
Reed Brody: “Siento que tengo responsabilidad como judío de denunciar los crímenes que está cometiendo Israel”
Bautizado como el “cazadictadores”, el abogado estadounidense de derechos humanos dice a La Tercera que “los crímenes cometidos por Israel (en Gaza) no hacen más que aumentar el sentido antisemita en el mundo”.

“No soy un santo, solo hago lo que me apasiona”, reconoce. Reed Brody, nacido en Brooklyn, en 1953, es abogado y ha dedicado su vida a la defensa de los derechos humanos. Durante 40 años ha asediado a tiranos, déspotas y sátrapas de medio mundo, ganándose el calificativo de el “cazadictadores”.
Especializado en crímenes de guerra, Brody trabajó 25 años con las víctimas del antiguo déspota del Chad, Hissène Habré, condenado en Senegal por crímenes de lesa humanidad, y en los casos de Augusto Pinochet (Chile), Jean-Claude Duvalier (Haití) y Yahya Jammeh (Gambia). Autor, además, de cuatro informes publicados por Human Rights Watch sobre la tortura de los musulmanes detenidos por la Administración de George W. Bush tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, también sacó a la luz en 1985 las atrocidades cometidas por los “contras” respaldados por Estados Unidos en Nicaragua. Y si ello no fuera poco, desde 2024 es integrante de una comisión de Naciones Unidas que investiga los abusos en este país centroamericano bajo el régimen de Daniel Ortega.

Esta semana, Brody publicó el libro Atrapar a un dictador: La búsqueda de la justicia en un mundo de impunidad, donde el abogado neoyorquino de 71 años relata todos los obstáculos que tuvo que sortear junto a un equipo de víctimas, juristas e investigadores para lograr la histórica sentencia contra Hissène Habré, responsable de un régimen que dejó en Chad cerca de 40.000 asesinatos y cientos de miles de violaciones, desapariciones forzosas y casos de esclavitud sexual.
Hijo de un judío húngaro que logró escapar de los campos de trabajos forzados de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial para unirse luego al Ejército Rojo Soviético y participar en la liberación de Budapest antes de emigrar a Estados Unidos, Brody también ha puesto su mirada en la actual crisis en Medio Oriente. Además de presentar una demanda a la Corte Penal Internacional sobre la complicidad de Joe Biden y su administración en los crímenes cometidos en la Franja de Gaza, el abogado no ha dudado en condenar las acciones del gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, contra los civiles en el enclave palestino. “Siento que tengo una responsabilidad como judío de denunciar los crímenes que está cometiendo Israel”, afirma en la siguiente entrevista con La Tercera, donde también aborda las violaciones de DD.HH. en Nicaragua.
¿De qué se trata la demanda que presentó a la Corte Penal Internacional sobre la complicidad de Joe Biden y su administración en los crímenes cometidos en la Franja de Gaza? ¿No era más esperable una acción contra Donald Trump?
La demanda fue enviada en marzo. Es claro que no esperamos que bajo Trump será mejor. Seguramente ya vemos que va a ser peor. Pero nosotros a lo largo de dos años hemos ido documentando la complicidad personal de Joe Biden, de Antony Blinken, de Lloyd Austin, en las decisiones directas de enviar armas a Israel, aun sabiendo que esas armas serían utilizadas para cometer crímenes, que las bombas que cayeron sobre hospitales, escuelas y residencias gazatíes fueron aprobadas directamente por esas personas. Que la campaña de Israel contra el pueblo de Gaza fue llevada a cabo con el apoyo político que esas personas ofrecieron. Tal vez seguramente habrá otra petición contra Donald Trump y los responsables actuales. No se trata de decir que Biden fue peor. Se trata de la información recopilada y también una advertencia para Donald Trump de que él podría también incurrir en una responsabilidad jurídica. Porque aquí lo importante es que estamos hablando de una presunta responsabilidad política, y para probar eso hay que mostrar que el cómplice ayudó sustancialmente a la comisión de un crimen sabiendo que ese crimen se iba a cometer.

