Por Marta QuinterosPalestinos de Cisjordania temen convertirse en la “próxima Gaza” de Israel
Para los residentes de este territorio palestino, la devastación en la Franja de Gaza durante los dos años de guerra fue una advertencia sólida de que Israel puede lanzar ahora una ofensiva contra ellos.
El Parlamento israelí (la Knéset) aprobó el miércoles, en una lectura preliminar con 25 votos a favor y 24 en contra, una propuesta para anexionar el territorio palestino ocupado de Cisjordania. Con ello, los próximos pasos para lograr una Gaza pacífica y de posguerra siguen siendo imprecisos, pero el gobierno del presidente estadounidense Donald Trump dejó clara una sola cosa: no se tolerará ningún intento israelí de anexionarse zonas de la Cisjordania ocupada.
Lo enfatizó el vicepresidente estadounidense, JD Vance, cuando con molestia dijo el jueves que la anexión israelí de Cisjordania ocupada no sucedería, y que la medida de los legisladores israelíes en ese sentido parecía un estúpido “truco político”. Cuando los periodistas le preguntaron sobre la votación, Vance respondió: “Si fue un truco político, fue muy estúpido y, personalmente, me siento insultado por ello”.
Y en la entrevista con la revista Time publicada ese día, Trump señaló: “No ocurrirá porque le he dado mi palabra a los países árabes”. “Israel perdería todo el apoyo de Estados Unidos si eso ocurriera”, aseguró. Se anexe o no, la verdad es que la votación en la Knéset apenas tuvo eco entre los palestinos de Cisjordania. Hace tan solo dos años, habría provocado protestas masivas. Esta semana solo hubo silencio.

Resistencia menguante en Yenín
Yenín, una ciudad al norte de Cisjordania, fue conocida en su día como la “capital de los mártires” de Palestina. Está bajo la administración de la Autoridad Palestina, que apenas tiene autoridad limitada en partes del territorio. El batallón de Yenín, un grupo militante único por su alianza de combatientes de diferentes facciones palestinas, resistió ferozmente las incursiones israelíes. Se decía que Yenín y Gaza eran los dos lugares que Israel jamás podría conquistar.
Pero a medida que avanzaban las operaciones militares israelíes, en particular desde la guerra de Gaza, la resistencia en Yenín ha menguado mientras los residentes priorizan la supervivencia. Hadi Dabaya, un residente de 54 años, dijo al diario The Guardian: “Estamos cansados”. “Resistir fue una buena idea, pero miren lo que le pasó a Gaza. Todos los combatientes se han ido y solo queremos vivir en paz”, sostuvo Dabaya.
Los residentes de Cisjordania solo buscan una vida pacífica, en medio del aumento de los ataques y las restricciones de los colonos israelíes. Si bien algunas personas aún abogan por la resiliencia y la perseverancia en su tierra natal, la atención se ha centrado principalmente en afrontar las dificultades cotidianas, la pobreza y la creciente ocupación, lo que ha desmoronado el espíritu de resistencia y ha obligado a la comunidad a centrarse en la supervivencia básica.

El aumento de la presencia israelí, las incursiones diarias y el temor a convertirse en “la próxima Gaza” terminaron de silenciar las voces de resistencia. Al ver cómo las bombas destruían el 88% de la Franja de Gaza en los últimos dos años, se dieron cuenta de que Israel no tenía límites para aplastar a los militantes palestinos. Ahora que la guerra en Gaza está disminuyendo, los palestinos temen que Israel centre su atención en Cisjordania.
Ocupación militar israelí
Los soldados israelíes han ocupado el campamento de Yenín desde enero, expulsando a sus 14.000 residentes de sus hogares y construyendo bermas de tierra, o barreras elevadas, para aislarlo del resto de la ciudad. Aunque la operación militar, denominada “Muro de Hierro”, ha logrado aplastar a los militantes palestinos allí, los soldados permanecen.
En Yenín, los límites de la ocupación militar se están expandiendo lentamente; los soldados visitan diariamente a los residentes que viven cerca del campamento y las excavadoras destrozan sus caminos.
“Cuando oíamos disparos, pensábamos que había una pelea en el campamento. Ahora sabemos que fueron los israelíes; ni una sola bala proviene de los palestinos. No queda nadie”, dijo Hiba Jarar a The Guardian mientras limpiaba su casa después de que un soldado israelí la registrara unos días antes.
Jarar vive en Jabria, un barrio adinerado con vistas al campamento de Yenín. Desde la ventana de su sala de estar, ve a las tropas entrar y salir de su cuartel improvisado, un edificio de departamentos rehabilitado. Es una de las últimas personas en el barrio.

Uno a uno, los residentes han sido allanados por los militares y se les ha ordenado que desalojen. La hilera de villas de lujo yace desierta, y la carretera destrozada termina en un montículo de tierra amontonado por excavadoras israelíes.
“Los israelíes saben que ya no tienen nada que temer. Ahora allanan casas con un solo soldado. El soldado que registró mi casa fue respetuoso; tuve suerte. Pero quién sabe qué pasará la próxima vez”, dijo Jarar al diario británico.
Línea amarilla en Gaza
En tanto, este domingo The Guardian informó que la línea amarilla, supuestamente temporal, que marca el cese del fuego en Gaza está tomando una forma cada vez más física a medida que la precaria tregua muestra signos de estancamiento, con consecuencias potencialmente dramáticas para el futuro de Palestina.
Las tropas de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han comenzado a instalar marcadores de hormigón amarillo cada 200 metros para delimitar el área que permanecerá bajo control israelí durante la primera fase del alto el fuego.
La línea divide Gaza prácticamente por la mitad. En la parte occidental, Hamas busca reafirmar su control en el vacío dejado por la retirada parcial israelí, llevando a cabo ejecuciones públicas de milicianos o bandas rivales que, según afirma, cuentan con el respaldo de Israel.
En la otra mitad de Gaza, que abarca la franja oriental así como las fronteras norte y sur, las FDI han estado reforzando decenas de puestos militares y disparando contra cualquiera que se acerque a la línea, ya esté marcada con bloques amarillos o no.
En un artículo publicado en el periódico Yedioth Ahronoth, el corresponsal militar Yoav Zitun predijo que la línea amarilla podría convertirse en una barrera alta y sofisticada que reducirá la Franja de Gaza, ampliará el Néguev occidental y permitirá la construcción de asentamientos israelíes allí.
“Parece una anexión progresiva de facto de Gaza”, declaró Jeremy Konyndyk, presidente del grupo de defensa Refugees International y exfuncionario de ayuda estadounidense.
Según los términos del cese del fuego negociado por Estados Unidos, que entró en vigor el 10 de octubre, la retirada de las FDI a la línea amarilla las dejaría ocupando el 53% de la Franja de Gaza, pero un análisis realizado por satélite por la BBC de los nuevos marcadores amarillos sugirió que habían sido colocados varios cientos de metros más allá de la línea propuesta, lo que representa una apropiación de tierras más sustancial.
Hasta el domingo pasado, el Ministerio de Salud palestino había registrado más de 68.000 personas muertas en la Franja de Gaza, la mayoría de ellas mujeres, niños y ancianos, con alrededor de 170.200 heridos desde que comenzó la guerra en octubre de 2023. Al menos 20.000 niños se encuentran entre los muertos, lo que representa más del 30% del total de víctimas mortales.
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