Suprema envía mensaje de unidad y elige a Chevesich como la primera presidenta en 200 años tras rudo pleno con fuertes recriminaciones
Muy en el estilo judicial, los supremos evitaron innovar y se apegaron a la tradición. Pese a la soterrada amenaza de un enfrentamiento con la ministra María Angélica Repetto, el plenario optó por la prudencia y votaron de forma unánime por la primera antigüedad. Pese a eso, los magistrados que respaldaban la opción de la jueza de la Primera Sala pronunciaron duras críticas a quien se hizo conocida en 2003 como la "jueza de hierro" del caso MOP-Gate.

Como “super lunes” se denominó esta jornada en los pasillos de la Corte Suprema. Mientras en la Cámara de Diputados se definía -por la unanimidad de la sala- que la acusación constitucional en contra del suspendido ministro Diego Simpertigue avanzaba al Senado, el pleno del máximo tribunal registró una votación trascendental: se eligió a la primera mujer presidenta en los 200 años de historia del organismo.
La tradición de elegir a la primera antigüedad indicaba que sería electa la ministra Gloria Ana Chevesich. Si bien la elección de la presidencia siempre se hace bajo un estricto estilo judicial, es decir sin candidaturas formales y mucho menos campaña, en la antesala del pleno de este lunes se gestó un movimiento interno para tantear la opción de levantar a una contendora.
La peor crisis de confianza que atraviesa el Poder Judicial ha tenido efectos en el pleno del máximo tribunal. Los supremos han visto fracturadas sus relaciones y alianzas. Tanto así que una elección que no debía tener ningún elemento sorpresa, como la de Chevesich, se vio empantanada en los días previos por la amenaza velada de un polo relevante de influencia del plenario para obstaculizar el ascenso de quien en 2003 se hizo conocida como la “jueza de hierro del caso MOP-Gate”.
La ministra que asomó veladamente, en un soterrado plan que siempre se manejó bajo cuerdas, era María Angélica Repetto. Si bien nunca hubo dos candidaturas oficializadas -ya que esos son códigos ajenos a la judicatura-, Chevesich sabía que tácitamente tenía una contendora y que si no afirmaba bien sus apoyos, podía perder la oportunidad de ascender a la presidencia.
Pero aunque la disidencia encarnada en Repetto no tenía los votos necesarios para imponerse, y de eso varios ministros estaban seguros, según fuentes del máximo tribunal, el actual presidente de la Suprema, el ministro Ricardo Blanco, había asegurado al menos 10 votos por Chevesich.
El grupo que respalda la opción de Chevesich sabía que tenía que llegar al pleno con un triunfo lo más seguro posible, ya que existía una buena cuota de incertidumbre respecto de qué sorpresas podría sacar el bando que estaba del lado de Repetto.
La elección de la presidencia partió cerca de las 15.00 de la tarde y los supremos estuvieron a puertas cerradas reunidos poco más de dos horas.
Durante todo ese rato, cuentan fuentes de la Suprema, se armó una ronda de palabras en que cada uno de los 18 ministros titulares pudo dar su opinión sobre quién debía presidir el máximo tribunal. Fue en ese momento en que, en jerga judicial, quedaron al descubierto las prevenciones de un puñado de alrededor de entre siete a ocho supremos entre los que estaban Arturo Prado, Mario Carroza, María Teresa Letelier, María Cristina Gajardo, Adelita Ravanales, Mauricio Silva y María Soledad Melo.
Algunos de ellos, que llevaron palabras preparadas con anticipación, aprovecharon el momento para dejar en claro que no tenían margen para votar en contra de Chevesich. Hace rato que los magistrados se dieron cuenta que hacerlo los iba a exponer y en términos de opinión pública no quedarían en una buena posición.
Mostrarse en contra de Chevesich podía ser leído como que se oponían a las sanciones contra quienes se alejaban de la normas y, por cierto, no estaban disponibles para ellos. Así, de paso, daban una señal de unidad cuando la serie de mensajes que han transmitido hablaban de fracturas internas.

