de escaleras glorificada, ya que la forma de ganar es la clásica de todos los combates de ese tipo: montarse sobre el metal y sacar los cinturones que cuelgan sobre el ring. Las sillas y las escaleras aparecen como armas permitidas en la pelea, aunque en realidad son una excusa para poder montar los spots que tanto recordamos.

Y es que las luchas de TLC tienen un encanto que no posee cualquier lucha de estilo violento, y que es la posibilidad de innovar y crear grandes momentos restringiéndose solo a tres elementos y la interacción entre ellas. Las luchas hardcore clásicas terminaban convirtiéndose en encontrar las mil y una formas de hacer sangrar a tu oponente. En las muchas de TLC, por lo general siempre están pasando cosas ya sea dentro del ring como fuera de este. Y la mejor manera de estrenarla fue con las tres parejas que mejor dominaban esos tres elementos.

La primera TLC duró menos de 15 minutos, pero es de esas luchas que hasta el día de hoy se mantienen como de las más entretenidas, por la cantidad de cosas que pasaban en cada segundo. Los Hardys, los Dudleys, Edge y Christian estaban en sus mejores momentos, y se nota. De cierta manera, el rol del TLC fue inspirar a una nueva generación de luchadores que no necesariamente tenía que lucir grandes músculos y cuerpos para hacer daño y lucirse: si estabas lo suficientemente loco como para volar y atravesar una mesa, podías sacar los mismos aplausos que un gran luchador haciendo un suplex a un rival.

El resultado de esta TLC fue tan positivo que la compañía repitió el combate en el Wrestlemania del siguiente año, considerado por muchos como el mejor Wrestlemania de la historia y que además, nos regaló el mejor momento en la historia de todos los TLC: la super lanza de Edge.

Tras ese evento, la WWE ha realizado 19 combates bajo esta estipulación, la cual ha sido tan influyente que hoy cuenta con su propio PPV, llamado obviamente TLC. Y si bien las luchas ya no son como antes, los movimientos se están repitiendo y cuando vemos una pila de mesas fuera del ring sabemos que alguien caerá desde la escalera para romperlas, una TLC siempre será como un buen capítulo del Chavo del Ocho: todos sabemos exactamente lo que va a pasar pero de todas formas nos seguimos riendo.

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