¿Qué opinión le merece el rol que está jugando Trump en la crisis de Medio Oriente? Usted ha dicho que tanto él como Israel “están generando antisemitismo”.
Yo soy judío. Mi padre sobrevivió a los campos de trabajo en la Segunda Guerra Mundial. Yo puse a mi hijo en una escuela judía durante años. Yo pertenezco al pueblo judío y siento que tengo una responsabilidad como judío de denunciar los crímenes que está cometiendo Israel y además una responsabilidad de decir que la utilización del concepto de antisemitismo por parte de Israel para descalificar cualquier crítica a sus crímenes es una cosa pervertida. Israel está generando antisemitismo porque la opinión pública tiende a asociar los crímenes de Israel con el pueblo judío y yo veo en mi día a día que crece el antisemitismo, que es un problema real. Millones de mis conciudadanos judíos murieron en la Segunda Guerra Mundial por antisemitismo y no fue la única vez. El antisemitismo es un problema serio, persistente, pero los crímenes cometidos por Israel no hacen más que aumentar el sentido antisemita en el mundo.
Y Trump es otra historia. Trump utiliza como pretexto la protección de estudiantes judíos para llevar a cabo su plan de aniquilar la libertad académica o la libertad de asociación. Ahora está tratando de destruir a la Universidad de Harvard, así como ha castrado a Columbia, en nombre de proteger a los estudiantes judíos. Es una cosa totalmente fuera de proporción lo que está haciendo.

Como hijo de un judío húngaro sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial, ¿qué le parece la ofensiva militar de Netanyahu contra Hamás en Gaza que muchos ya califican de genocidio? ¿Usted lo ve así también?
Yo creo que sí. Siempre me he resistido a pensar que se trataba de un genocidio. En mis artículos, no sé si tengo razón o no, no utilizo mucho el término para no crear anticuerpos en las personas a las que me dirijo, para poder ir más con mis ideas que con etiquetas. Pero cada vez más, deplorablemente, creo que tenemos que calificar lo que está haciendo Israel como genocidio. La definición internacional de genocidio exige que esas matanzas se lleven a cabo con la intención de destruir a un grupo racial, étnico, nacional, religioso, como tal. Yo siempre me había resistido a que ese fuese el motivo de Israel. Pero, cada vez más, no veo otra explicación.
El abogado francoisraelí Omer Shatz está buscando probar la incitación al genocidio en Gaza. Sería la primera vez en la historia de los derechos humanos que se intenta alguna sanción por esa vía. ¿Ese recurso tiene más posibilidades de tener algún resultado?
Yo creo que eso es más fácil de probar, porque es cierto que hay personas en Israel que han incitado al genocidio. En el caso de Sudáfrica contra Israel, la Corte Internacional de Justicia tendrá que decidir si el Estado de Israel está cometiendo un genocidio. Y ahí el umbral probatorio que fijó la corte en el caso de Serbia y Bosnia fue muy alto. La corte dijo que solamente se puede concluir que existe genocidio si es la única explicación por el accionar del Estado. Entonces Sudáfrica tiene una tarea muy difícil. Pero hay un caso de genocidio que llegó antes a la Corte Internacional de Justicia que es el de Gambia contra Myanmar por el supuesto genocidio contra los rohinyás. Muchos Estados han intervenido en el caso Gambia-Myanmar con la intención de bajar el umbral probatorio de genocidio. Si la corte, en el caso de Myanmar, revisa ese umbral, entonces podría tener más posibilidades de prosperar la demanda de Sudáfrica.

Por eso son casos de Estado. Después tenemos la responsabilidad penal individual y ahí la Corte Penal Internacional ha dictado órdenes de detención contra Netanyahu y (el exministro de Defensa) Yoav Gallant por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, pero no por genocidio. No podemos saber por qué el procurador no lo ha hecho por genocidio. Yo soy procurador, he participado en muchos casos y una enseñanza de un viejo procurador fue que no sobrecargara, que mejor avanzara en lo que podía probar. Creo que el procurador con los cargos que avanzaba, inculpando a oficiales israelíes, aliados de Estados Unidos, cruzó una línea roja muy clara de Estados Unidos y entiendo que hubiera sido aún más peligroso para él, para la corte, acusar de genocidio.
Es cierto que hay personas en Israel que han incitado al genocidio. Está la cita de Netanyahu cuando utilizó la narrativa bíblica de Amalek, “hay que recordar a Amalek”, dijo. Hay muchas frases y muchas personas que han llamado en Israel al genocidio. Yo creo que es muy interesante identificar a esas personas y responsabilizarlas, porque la Convención contra el Genocidio también prohíbe la incitación al genocidio.

