Cambio de clima

La sede del Congreso Nacional, en Valparaíso.

El clima de naufragio institucional que dejó el 18/O ha mutado a partir del cerco con que la enfermedad, la muerte, la incertidumbre económica y el miedo nos han acorralado. Bastaba ver TV la noche del viernes al iniciarse la gran cuarentena con la orden de encierro para casi 8 millones de chilenos. En elocuentes imágenes, se vio a autoridades decretándola y la población apoyándola. Generales de Ejército y de Carabineros en actitud aplomada hacían declaraciones que transmitían seguridad en sus roles. Empresarios donando ventiladores a la salud pública. Medios hace poco copados por agresivos editorialistas de pantalla, llamando a cuidarnos entre todos.

Nadie lo ha sido, ni será impecable en esta batalla contra lo desconocido, en que cada medida contiene un ensayo de acierto- error. Solo corresponde rogar prudencia en los anuncios y ausencia de triunfalismos que arriesgan el ridículo poco después. Nadie sabe cuánto durará la pandemia, desconocemos de sus rebrotes y secuelas, o cuándo estará la ansiada vacuna. Pero, en el juicio grueso, la institucionalidad a cargo lo ha hecho razonablemente bien y la población se ha alineado tras su conducción. Por cierto, no faltan sembradores consuetudinarios de desconfianzas o militantes del refunfuño que de nada se hacen cargo y gozan si las cosas salen mal. Tampoco, los que añoran tiempos de violencia o azuzan confrontaciones.

La vida, la crisis social y sobre todo el coronavirus, nos llevan hacia realidades que la mayoría de los chilenos nunca vivió. Solo las conocen las generaciones mayores. La pandemia nos obliga a encarar la verdad de estos últimos 30 años, que hace poco, tantos proclamaban perdidos y mentirosos; y de lo que era Chile antes de ellos. Es ahora, que comenzamos a perder lo logrado en 30 años y a valorar los recursos que nos dejaron para sufrir algo menos que otros países de América Latina. En definitiva, vuelven pobrezas en hogares de millones; el hambre, la angustia por la sobrevivencia, desempleo, actividades productivas en crisis cuando no en bancarrota, sensaciones colectivas de vuelta atrás.

¿Cómo reaccionará la sociedad chilena? Parte importante de la respuesta la tienen los responsables de la política. Que no se escuden en las dolencias de la sociedad. Deben conducir al futuro; y hacerlo desde pobrezas y crisis, no de prosperidades dadas por ciertas hace pocos meses atrás. Será distinto si buscan tenazmente caminos para concordar, o persisten en una intransigencia ahora destructiva. Si escuchan los llamados a la responsabilidad o persisten en repartir a destajo riquezas que ya no existen. Si azuzan la violencia, u optan por favorecer el orden público. Hoy el juicio ciudadano sobre la política es negativo. Pero ese no será nada comparado por el juicio histórico a su solvencia en la conducción de Chile, en los tiempos que se nos vienen.

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