Columna de Catarina de Albuquerque: Podemos reducir los costos climáticos al invertir en agua y saneamiento

Racionar agua


Para lograr agua y saneamiento para todos para el año 2030, América Latina y el Caribe necesitarán movilizar 372 mil millones de dólares adicionales durante los próximos cinco años. Puede parecer una suma considerable, pero requiere una inversión anual de menos del 1,3% del PIB actual del continente. También es menos que los miles de millones de dólares que la región pierde cada año debido a la escasez de agua y otros desastres climáticos.

Los ministros de finanzas se han mostrado reacios a invertir en agua y saneamiento, considerando que estos servicios representan una carga para los presupuestos públicos. Sin embargo, estos servicios son esenciales no sólo como derechos humanos sino también para hacer frente al cambio climático y alcanzar objetivos de desarrollo.

Chile, que tiene uno de los PIB per cápita más altos de América del Sur, cuenta con una economía que depende en gran medida de industrias que hacen un uso intensivo del agua, como la minería, la silvicultura y la agricultura. Sólo el 2% del agua se destina al consumo humano. Todas estas necesidades están actualmente amenazadas por una mega sequía que dura ya una década.

Sin embargo, podemos reducir los costos climáticos al invertir en agua y saneamiento. Entonces, ¿cómo podemos garantizar que se produzca esa transformación?

En primer lugar, debemos empezar por establecer prioridades políticas. ¿Quién aumenta o disminuye los presupuestos para infraestructuras y servicios? ¿Quién decide sobre impuestos y aranceles? Se trata de decisiones políticas y creo que cuando se moviliza la voluntad política, llega la financiación.

Por ejemplo, el año pasado, once gobiernos anunciaron que estaban trabajando en Pactos Presidenciales sobre Agua y Saneamiento. Estas iniciativas incluyen mayores asignaciones presupuestarias, fuentes innovadoras de financiamiento y planes para construir infraestructura resiliente al clima que mitigará el impacto de las sequías y las inundaciones. Esperamos que los países de América Latina y el Caribe –y más allá– sigan este ejemplo.

En segundo lugar, debemos trabajar codo a codo con los ministros de finanzas, centrándonos en cómo las inversiones en agua y saneamiento pueden estimular el crecimiento económico y la sostenibilidad ambiental. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), se proyecta que una inversión anual del 1,3% del PIB regional generará hasta 3,4 millones de empleos verdes cada año.

Los próximos ministros de finanzas deben aprovechar fuentes innovadoras de financiación. Por ejemplo, Perú ha adoptado un modelo de financiación para agua y saneamiento a través de los Mecanismos de Recompensa por Servicios Ecosistémicos, liderados por la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (SUNASS) en colaboración con el Ministerio de Medio Ambiente y las empresas de agua. Este enfoque financia los esfuerzos de conservación mediante la asignación de una parte de las tarifas del agua de los usuarios para financiar proyectos destinados a la gestión sostenible de las fuentes de agua del Perú. Esta iniciativa no sólo garantiza el mantenimiento y rehabilitación de la infraestructura hídrica y las cuencas, sino que también involucra directamente a los consumidores en el proceso de conservación.

En Brasil, la Companhia de Saneamento Basico de Estado de Sao Paulo (SABESP) recibió un préstamo azul de 150 millones de dólares de la Corporación Financiera Internacional para mejorar la calidad del agua y ampliar la recolección y el tratamiento de aguas residuales en los barrios más pobres, lo que también está reduciendo la contaminación del Río Pinheiros.

Por último, debemos brindar espacio para que los funcionarios presenten ejemplos sólidos de políticas que pueden alcanzar objetivos de desarrollo. Ese es el objetivo de nuestra próxima Reunión de Ministros de Finanzas de América Latina y el Caribe, que será convocada conjuntamente el 19 de abril por Saneamiento y Agua para Todos y UNICEF y acogida por el Banco Interamericano de Desarrollo.

Esta es una oportunidad única para que nuestro sector se posicione no como una carga de recursos nacionales, sino más bien como una inversión en desarrollo humano y económico. Muchos ministros de finanzas ya están tomando medidas positivas para financiar el agua y el saneamiento en sus países, y estamos entusiasmados de que compartan sus historias de éxito.

Hay muy pocas oportunidades en las que una sola inversión pueda abordar el cambio climático, estimular el crecimiento económico y mejorar la calidad de vida, pero invertir en agua y saneamiento logra todo eso y más.

El momento de priorizar el agua y el saneamiento es ahora.

Por Catarina de Albuquerque, Directora Ejecutiva de la alianza mundial Saneamiento y Agua para Todos, acogida por UNICEF y primera Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento.

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