En una reciente columna de opinión en el diario español El País, usted se pregunta si “será Gaza el cementerio (también) de la justicia internacional”, en alusión a la respuesta de Trump de imponer sanciones a la Corte Penal Internacional por querer juzgar a Netanyahu. ¿Es pesimista del alcance de la justicia internacional en este momento?
Uno no puede hacer lo que yo hago y ser pesimista. Uno tiene que tener un poco de fe, de esperanza, porque si las personas como yo no tenemos esperanza, entonces no hay esperanza. Y es una lucha constante. El año 1998 fue el inicio para mí y para muchos en la justicia internacional, el año de la creación de la Corte Penal Internacional en Roma, donde estuve en junio y julio, y el arresto en octubre, en Londres, de Pinochet, en el que participé y coordiné la intervención. Eso fue un momento clave y nosotros en aquel momento pensábamos que iba a haber muchos casos Pinochet. El problema de la justicia internacional, desde 1998 a nuestros días, siempre había sido el doble rasero. Los instrumentos de la justicia internacional casi siempre fueron utilizados para los adversarios derrotados, como en Núremberg o Tokio. La primera vez que un tribunal internacional inculpa a un aliado tan importante de Estados Unidos como Benjamin Netanyahu y demuestra la posibilidad de una imparcialidad en la justicia, es ahí donde la reacción de Trump y de Estados Unidos es tan fuerte que pone un riesgo existencial para la Corte Penal Internacional con las sanciones. Yo creo que los países demócratas como Chile, como los países europeos, por lo menos la gran mayoría de los países europeos y latinos, tienen que unirse no solamente para defender y financiar la Corte, sino también para dejar claro que tanto Netanyahu como Putin serán arrestados si pisan su suelo. Podría ser un momento de renacimiento de la justicia internacional.
Sobre Trump, usted ha dicho que representa “una amenaza existencial para la democracia estadounidense”. ¿Por qué?
Creo que estamos en una batalla histórica en este momento para salvar nuestra democracia. Y no sé cómo va a terminar. Trump es un aspirante a dictador, no tiene vergüenza, no tiene límites, va a ir hasta donde se le permita. Lo que hizo ahora de cortar todos los fondos a Harvard. O sea, no tiene ningún escrúpulo. Y lo que le interesa es el poder y la venganza contra lo que él considera los élites, los woke, lo que en Estados Unidos llamamos los liberales. Y si nadie lo para estaremos perdiendo por muchos años nuestra democracia. Ya se está destruyendo lo que realmente hace grande a Estados Unidos, como las libertades, las universidades, la prensa, la cultura, la ciencia. Y eso, de todos modos, va a exigir años para recuperar el nivel de antes. Él es muy peligroso para Estados Unidos y para el mundo. Es cierto que con Trump, hasta el momento, no tenemos nuevas guerras y no las tuvimos en su primer mandato tampoco. Pero está tratando de hacer con el mundo lo que hace con las instituciones norteamericanas, o sea, doblegarlas a su voluntad. Todo el mundo tiene que unirse para resistir, porque lo único que él sabe es la fuerza.

A propósito de fuerza, usted ha reconocido que su generación estuvo muy entusiasmada con la revolución sandinista en Nicaragua. ¿Qué le parece el giro de Daniel Ortega, cuyo régimen hoy es acusado de violaciones a los derechos humanos?
Gran desaliento, una gran tristeza. Yo era muy entusiasta de la revolución. Yo veía la posibilidad de un ejemplo para América Latina. Y me parte el corazón. Yo siempre llevaba a Nicaragua en el corazón desde los años 80, aun cuando trabajaba en otros países. Y cuando se dio la posibilidad de sumarme al Grupo de Naciones Unidas, no dudé. Siento que tengo que aplicar mi mismo afán, mi mismo trabajo, mis mismos talentos con los crímenes de Daniel Ortega y Rosario Murillo. El olvido en que ha quedado Nicaragua favorece la impunidad. Nuestro trabajo como grupo de expertos de Naciones Unidas es dar relevancia, es movilizar a la opinión pública para hacer frente a los crímenes del gobierno. Una de las principales recomendaciones del grupo es que un Estado o un grupo de Estados lleve a Nicaragua a la Corte Internacional de Justicia por las violaciones a la Convención para Reducir los Casos de Apatridia. En este momento, Nicaragua tiene el récord en la privación arbitraria de la nacionalidad por razones políticas. Es tal vez una de las medidas más crueles que hay, que a cada persona que osa alzar su voz se le declara traidor a la patria y se le quita la nacionalidad. Sería muy impactante que la Corte Internacional de Justicia tenga un caso y dicte medidas que impidan a Nicaragua utilizar esa medida, ese castigo cruel. Pero por el momento no hemos encontrado. Sería lindo, por ejemplo, que lo presente Chile.
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