Rescatan el primer libro de Mario Santiago, el legendario amigo de Bolaño
Beso eterno se reedita en Chile con el apoyo de Rebeca López, viuda del autor mexicano.

En las primeras páginas de Los detectives salvajes, al taller literario al que asiste García Madero, llegan dos poetas con ánimo beligerante: Arturo Belano y Ulises Lima. Después de una discusión acalorada, este último lee un texto: "Oí su voz que leía el mejor poema que yo jamás había escuchado", dice García Madero. Algo de eso sucedió de verdad. Ya se sabe: Belano era Roberto Bolaño y Lima, el poeta mexicano Mario Santiago, quien falleció en 1998. Según su viuda, Rebeca López, el día señalado en la novela leyó el poema Consejos de 1 discípulo de Marx a 1 fanático de Heidegger y esa escena, probablemente es uno de los más fieles retratos que hizo de su amigo el escritor chileno.
Pero Ulises Lima no era Mario Santiago. "Es la imagen que de él tuvo Roberto", precisa López desde México. El verdadero Mario Santiago Papasquiero entrelazó su vida a la poesía y comandó espiritualmente el movimiento infrarrealista, "una fraternidad de outsiders dispuestos a todo". Recién en 1995, con 45 años, publicó su primer libro, Beso eterno. Editado precariamente, tenía 26 páginas y homenajeaba a Miles Davis, William Burroughs, André Breton y George Bataille. Salieron 200 copias. Ahora se reedita en Chile, con el apoyo de López.
Con ánimo contracultural, el sello Lanzallamas presenta Beso Eterno en su colección de "fanzines": publicaciones de bajo costo (entre $ 1.000 y 2.000) y una alta preocupación por el diseño. El sábado será lanzado en la Furia del Libro, junto a Empleo mínimo de Roberto Contreras y Chaquetas amarillas de Andrés Anwandter.
El libro de Santiago funciona como una síntesis de su versión electrizante y salvaje del surrealismo. "Estoy en viaje", es el primer verso. Luego desliza su situación: "Mi único evangelio: el Apocalipsis", confiesa. También anota: "Mi vida ha sido 1 búmeran lanzado al esternón donde reside el sabor hirviente del caldo de la tribu".
Según la mujer del escritor, los poemas del libro surgieron "de entre montones y montones que se asomaron". Para 1995, Santiago había acumulado cerca de 1.500 páginas y algo más: "Poemas que se encuentran manuscritos en sus libros, hojas sueltas, volantes, servilletas, cajas de cerillos, boletos del Metro, más todo lo que debe haber en los distintos países y lugares en los que vivió y que, de tanto en tanto, los amigos me hacen llegar", cuenta Rebeca.
De ese material salió la antología Jeta de santo (2008) y, según adelanta López, saldrá un segundo volumen. Como en Beso eterno, ahí también habrán rastros de su estilo de vida: "Para él la poesía era, sobre todo, su manera de viajar a través de la vida, cruzando un camino de esencia luminosa, siempre en erupción, al máximo, en la absoluta combustión de sus puntos cardinales: poesía, caminata, sueño y fraternidad", dice López.
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