Llega Wakolda, el filme sobre el criminal nazi Mengele en Argentina
La cinta transandina que busca un cupo en el Oscar se estrena la próxima semana en Chile. Dirige Lucía Puenzo, quien dice que el médico nazi "tenía una farmacia" en Buenos Aires.

¿Qué hubiera hecho el doctor Josef Mengele de haber seguido viviendo en la Patagonia argentina antes de huir hacia Paraguay en 1962? ¿Se habría refugiado hasta el fin de los tiempos o, como conjetura la película Wakolda, habría comenzado un plan de experimentación genética con los habitantes locales? ¿Era Mengele un demonio con trato amable, gustos refinados y capaz a de enamorar a una preadolescente? La nueva cinta de Lucía Puenzo (1976) asume los riesgos de tomar esta última dirección para, según ella, "mostrar en toda su complejidad" al criminal nazi conocido también como "el ángel de la muerte".
Estrenada en el último Festival de Cannes dentro de la sección Una Cierta Mirada, Wakolda es el tercer y más ambicioso largometraje de la cineasta y escritora argentina. La película, que se exhibe desde la próxima semana en Chile, se basa en la novela homónima de Puenzo, publicada en 2011. No es la primera vez que la realizadora, hija del director Luis Puenzo (La historia oficial, 1985), lleva a las imágenes sus propias páginas: antes lo hizo con El niño pez en el 2009, y en el 2007 debutó en el largo con XXY, adaptación de un relato del autor Sergio Bizzio, que es además su esposo.
Wakolda comparte con las anteriores cierta fascinación por las taras biológicas, pero es un trabajo de mayores alcances en términos de producción. Hay una cuidada reproducción histórica, mucho más dinero en diseño de producción y, claro, un personaje siniestramente famoso. Josef Mengele, que murió en Brasil en 1979 sin ser jamás capturado, se hizo conocido por su extrema crueldad y por los experimentos en humanos que practicó en Auschwitz.
"Quizás lo que más me atrajo de él fue su sentido de la omnipotencia, aquella sensación de que podía hacer todo, validada por su condición de médico. Y como médico hay que decir que era más bien mediocre", explicó la cineasta al presentar el filme en Cannes, donde fue recibida con gran entusiasmo y presentado por el propio delegado general, Thierry Frémaux.
La película es la representante argentina para lograr una nominación al Oscar a Mejor Película Extranjera y con los 400 mil espectadores que llevó en sus dos meses de exhibición se encumbró entre las transandinas más vistas del año.
"Es un tema complicado. Nosotros hicimos mucha investigación para la película y. por cierto, hubo cierta complicidad de la sociedad argentina de su época para convivir con este tipo de criminales, que encontraban en el Conor Sur un asilo acogedor", cuenta Puenzo.
El filme es una ficcionalización a partir del dato real de la estadía de Mengele en el país vecino entre 1949 y 1962. "Existía una ley de amnistía que les permitía a los nazis trabajar con sus nombres verdaderos en Buenos Aires. De hecho Mengele aparecía en la guía telefónica. Tenía una farmacia", explica la directora de 37 años.
GENETICA EN LA PATAGONIA
En esta trama, que se toma varias libertades, se rastrea el período en que el criminal se aleja de la ciudad y se interna en la Patagonia. Es una laguna negra en su biografía y no se sabe qué pasó realmente con Mengele en estos meses: el Mossad acababa de dar con el paradero de Adolf Eichmann en Buenos Aires y el doctor huye al sur para burlar el eventual asedio. A partir de este vacío biográfico, Puenzo creó la siguiente historia: el nazi conoce a una familia argentina de origen alemán en Bariloche y se intriga con la menor de las hijas.
Ella es Lilith (Florencia Bado), tiene 15 años, pero sufre porque es más menuda que el resto de sus compañeros de colegio. Con el permiso de la madre (Natalia Oreiro) y la reticente aceptación del padre (Diego Peretti), Mengele decide probar una nueva droga en la muchacha. Le permitirá, supuestamente, desarrollar su estructura ósea y ser tan fuerte como sus amigas. Mengele, como regalo, recibirá el cariño de la chica, las gracias de la madre y la siempre inequívoca indiferencia del padre esquivo.
"La figura de Mengele es compleja. Le gustaba la música clásica, hablaba de literatura, era amable en el trato. Por lo menos así ha sido descrito en las investigaciones que hicimos. Es un monstruo, pero no una caricatura", detalla Puenzo, que en la cinta incluso se atreve a delinear la obsesión platónica que siente Lilith por este doctor de bigote recortado, acento extranjero y ojos claros. Otro de los pasajes complejos es la relación que Mengele establece con los habitantes de origen alemán del sur de Argentina. Lo reciben como un héroe, un ángel no de la muerte, sino que del cielo. Lo aceptan y lo veneran. "El refugio que en mi país se dio a los criminales es una realidad, no se puede negar", afirma la directora.
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