Opinión

¿Aló, Presidente?

Miguel Crispi.

Gabriel: Aló, ¿Miguelito? ¿Estás en línea?

Miguel: Siempre, Presidente. Aunque últimamente todos están “en línea”. Nos tienen más pinchados que teléfono de narco.

Gabriel: No seas exagerado, Miguel, no estamos en Venezuela.

Miguel: No. Allá al menos sus amigos comunistas les duran.

Gabriel: No te pongas grave. Mira, quería hablar contigo antes de que se nos vaya de las manos lo de la casa de Allende.

Miguel: ¿Se nos vaya? Gabo, ya se nos fue de las manos. Como el plebiscito, como Democracia Viva, como la seguridad, como ProCultura, básicamente como todo este gobierno.

Gabriel: Pero Miguel, que andas dramático hoy. ¿Qué te pasa?

Miguel: Perdón, Presidente. Es que hablé con mi mamá más temprano, fue súper dura. Peor que la senadora Allende.

Gabriel: Qué gracioso. Mira, necesito que le bajemos el perfil al tema ProCultura.

Miguel: Mmm... lo veo difícil. En pocos días se levanta el secreto. Y ahora quieren tu celular.

Gabriel: ¡Mi celular no! Ahí tengo las fotos con Brownie y los memes que me manda Giorgio de Barcelona. ¡La privacidad es un derecho humano!

Miguel: Y la probidad también. Pero parece que se nos olvidó entre el asado vegano y la cuota de género.

Gabriel: Dime que esto es solo una pesadilla. Que no están pidiendo mi celular. Que no están diciendo que el dueño de ProCultura es mi amigo. Que no están conectando todo.

—Miguel: Lo están. Y parece que lo van a lograr.

Gabriel: ¿Y tú qué has dicho?

Miguel: Lo de siempre. Dije que no sabía nada, y que si sabía, no podía decir nada por seguridad nacional.

Gabriel: Tú deberías haberme cuidado.

Miguel: Yo soy asesor, Gabriel. No mago.

Gabriel: Con Giorgio esto no habría pasado.

Miguel: Giorgio está carreteando en Barcelona y todavía nos debe los 500 millones de los balones de gas rosados.

Gabriel: Esto nos puede arruinar.

Miguel: Ya estamos arruinados.

Gabriel: ¿Y si digo que no sabía?

Miguel: ¿Antes o después de que se sepa cuántas veces habló contigo? ¿Antes o después de que se crucen los correos? ¿Antes de que se sepa que prestaba la casa como sede o que nos armaba actividades de campaña en Limache? ¿Antes o después de que incauten tu teléfono?

Gabriel: Paula me dice que tengo que resistir. Que ahora más que nunca tengo que mostrar templanza. Que estoy por ser padre. Que no puedo quebrarme.

Miguel: Irina también decía eso. Hasta que entendió que este gobierno no se hundió por los ataques de la derecha, sino por la arrogancia de los nuestros.

Gabriel: No me hables de Irina. Me costaba entender lo que me decía.

Miguel: Fue la única que entendió lo que se venía. Por eso se fue. Con dignidad. Tú te quedaste, rodeado de operadores.

Gabriel: Bueno, pero al menos tenemos la moral. Somos distintos.

Miguel: ¡Eso sí! Robamos con poesía. Defraudamos con perspectiva de género. Dejamos la cagade, pero siempre con lenguaje inclusivo.

Gabriel: ¡Eso es lo que no entiende la derecha! Nosotros no gobernamos mal. Gobernamos con emoción.

Miguel: Con sobredosis de emoción. Y con déficit total de realidad. Cada vez que hacemos algo, termina alguien llorando. A veces nosotros.

Gabriel: Bueno, Miguel, ¿y si decimos que esto es una operación política?

Miguel: Lo dijimos en enero, en abril, en julio. Ya suena como excusa de colegio: “El fascismo me perdió el cuaderno”. Ya nadie nos cree.

Gabriel: ¿Y qué sugieres tú, genio?

Miguel: No sé, Gabo. Tal vez que gobiernes. Aunque sea una vez antes de irte. O al menos, que dejes de fingir que lo estás haciendo.

Gabriel: Tú antes no eras así. Antes me creías. ¿Tú estás conmigo o no?

Miguel: Siempre. Hasta que la Fiscalía nos separe.

Gabriel: Esto no era lo que soñamos en la Plaza Dignidad.

Miguel: No, pero era predecible. Lo de gobernar es difícil, compadre. Sobre todo cuando uno llega sin ideas, sin experiencia y con una banda de poetas, sociólogos y feministas radicales.

Gabriel: ¿Tú crees que la historia me juzgará con dureza?

Miguel: Con sarcasmo, Presidente. Y harto meme.

Gabriel: Quise cambiar Chile. Terminé profundizando el desastre.

Miguel: Peor. Lo institucionalizaste. Hiciste del amateurismo una doctrina. Del error, una estética. De la irresponsabilidad, una bandera.

Gabriel: Vamos a tener que irnos. ¿A Estados Unidos con Eduardo?

Miguel: Ni llorando. Cuando sepan la gestión que tuvo como subsecretario va a durar menos que la Paulina como candidata.

Gabriel: Perfecto. Entonces… ¿nos vamos a la India? Allá nadie sabe lo que es ProCultura.

Miguel: Mejor. Allá no hay extradición. Y el curry disimula el olor a fracaso.

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