La ministra de Obras Públicas, Jessica López, y la representante en Chile del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Georgiana Braga-Orillard, encabezaron la entrega de la primera etapa de las obras de control aluvional en la Quebrada Bonilla.

Se trata de una infraestructura clave en una de las 15 quebradas de la ciudad de Antofagasta que busca reducir el riesgo de aluviones.

“La crisis climática demanda actuar con urgencia y visión de futuro. En esa línea, destacamos este proyecto de control aluvional liderado por el PNUD, que es clave para que Antofagasta sea más resiliente a los desastres, para proteger la infraestructura y lo más importante, la vida de las personas”, destacó la ministra López.

Esta primera etapa del proyecto contempló la construcción de obras de retención de material sólido, muros de encauzamiento y de estabilizadores de pendientes, obras de control aluvional y canales de hormigón.

La segunda y tercera etapa de este proyecto contemplan obras en el brazo sur de la quebrada y la confluencia de los afluentes norte y sur.

Las obras forman parte de “AdaptaClima”, una iniciativa ejecutada por el PNUD con recursos del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe CAF, en alianza con el Ministerio del Medio Ambiente y el Ministerio de Obras Públicas, en coordinación con Senapred y la Dirección Meteorológica de Chile.

La titular de Obras Públicas precisó que la segunda y tercera etapa del proyecto serán ejecutadas y financiadas por la Dirección de Obras Hidráulicas del MOP.

“La segunda fase ya está en licitación para iniciar las obras este año, y la tercera y final será licitada en 2026”, adelantó López.

Los trabajos representarán una inversión total cercana a los 14 mil millones de pesos.

Las labores apuntan a evitar una situación como la ocurrida en 1991, cuando 91 personas murieron y 19 resultaron desaparecidas por un aluvión que destruyó completamente más de 700 casas y generó daños severos en 4.000 hogares, dejando a cerca de 20 mil personas damnificadas.

Los hechos se registraron el martes 18 de junio de 1991. Esa madrugada, en solo tres horas, la ciudad de Antofagasta recibió 42 milímetros de agua. La inusual lluvia hizo que parte de los cerros se vinieran literalmente abajo provocando una serie de aluviones no solo en esta ciudad, sino también en Taltal.

Luego de la tragedia, se comenzaron a instalar una serie de sistemas de mitigación con piscinas decantadoras a lo largo de las desérticas quebradas de Antofagasta, Tocopilla y Taltal.