Columna de Alejandro Weber: Confiemos en el Central



La decisión del Banco Central de activar el Requerimiento de Capital Contracíclico (RCC) es correcta. Esta es una herramienta de política relativamente nueva, creada el 2010 por el Comité de Basilea sobre Supervisión Bancaria y disponible en Chile desde 2019 con la modificación a la Ley General de Bancos. En simple, consiste en acumular un colchón (buffer) de capital de los activos ponderados por riesgo de un banco para que esté disponible frente a una eventual crisis financiera. Con ello, se propicia que la banca provisione recursos en tiempos normales, de modo que en periodos de tensión financiera éstos puedan absorber las pérdidas y evitar una reducción abrupta del crédito. Es una medida preventiva cuya utilidad precisamente radica en que su activación ocurra en forma anticipada, para que ante una crisis los bancos puedan seguir otorgando créditos.

Al ser una herramienta reciente, no hay demasiada evidencia sobre su implementación. Sin embargo, los informes del Comité de Basilea para los cerca de 40 países que lo han utilizado sugieren que el RCC ha sido particularmente efectivo para fortalecer la solvencia y reducir el riesgo bancario en momentos de estrés financiero (Celedón, Coble y García, 2023). De hecho, durante el Covid-19, los países que habían activado este mecanismo previamente pudieron utilizar su reducción como una herramienta eficaz para estimular el crédito y reactivar la economía.

¿Por qué echar mano a esta herramienta ahora? El Banco Central señala entre sus fundamentos que desde fines del año pasado se observa un deterioro de las condiciones financieras globales y por ello es necesario aumentar la resiliencia del sistema bancario. A ello debemos sumar que el ahorro de los hogares se ha deteriorado, la morosidad va en aumento y el mercado de capitales hoy es mucho menos profundo, en buena medida por el impacto negativo de los retiros de los fondos de pensiones.

Con todo, variados han sido los cuestionamientos a esta medida, en especial las voces que apuntan a su impacto en el crecimiento. Y aun cuando es cierto que estos recursos no podrán ser utilizados hoy para entregar nuevos créditos y las condiciones de acceso pueden volverse más restrictivas, los costos parecen ser acotados. De hecho, son otras las variables que han limitado con mayor incidencia nuestra capacidad de crecer, entre ellas la crisis de seguridad pública y la incertidumbre institucional que han provocado el proceso constituyente y las hasta ahora deficientes reformas del gobierno.

Por otro lado, la banca hoy se encuentra solvente y cuenta con el espacio para provisionar el 0,5% de los activos ponderados por riesgo (unos US$ 1.500 millones) en el plazo de un año, especialmente considerando los muy buenos resultados del año 2022 que se dieron en gran medida por el incremento de la inflación. Debemos tomar esta medida del Banco Central como una oportunidad para seguir fortaleciendo nuestro mercado de capitales y aprovechar de impulsar en el Congreso con decisión proyectos de ley como el de deuda consolidada y el de resiliencia financiera. Al mismo tiempo, la clase política debe rechazar con fuerza cualquier nuevo intento de impulsar retiros de los fondos de pensiones, que sabemos son perjudiciales para el ahorro del país. En suma, el RCC es una medida complementaria apropiada pues parece del todo prudente disponer de mayores holguras para cuando lleguen las vacas flacas. Confiemos en el Central.

Por Alejandro Weber, decano Facultad de Economía y Gobierno, Universidad San Sebastián

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.