Por eso, si iban a estar dispuestos a no competir formalmente para entregar la unanimidad y mostrar unidad en el pleno, aprovecharon la instancia para enrostrarle fuertes críticas a Chevesich. Además, este grupo sabía que no tenían los votos necesarios para arrebatarle la presidencia, pero eso no impidió que acallaran sus reclamos con rudeza.
De paso, mostraron disconformidad con la conducción del presidente Blanco, y con ciertas actuaciones de la ministra Andrea Muñoz, quienes han actuado en bloque frente a los casos de corrupción que han remecido a la judicatura tras los chats de Luis Hermosilla.
De acuerdo con fuentes que supieron del debate en el pleno, al inicio de la discusión Blanco otorgó la palabra a los titulares, momento en que “los disidentes” aprovecharon y, algunos con escritos en mano, enumeraron cuestionamientos. Quienes conocieron del tono de la discusión lo calificaron como “descarnado”.
Pese a ello, según transmiten las mismas fuentes, quienes estaban en contra también transparentaron que no estaban en condiciones de votar por otra persona. Aunque no les gustaba la idea de Chevesich como presidenta, no iban a interferir en la elección.
Primera mujer presidenta
Críticas más, críticas menos, las palabras oficiales de la jornada fueron para destacar la elección de la primera mujer que presidirá el máximo órgano de justicia del país y la carrera que ha tenido.

Según destacó el presidente Blanco, la ministra Chevesich tiene una vasta carrera judicial de casi 40 años. Es abogada de la Universidad de Chile, empezó su carrera como relatora de la Corte de Apelaciones de Santiago en junio de 1986 y en marzo de 1995 asumió como relatora de la Corte Suprema, llegando a ser relatora del pleno. En octubre de 2002, juró como ministra de la Corte de Apelaciones de Santiago, convirtiéndose en su presidenta en el año 2013.
Ese mismo año, el expresidente Sebastián Piñera la propuso como nominada para la Suprema. Tras una compleja postulación, en la que tuvo que pagar los costos de haber sido la jueza que investigó actos de corrupción en el gobierno del expresidente Ricardo Lagos, logró los 2/3 de los senadores y se convirtió en la octava mujer en llegar hasta la cúspide de la magistratura.
Una vez en la Suprema fue expandiendo su poder y con el paso de los años instaló su reducto de influencia en la Cuarta Sala, un espacio de mayoría femenina en que la jurisprudencia de esa instancia adquirió un notorio perfil a favor de los derechos de los trabajadores. Luego logró ser la primera vocera del máximo tribunal y cuando llegó la pandemia, fue la magistrada que coordinó el magnánimo esfuerzo para asegurar la continuidad del servicio de justicia.
Sus primeras definiciones
“Estamos viviendo momentos muy complejos. Sin embargo, estimo que la forma de superarlos es actuando con transparencia, pleno respeto de las normas constitucionales y legales que regulan nuestro actuar y teniendo una vida pública y privada que dé cuenta que acatamos los principios éticos que nos rigen”, dijo luego de que el presidente confirmara que había sido electa por la unanimidad de los ministros en ejercicio.
Chevesich agregó que “obviamente ser nombrada como la primera mujer presidenta de la Corte Suprema es una experiencia significativa y muy desafiante, aunque debo hacer presente que en esta designación el factor género no fue decisivo, sino que fue respetar una tradición”. Luego la magistrada añadió que “en todo caso, entiendo que puede haber muchas mujeres que entienden que esto es un avance, que es una apertura y bueno, si eso inspira a muchas mujeres y genera apertura, igualdad y respeto, obviamente que me satisface plenamente y me congratula”.

Respecto de los pasos a seguir, agregó que “el trabajo a efectuar no solo debe estar enfocado en que la justicia debe ser oportuna y de calidad, y las personas usuarias del sistema, sino también en aquel que trabajan en el Poder Judicial, por lo que mi gestión las tendré en el centro, valorándolas, potenciándolas y generando buenas condiciones laborales”.
Además, consultada respecto de las prevenciones que manifestaron sus pares respecto de su elección, Chevesich optó por desdramatizar el asunto y quedarse con que le reconocieron las capacidades que tiene para liderar la Corte Suprema.
“Todos tenemos aspectos positivos y negativos. Todos tenemos, debilidades, flaquezas, fortalezas, capacidades... Bueno, y en ese análisis de todos esos argumentos, se estimó que yo reunía los requisitos para ser nombrada como la nueva presidenta de la Corte Suprema de Justicia”, apuntó. Su mandato, de acuerdo con el cronograma, comenzará a partir del 6 de enero.
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