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“Nunca está de más ser más precavido que arriesgado”: expertos valoran reacción chilena ante la alerta de tsunami

El país tuvo varias horas para preparar la llegada del tren de olas provocado por el terremoto de Kamchatka. Ante esto y considerando que el impacto fue menor al esperado, especialistas en este tipo de eventos aseveran que se actuó bien, aunque con cosas por corregir.

Tsunami de Kamchatka y sus efectos en la costa chilena: expertos comentan cómo se comportó la ola, las autoridades y la gente. Carlos Acuna/Aton Chile

Este miércoles el anunciado tren de olas tras el terremoto de 8,8 y posterior tsunami en Rusia llegó a Chile, pero no tan alto como se esperaba. Pero antes de eso durante todo el día se llevó a cabo un masivo plan de evacuación en nuestro país para prevenir los efectos de las olas que viajaron más de 15 mil kilómetros desde la península de Kamchatka, hasta el otro lado del océano Pacífico. Las olas amenazaban con llegar a las costas chilenas con alturas de entre 1 y 3 metros, pero el escenario real no alcanzó a cumplir dicho pronóstico.

Según detallan expertos, a pesar de que se pueda predecir el comportamiento de una ola provocada por un sismo, ésta puede sufrir modificaciones durante su curso y crear cambios abruptos a la hora de romper en la orilla contraria desde donde se originó. Estos cambios, muchas veces impredecibles, pueden incrementar o aminorar la intensidad del maremoto.

Así lo describe Rodrigo Quiroga, geólogo y académico de la Universidad Mayor. “Las propagaciones de las olas son procesos bien heterogéneos”. Estas propagaciones, según explica, se pueden entender como ondas que viajan en diferentes direcciones alrededor de un radio. Esas olas sufren su curso e intensidad debido a distintas variables, como las distancias que tienen que recorrer o la interacción o choques con distintos tipos de elementos geográficos en medio del océano.

Otro de los aspectos importantes a considerar es la magnitud con que se originan este tipo de eventos. El sismo en Rusia fue de 8,8 y desencadenó olas de casi un metro en Isla de Pascua, pero la altura fue disminuyendo en los distintos puntos de Chile Continental. Eso sí, el geógrafo y académico de Duoc-UC, Pablo Salucci, recuerda que a propósito del terremoto de Japón en 2011 se produjeron inundaciones y olas que superaron los 3 metros en algunos sectores de la región del Biobío.

Para José Galaz, investigador del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (Cigiden), la reacción del sistema nacional fue adecuada: “Chile ha avanzado en gran manera en cuanto al análisis y coordinación de los distintos tipos de alerta. Creo que nunca está de más ser más precavido y preventivo que ser arriesgado”.

Y aunque algunos cuestionaron si la magnitud de la respuesta estaba justificada, Galaz recalca que mientras la ola se propaga por el océano, la interacción que luego tienen con la costa “nos pueden dar bastantes sorpresas”. Por eso, insiste en que es preferible una sobrerreacción que lamentar una omisión. “Basándonos en la mejor información disponible, se toma la decisión correcta. Luego, si es menor la altura, mejor todavía”, remarca.

Salucci coincide en que el protocolo de evacuación fue en la línea de la protección civil y de los ciudadanos. Eso sí, remarca que aún hay lecciones para corregir en las próximas eventualidades de este tipo. Uno de los puntos más críticos, según él, fue el uso de vehículos particulares para evacuar. “Las personas que no tienen mayores problemas de desplazamiento debieran desplazarse a pie”. Otro de los puntos débiles que destacó en esta ocasión fue que, hasta ahora, solo cinco regiones cuentan con sistema de alarma de tsunami en sus zonas costeras. “No podemos descansar solo en el SAE, porque depende de una antena celular y de tener un teléfono. Si eso falla, nadie se entera”.

Este evento brindó tiempo para evacuar, pero el próximo podría no dar tregua. “Cuando tengamos un tsunami de campo cercano no vamos a tener ese tiempo. A lo máximo vamos a estar hablando de 40 minutos”, advierte Salucci.

La directora del Observatorio del Clima de la Universidad San Sebastián, Paula Santibáñez, introduce una advertencia poco conocida ante este tipo de eventos: la amenaza no siempre proviene de la primera ola. “Se ha visto que las olas subsiguientes pueden concentrar mucha más energía, lo que genera un efecto de turbulencia”, detalla.

Videos muestran ingreso de tsunami en Isla de Pascua.

De hecho, en la Región del Maule, específicamente en la playa de Boyeruca, se registró un aumento del nivel del mar cerca a los dos metros y medio de altura. Esto, varias horas después de la primera llegada del tren de olas a la costa continental.

Santibáñez grafica que este fenómeno responde a la dinámica de resonancia y acumulación de energía en el océano. “Muchas veces, al momento de llegar esta segunda onda, puede causar un mayor impacto”. Por eso, recalca, “siempre las medidas se toman en base al peor escenario”. Por ello, además, recuerda que “este tipo de oleaje puede extenderse hasta por 24 horas o más. Solo cuando las autoridades descarten el peligro, las personas podrían regresar a sus hogares”.

Sistema de Aviso de Emergencias Leonardo Rubilar

Una de las claves del fenómeno está en cómo la geografía de cada zona influye en la llegada y comportamiento de las olas. “Las bahías que miran al norte son mucho más sensibles a lo que podría llegar”, dice Salucci. Asimismo, agrega que la geografía del continente es muy distinta a lo que observamos en Rapa Nui, donde las olas y el nivel del mar no superó el metro de altura y no generó daños significativos. “Acá las olas pueden ganar altura por la pérdida de profundidad del fondo marino”, comenta.

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