Joseph Beuys: El gran enigma del arte alemán llega al MAVi
Hoy se inaugura la exposición, perteneciente a la colección del Deutsche Bank, del más influyente artista alemán del siglo XX.

Reverenciado por unos como un chamán y considerado por otros como un fabulador, la influencia de Joseph Beuys (1921-1986) sobre el arte moderno es incuestionable. En 1940, a los 19 años, se ofreció como voluntario de la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana, durante la II Guerra Mundial. Beuys fue derribado en Siberia y rescatado por miembros de una tribu tártara, que lo encontraron inconsciente en la nieve, lo abrigaron con fieltro y untaron sus quemaduras con grasa de animal.
La historia ayudó a que Beuys se convirtiera en un símbolo de la unión entre arte y vida, al aludir a este episodio en sus obras. "Cada persona es un artista", decía, quien fuera también el cofundador del Partido Verde alemán. Otra de sus máximas era "democratizar el arte".
Beuys y más allá, la exposición que se abre hoy en el MAVi (Lastarria 307), está compuesta por sus dibujos, grabados y fotografías, acompañados de piezas de seis de sus más destacados discípulos. Lo primero que el espectador ve al ingresar al museo es una vitrina de cristal donde se encuentran fotografías de Beuys en positivo y negativo, acompañadas de una cruz roja que parece bordada. Ese signo médico está presente en otras célebres piezas del artista. En la colección permanente del Centro de Pompidou de París se encuentra el famoso piano de cola cubierto de fieltro al que también cosió una cruz roja. Nadie sabe realmente con qué sentido Beuys usaba estas marcas recurrentes. Quizá intentaba proteger al piano de cola de los estragos del clima, añadiendo una cruz para sugerir que este objeto necesitaba de la atención de alguien. Nadie sabe los símbolos que se esconden bajo sus trabajos y eso explica en parte su popularidad: Beuys es un enigma.
Su obsesión con el mundo animal llegó al extremo. Una vez llevó una liebre muerta a una sala de arte y luego vivió cuatro días en una galería neoyorquina con un coyote vivo. En la muestra Beuys y más allá se exhiben obras sobre cisnes que también parecen estar untadas con grasa de esos animales.
Beuys contaba que cuando recobró el conocimiento tras el accidente, el olor de la grasa y el hecho de estar envuelto hizo despertar a su "artista interior". La verdad fue un poco más prosaica. En realidad, fue rescatado por comandos alemanes y en el hospital militar donde fue curado no había grasa animal. Tampoco tártaros. En el mundo de Beuys la realidad y la ficción ya son indistinguibles.
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